12. Un baile

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Abril, 1983

"Tienes que tomar una decisión en esta casa, Torrey Gray. ¡Puedes llamarme mamá o puedes irte a un hotel!" dijo la mujer mayor justo antes de darle un abrazo a la joven.

"Me decido por mamá" dijo Torrey devolviendo la cálida bienvenida a la mujer.

"Y esta debe ser Jessica" dijo Jean Kent mientras cogía tiernamente al bebé de brazos de su hija.

"Creo que le debemos una" indicó Torrey al sonriente bebé. "Ha sido un ángel durante todo el vuelo. Ni siquiera yo podía mantenerla quieta ni cinco minutos". La rubia sacudió la cabeza en dirección a Taylor.

"¡Hey, si tú tuvieras piernas de adulto, tampoco podrías quedarte quieta!" dijo Taylor con fingido enfado.

"Oh, pobrecita mi niñita... ¿quieres que también te dé el biberón? ¿Te haría sentir mejor?" se burló Torrey de la morena mujer.

"¿Qué les has puesto a estas dos?" le dijo Jean a Jessica mientras la niña reía a las dos mujeres antes que a ella.

Taylor rió y dio a su madre un cálido abrazo y un beso en la mejilla.

"Te he echado de menos" admitió Taylor a su madre.

Jean Kent conocía a su hija. Mejor de lo que la joven mujer pensaba. La mujer mayor lo vio en el rostro de su hija en el momento en que atravesaba la puerta y presentaba a su compañera. A Jean ya le gustaba Torrey de antes. Había hablado con la joven en varias ocasiones, y cuando Taylor no estaba cerca, la joven rubia y la madre de su compañera charlarían durante horas de todo y sobre todo. Jean sintió desde el principio que la relación que existía entre las dos jóvenes mujeres era algo especial. Cuando Taylor le dijo que había planeado quedarse en Maine y aceptar el buen puesto en Diamond & Allen, Jean había dudado del juicio de su hija. Una vez habló con Torrey, sin embargo, la mujer mayor se dio cuenta de lo especial que la joven era y del genuino afecto que tenía por Taylor.

Ahora, con ambas mujeres frente a ella, la mirada de sus ojos era inconfundible. Taylor parecía más calmada con ella misma y con lo que le rodeaban de lo que su madre la había visto. La joven mujer que se había ido de casa hacía cinco años era retraída, hosca e irascible la mayoría del tiempo. La mujer madura que había aparecido ante su puerta era abierta y segura de sí misma. La preciosa morena lanzó un par de ojos zafiro a su compañera y sonrió. Fue en ese momento cuando Jean vio todo. Los brillantes ojos de su hija contenían sólo amor cuando miraba a Torrey. La mirada que la pequeña rubia lanzaba a Taylor era de completa adoración. La mujer se preguntó porqué dos personas que estaban tan enamoradas no podían verlo por sí mismas.

Torrey se divertía mucho con la madre de Taylor, escuchando historias de la joven artista, mirando los álbumes de fotos,... Por supuesto, Taylor gruñía mientras jugaba con Jessica. La morena mujer sintió que ya la habían humillado por completo cuando aparecieron sus fotografías de bebé completamente desnuda.

Fue una relajante escapada para ambas jóvenes. La madre de Taylor adoraba a Jessica y alentó a las jóvenes mujeres a salir y hacer algo de turismo mientras ella hacía de abuela. Al principio Torrey se negó. No quería imponerse a la hospitalidad de la mujer mayor. Cuando Taylor la arrinconó, sin embargo, la verdadera razón de la reticencia de la rubia salió a la luz.

"Stretch, nunca he dejado sola a Jessica con nadie que no fueras tú.

¿Qué pasará si sucede algo?" preguntó Torrey llorosa.

"Cariño, recuerda con quién la dejas. Mi madre no ha hecho tan mal trabajo conmigo, ¿no?" preguntó Taylor.

"No" murmuró Torrey mientras su amiga le secaba una errante lágrima de su mejilla.

No tan ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora