Capítulo 39 - Recuerdos.

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Y aunque su recuerdo siguiese ondeando dentro de mí, estaba tratando de aprender a vivir con ello, porque es mentira eso de que el tiempo todo lo cura... Lo único que consigue el tiempo es hacerlo más llevadero, el vacío que me había dejado su "tienes que olvidarte de mi", si claro, como si fuera tan sencillo.

Y es que la echaba de menos, pero también echaba de menos ese lazo de amistad y complicidad que habiamos creado en tan poco tiempo, su manera de enfurruñarse cuando nos picábamos a algo, o simplemente su manera de sentarse en un sofá, porque nada en ella era normal...

Y mientras todos estos pensamientos se agolpaban en mi cabeza, terminaba mi jornada laboral por hoy, no estaban siendo mis mejores días pero al parecer nadie se atrevía a decírmelo, aunque yo lo sabia de sobra.

-Diego un momentito por favor.- Miguel, mi jefe, me llamó justo antes de salir de las oficinas, deshice el camino de mis pasos y fui a ver que quería.

-Dime Miguel.- me invitó a sentarme en una de las sillas de su despacho, se reincorporó hacia la mesa mientras me miraba con el ceño fruncido.

-Diego que te pasa? Te veo más decaído que de costumbre, y eso está afectando a tu trabajo, que siempre suele ser brillante, pero estos días parece que lo haya hecho cualquier persona menos tú.- asentí, llevaba toda la razón del mundo, no tenía excusa para haber estado rindiendo a tan bajo nivel.

-Lo sé Miguel, y créeme que a quién más le molesta estar así es a mí... No sé que me pasa... Llevo varios días que no se me ocurre nada nuevo, es como si mi cerebro se hubiese perdido...- me miró asintiendo con la cabeza mientras hacía rodar un lápiz entre sus dedos.

-Yo te puedo llegar a comprender Diego, sé que la gente no es de hierro y tienen mejores y peores días... Pero los que parece que no lo comprenden son los demás...- sabia a quien se refería, el subdirector, Martín, que ansiaba el puesto de Miguel, y los demás accionistas importantes, uno de ellos el padre de Lucas, el que os conté que llamábamos "el impresionista", que quería mi puesto para su hijo... Y yo con mi comportamiento estos últimos días no estaba haciendo nada más que ponérselo más fácil.

-Lo entiendo perfectamente, y te pido disculpas...- asintió mirándome fijamente, me tenía que decir algo más.

-Verás Diego, me gustaría no tener que decirte esto, pero me han pedido que te diga... Que Lucas, Juan y Lara serán los que se encarguen de los próximos proyectos, a ti te han dejado para que termines con los que estás porque y que no te ven capaz...- en realidad me merecía un tirón de orejas, pero lo que habían hecho me parecía excesivo. Contando que del trío que mi jefe había nombrado el único que era más bueno era Juan, mi compañero en la mayoría de proyectos, porque Lucas y Lara eran familia directa de uno de los accionistas y el subdirector respectivamente.

-Miguel sé que me merezco un castigo, pero me parece excesivo! Como me vais a hacer esto?- me sentaba fatal que fueran a por mí de esta manera tan descarada.

-Han sido decisiones de la junta, no he podido hacer nada... Dicen que hasta que no vuelvan a ver que eres capaz de encargarte de los proyectos, los llevaran otros.- me levanté enfadado de la silla, me parecía increíble que al único al que se le mirase con lupa en esta empresa fuese a mí.

-Hasta mañana Miguel!- cuando me disponía a salir, su voz me interrumpió de nuevo, maldita sea pensé, con las ganas que tenía de irme hoy a casa...

-Diego que no se te olvide que la semana que viene es la gala benéfica, te vendrá muy bien para desconectar un poco de todo esto... Te informo que va a ser, en principio, un concierto benéfico, donde el dinero íntegro de la entrada de los asistentes será para la asociación, y luego una cena en las que se harán una serie de donaciones de parte de las personalidades que vayan...- se le veía emocionado con eso de la gala, no pude evitar sonreírle.

La luz de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora