Al llegar la madrugada, Selene se encontraba jugando aun con sus muñecas, fingía dormir cuando su madre lo ordenaba y guardaba cuidadosamente sus juguetes en una bolsa de plástico. Pero apenas la mujer se marchaba de la habitación, la niña se levantaba de cama para seguir con sus actividades.
Una de tantas ocasiones, su hermano la descubrió a eso de las tres de la mañana debido al ruido que hacía, así que su primer impulso fue acusarla. Dio media vuelta, pero no pudo avanzar, sus pies estaban enredados en un plástico, se agachó para quitárselo de encima, sin embargo, decenas de manitas lo tomaron por los cabellos, llevándolo hasta el suelo. Después le cubrieron la boca evitando que alertara a los demás.
Mientras el chico estaba tirado en el suelo, sudando frio y lleno de espanto, su hermanita permanecía inmóvil, no podía si quiera apartar la mirada de las muñecas, muchas veces había sonado que cobraban vida, para jugar con ella, pero en lugar de eso, estaban torturando a su hermano.
Voltearon la mirada hacia la pequeña, pues ella emitía ciertos gemidos intentando gritar por auxilio, lentamente caminaron hacia ella, sujetando entre sus manitas un plástico, llevaban también consigo una sonrisa macabra. Selene intentaba gritar, pero el nudo en su garganta era más grande que su voluntad, ni si quiera el cuerpo respondía a sus órdenes, solo estaba ahí, inmóvil, viendo como sus muñecas se acercaban, con una sola cosa en mente… meterla dentro de una bolsa de plástico, pues el juego había terminado.
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Mitos y leyendas
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