No me lo podía creer estaba enfrente de la cuadra...
No sabía ni cómo reaccionar. Hasta que Miguel me dijo: - Bueno imagino que sólo tendrás vestidos, ven que te busco arapos.
- Vale.. Pero... ¿Qué he de hacer? - Pregunté
- Limpiar las cuadras y cuidar de los caballos. - Contestó.
Cuando me cambié de ropa empecé directamente, cuánto menos pensará en esto más fácil iba a ser. Al terminar el dia todo mi cuerpo estaba redido, no podía mover ni un músculo. Pero el trabajo hacia que me sintiera bien, como no sé... Útil y valorada. Y esos nobles animales a los que tenía que cuidar me llenaban de satisfacción. Al ver su comportamiento quería saber más de ellos, quería apreder a convivir con ellos.
Hablé con Miguel y si aceptaba cobrar la mitad durante tres meses el que yo eligiera, sería mío. Llegué a mi cuarto, y al verme en el espejo sólo pensé en un largo baño con las sales que eché a la maleta. Al terminar, baje a comer. Miguel estaba en la cocina al verme paseando en con lujosos pijamas de seda, me llamó la atención:
- Tsh, Esperanza ven.
Al acercarme se rió, me miró y me dijo: - No estás en tu castillo ni en una posada de lujo, aquel que te vea con tan lujosa ropa no dudará en arrancartela, anda, ve a cambiarte antes de que lleguen los truanes de siempre.
- Va... Vale jajaja. - Dije riendo cada vez pillaba mejor su humor.
Al bajar había una mesa reservada con un gran plato de comida con gran pinta. Miguel me hizo un gesto para que me sentará ahí y cuando llegó su descanso minutos después se sentó a mi lado. Me dijo: -Ya que tú me contaste tu historia ayer aquí hoy, te contaré yo la mía.
Resultaba que el era el dueño da la posada desde que su padre falleció y se la dejó en herecia. Al terminar de contarmelo todo me preguntó que si mi padre no me había dejado nada a mí, yo le contesté que sí, prácticamente todo pero que sin ser mayor de edad no podía acceder a nada. Él se levantó me miró de arriba a abajo y me preguntó:
- ¿Sabes montar a caballo?
- No.- Contesté de inmediato.
- Tira a descansar, mañana te enseñaré yo mismo a montar. - Dijo con gran simpatía.
-¿Cuándo?- Pregunté.
-Después de trabajar- Contestó.
Al despertarme bajé a echar un vistazo a la cudra. Impecable tal y como la había dejado ayer. Sólo tenía que limpiar los caballos y un pequeño rincón. Mientras limpiaba y alimentaba a esos animales fui aprediendo más sobre ellos, lo que les gustaba y lo que no, como se le podía relajar y que les alteraba al terminar me di cuenta de que había uno sólo. Era precioso, completamente negro, parecía un pura sangre, con una cril preciosa y un elegante tocado en ella. Estaba muy bien cuidado, y mi curiosidad me hizo acercarme. Al acercarme él mismo se agachó, entonces abrí la cuadra para saber porqué hacía eso. Al abrir la cuadra en animal se levantó, dio dos pasos, se paró y golpeó varias veces el suelo. Me acerqué de nuevo a él observandolo, cuando estaba frente a él pude ver que había cogido las riendas con la boca, asintió con la cabeza, estendí mí mano y me las dio.
- ¿Qui... quieres que te monte?- Le pregunté tímidamente.
El animal me miró y relinchó. No cabía en mi misma ni de felicidad ni de asombro. Le puse las riendas, la silla, se agachó y me subí. El animal empezó a andar hacia la salida. Cuando me pude dar cuenta el animal iba por libre, pero apesar de ello me inspiraba tranquilidad y confianza, no era como los demás. Al llegar al prado, el animal frenó en seco. ¿Qué pretendería ahora? No lo sé. Sólo sé que al hacer eso me impulsó a coger las riendas, al cabo de un rato cabalgar para mi era ya como respirar, al paso, trote, galope, so... Era todo sencillísimo. Cuando el animal se cansó relinchó fuerte. Ahí noté que está maravillosa tarde se había acabado. Entramos de nuevo en las cuadras de la posada y... Oh, oh... Ahí estaba Miguel con cara de cabreado frente a la cuadra de éste. Pero... La cara le cambió al verme a mí a lomos de ese hermoso caballo negro.
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A todos nos devora el tiempo
AdventureHoy, 10 de Octubre de 1610 a las 10:00 acaba de nacer una hermosa niña. - Se llamará Esperanza. - Dijo su madre con ella en brazos antes de morir por el forzado parto. A partir de ese día su padre tuvo que cuidar de ella. En este relato cuenta la su...