❄❅❄❅❄❅23❅❄❅❄❅❄ FIN

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POV Avalon:

Las cosas al fin iban a tomar su curso. Después de haber hecho que mi familia armara todo un teatro con mi aparente muerte todos se dio de manera lenta y en calma. Hablaba casi a diaria con Travis, sobre nuestro bebé, sobre Gabriel o sobre cualquier tontera. Yo creía que el hecho de que escuchar nuestras voces, aunque sea a través del auricular, nos mantenía tranquilos y nos daba seguridad a ambos. El tiempo siguió pasando hasta que pasaron tres meses y con eso, solo faltaban tres semanas para que mi hija naciera, aun no habíamos escogido un nombre, simplemente habíamos quedado de acuerdo en que ambos lo elegiríamos el día en que ella naciera. Desde que Dylan estaba conmigo en aquella mansión, mis días parecían ser mucho más tranquilos, tenía alguien de confianza con quien hablar.

El día en que todo llegaría a su fin y sería expuesto, llegó. Con ello también vino la imperiosa necesidad de regresar a casa, si ese par de ancianos no iba a estar libre para poder dañarme de alguna manera, me daba la seguridad de poder ir a casa y ver a mi familia. Luego de haberme enterado de como Travis les sacaría la verdad, luego de decirle a Cristian y haber preparado mis cosas, me fui de ahí. Pero no éramos solo nosotros dos, con lo que creí era una peluca de cabello negro y un par de gafas oscuras, Cristian salió de la casa y se subió al auto, no traía escolta, no había nadie siguiéndonos, en ese momento era un simple ciudadano que escondía su verdadero rostro. Cuando vi aquello, de alguna manera sentí pena, pena de que no pudiera salir tranquilamente sin tener que cambiar su apariencia, que tuviera que ocultarse de todos y de todos. Esta vez ni Dylan ni yo teníamos los ojos vendados y con eso, nos dimos cuenta de que estábamos relativamente cerca de la ciudad, en una zona costera que quedaba a un par de horas. Al llegar a la empresa, todos los trabajadores me saludaban como si nada hubiese pasado y me felicitaban al ver mi abultado vientre, y su actuar era de suponerse, la noticia de mi fallecimiento solo se había anunciado exclusivamente dentro de la familia y nadie más lo sabía. Llegué a la sala de juntas, donde había varios policías distribuidos por el lugar revisando y checando que todo estuviera bien conectado para su óptimo funcionamiento.

Al ver en la pantalla sus caras, simplemente no sentí nada, y me pensé absurda al buscar dentro de mi alguna emoción por ellos. No la había, no podía haber una, tener un sentimiento por alguien que claramente es más un desconocido que un familiar, es imposible. Los seres humanos no podemos formar lasos ni sentir nada por alguien a quien nunca has tratado o has visto de manera especial. Travis estaban en esa sala de juntas expectante de poder escuchar la verdad, a esas alturas ya todos sabían que mi fallecimiento había sido una mera mentira y mi presencia no sorprendía a nadie. Desde que había despertado esa mañana sentía un leve dolor en la parte baja de mi vientre, pero no le había dado importancia. Estar en ese lugar y escuchar la verdad salir de sus bocas era más importante. La manera en que decían las cosas, sin una pisca de remordimiento en sus miradas provocaba una sensación desagradable en mi pecho. Cuando todo acabó y decidí mostrarme ante ellos sus caras de sorpresa eran dignas de plasmar. No me sentí ni triste ni feliz de que todo el odio con el que había crecido ahora tuviera un fin. Pero... no me esperé que una mujer que tenía sus emociones desbordando de odio, que había dependido de otros para asesinar, fuera capaz de tomar un arma entre sus manos y disparar sin importarle lastimar a cualquiera de las personas que estaba ahí.

Lentamente vi caer frente a mí el cuerpo de Cristian, él me había protegido. Esa bala no iba dirigida a mí, si no, a mi hija. El miedo, el dolor, la desesperación, fueron las emociones que invadieron mi cuerpo entero y en cuestión de segundos aquel leve dolor que había sentido desde la mañana, ahora se sentía como si mil agujas me pincharan sin piedad. Lo había entendido, estaba en labor de parto, mi hija había decidido llegar al mundo en ese trágico día en que, si Cristian no la hubiese protegido, probablemente su corazón y el mío hubiesen dejado de latir. No sé cómo podría describir el dolor que se siente en las contracciones, yo simplemente sentía que me partiría en dos. En el camino a la clínica Cristian perdía aún más sangre por cada segundo que pasábamos atascados en el tráfico. Mientras estábamos ahí, a pesar del dolor, intentaba que Cristian no perdiera la consciencia. Le hablaba sobre cualquier tontería esperando una respuesta de su parte.

Princesa de Hielo: Mi pasado y mi actual "yo".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora