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ＥＳＰＥＲＡＮＺＡ
Agudizó el oído al posar una mano detrás de él y tratar de alguna forma oír lo que todo mundo empezó a murmurar al estar aquel demonio incrustado en aquella espada. Hizo un mohín e infló los mofletes al no poder acercarse, es decir, como poder puede, pero en verdad quiere divertirse un poco más viendo a los supuestos Pecados Capitales luchar. Hasta le dió curiosidad el poder de éstos, pero como tiene bien sabido que son tan incompetentes como ella se encogió de hombros y volvió a cruzar las piernas estando encima de aquella nube.
—Ara, ara.~ —parloteó divertida al sonreír de oreja a oreja viendo cómo el chiquillo fue capaz de rebelarse contra su progenitor.
En resumen en verdad le dió gracia lo que va presenciando por el momento, porque es un hecho que le sacó de las casillas ver a ese hombre imponer tantas reglas y no hacer nada. ¡Para colmo todos hacían lo qué éste ordena! Pues siendo sincera con exactitud lo ahorcaría con sus dos bellísimas e intactas manos. ¡Por eso detesta su repugnante clan! Siempre creyéndose los dioses del Olimpo y pura basura más.
Sin embargo, soltó un suspiro al sentir frío en la espina dorsal, a lo que espabiló y observó la isla. Abrió los ojos con anonadación al no ver más al rubio de ojos esmeralda, por lo que se vió afectada a buscarlo en tanto desastre. ¡El condenado si qué es escurridizo! Además, los demás fueron a pelear con esa insignificante bestia.
—Ara, Ara.~ —chilló excitada por la emoción al recostarse en la pomposa suavidad de los cielos. Se posó ambas manos detrás de la nuca y observó el celeste abrazador de éste, a lo que curvó la comisura de los labios divertida. —Ellos lo están haciendo muy bien incluso perteneciendo a diferentes razas, Suprema. —comentó, pero luego abrió los ojos con sorpresa al sentir que los vellos se le pusieron de punta debido a que el monstruo recibió más poder. —¡¿En serio baka?! ¿De verás no te diste cuenta? —cuestionó a los cuatro vientos al golpearse la frente con la palma abierta de ambas manos, porque el monstruo ingirió más poder debido a que el alma del demonio con el que estaba peleando el rubio fue directamente hacia la cosa de cuatro patas.
Y en verdad éste lanzó un terrible poder que destrozó una isla entera, a lo que no dudó en ponerse de pie en un salto y sonreír con malicia. —¡Es mi turno! —chilló eufórica al lanzarse de la bellísima nube que le hizo de soporte para observar todo desde los primeros asientos.
Con los tres pares de bellísimas e irresistibles alas voló hacia adonde un ataque más potente le fue lanzado por los Pecados, aun así, éste falló por lo que el plan de sellarlo fracasó.
