-Mira hacia allá - me señaló un lugar frente Nosotros. Un grupo de hombres hacian fila ante un hombre alto y robusto. Algunos los distinguía, los habia visto un par de veces en la iglesia, a otros en el parque o en le vecindario -Te mostraré que la humanidad apesar de estar viviendo este infierno, no cambia
Nos acercamos para observar mejor. La posición en la que estabamos nos otorgaba un panorama completo de lo que ocurría al otro lado de la puerta que aquel guardia custodiaba. El primer hombre entró. Un personaje de estatura media, ojos negro, piel oscura con una cicatriz que surcaba su ojo derecho hasta la comisura de su labio, se hallaba sentado detrás de un escritorio de madera.
-¿Crees en Dios? -preguntó él sujeto con la marca en rostro. Él atemorizado hombre frente a él temblaba - hice una pregunta.
-Si- respondió titubeante.
-Muy bien, ¿ quieres seguir viviendo? Deberás negar la existencia de Dios.
Aquel hombre levantó la vista, mascullo algo entre dientes, luego escupió, y alzando el rostro dijo orgulloso:
-¡Dios no existe! Es solamente una fantasía.
Él ser que llevaba la herida, lo miro satisfecho dibujando una sonrisa. Tomó un cuchillo y atravesó el cráneo del individuo.
-¡Cobarde! Te jactabas de tú fe, y ni siquiera pudiste resistir los últimos minutos.
La siguiente persona ingresó al lugar, detalló el cadáver a sus pies, que posaba sobre un charco escarlata, alternativamente a la criatura frente suyo.
-¿Ves lo que ocurre cuando alguien no obedece? Le brinde la opción de negar sus creencias y conservar su vida. Pero prefirió mantenerse firme en sus convicciones.
-No soy igual. Yo quiero vivir. Para mí ¡Dios no existe! Nunca lo ha hecho- comentó acompañado de algunos improperios.
Él ente se levantó tomó el cuchillo con el que había despojado de su vida a el primer "participante", y atravesó el pecho del segundo, mientras éste se desangraba con un genuino gesto de confusión.
-Pero Hice lo que me pedía - hablaba con dificultad.
-Dicen llamarse cristianos " seguidores de cristo", pero no merecen ese apelativo. Gusanos cobarde que prefieren negar en lo que han creído toda su vida, vendieron sus principios. No merecen vivir.
Así fue pasando uno a uno. Todos negaron a Dios. Todos murieron. Desangrados, desmembrados, o decapitados.
-¿Lo ves? Esa era su última oportunidad, la oportunidad para resarcirse, Para marchar conmigo. Para ser salvos. Pero con sus egoísta pensamiento escogieron "una vida" que les trajo muerte. ¿De que le sirve al hombre ganar el mundo y perder su alma?
No sabía que responder, todas esas personas sucumbieron al temor, escogieron un camino que resultó ser el equivocado.
Un joven de complexión delgada, cabello negro, y piel morena; apareció en mi campo visual, corría de un lugar a otro, arrastrando úlceras malignas por todo su cuerpo; enormes llagas que supuraban agua fétida lo hacían gritar, de repente un temblor estremeció la tierra ocasionando grietas. El suelo abrió sus fauces devorando a muchos, incluído la masa de carne deforme que era él muchacho. Cerré mis ojos y tapaba mis oídos, podía escuchar los grandes alaridos de desesperación que aquellos lanzaban, pero nada podía hacer para ayudarlos.
Con los ojos aún cerrados pude sentir que posicionaban unas manos sobre mis hombros, no quería ver qué me aprisionaba, pero con cada segundo transcurrido el agarre sobre mis hombros se hacía más fuertes. Abrí los ojos rendida esperando mi final, Una mujer embarazada se hallaba frente a mi puso, sacudiéndome suplicába ayuda, sollozando de desesperación, atemorizada por todo lo que estaba aconteciendo. No sabía que decir. Nada podría tranquilizarla, de algún modo yo sentía paz por la precensia que me acompañaba, pero no podía hacer nada para transmitirla, para socorrer a aquella chica que traía una vida en su vientre.
-Ayudala señor, trae un bebé en su vientre- mientras hablaba una espada traspaso el cuerpo de la chica desde su espalda hasta su estómago, aún con sus manos aferradas en mi. Deslizaba su cuerpo ensangrentado manchando mis vestidos, la expresión de terror en su rostro no se desdibujó.
-¿El bebé? - no pregunté por la chica, ya sabía cuál sería su destinó.
-Es inocente, ya está con mi padre celestial.
Mi mejor amiga Daniela corría despavorida desde su casa. Atravesó la calle y un auto la embistió lanzandola por los aire, se levantó con muchos moretones, el hueso de su pierna sobresalía de su carne. Un demonio la tomó del brazo, sacó ambos ojos con un tenedor y los ingirió, después hizo una incisión en su estómago, una herida de costado a costado, las vísceras se derramaban de su interior. Mientras el monstruo bebía su sangre con sumo placer.
Corrí hacia ella, su cuerpo torturado estaba tendido en el asfalto, y todos los reproches y culpas saltaban en mi conciencia.
-Perdoname Dani, tuve muchas oportunidades para hablarte de Dios. Lo siento tanto.
Otra vez el llanto desconsolado se aferraba a mi cuerpo, estaba aterrada, alterada, desesperada y paralizada, un sin número de emociones se aglomeraron en mi pecho. Cerraba los ojos, y las imágenes se proyectaban en mi cabeza una a una como si de una película se tratara.
-¿Dónde está mamá?
-Tú madre está en un lugar mejor, donde no hay lamento ni dolor, donde no existe el hambre, ni la injusticia.
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Almas Apocalípticas
Spiritual1 lugar en historia corta la Nigth Awards 2019 2 lugar en historia corta Sultana Awards 2019 3 lugar en historia corta editorial Olimpo ¿Te has imaginado que sería despertar a media noche y encontrar el fin del mundo? ¿Aquello que tanto se anunció...