—Disculpe, Su Majestad— habló Isla entrando al comedor principal del palacio—. ¿Ha visto a la señorita Coira? He ido a su habitación para despertarla y no la he encontrado.
Evan asentó la taza de té que estaba tomando y se paró de su asiento.
—¿Se fijó en el jardín, Isla?—cuestionó—. Le encanta salir a tomar aire a la mañana.
— Vengo desde el jardín, joven.
El príncipe y la reina fruncieron el ceño. Coira podía estar en cualquier parte, pero siempre avisaba a Isla a donde iba.
Evan caminó hasta su despacho y tomó asiento pensativo. Visualizó un papel que se encontraba doblado en el piso y no recordaba haberlo dejado allí.
Si la quieres, ven por ella.
Al reconocer la caligrafía salió a toda prisa hacia su habitación. Cambió su ropa, se escabulló por entre los empleados del palacio hasta llegar al jardín, lo cruzó, llegó al establo y tomó el primer caballo que vio. Comenzó a cabalgar a toda prisa; sabía en dónde tenía a Coira pero no estaba seguro de lo que le haría; no podía permitirse que saliera lastimada por un error cometido en el pasado. Dejó el caballo atado a un árbol y caminó sigilosamente hasta la puerta de la cabaña que solía ser su lugar de encuentro con Isobel, los recuerdos que tenía allí lo atormentaban pero trató de concentrarse en la única cosa que le importaba: salvar a Coira. Al llegar, escuchó gritos desconsolados y corrió hasta la puerta trasera; la única llave que existía la tenía en su bolsillo así que la abrió en silencio pero al entrar sintió un golpe seco en su cabeza; antes de perder el conocimiento acercó su mano a la noca y puso ver cómo la sangre se le escurría entre los dedos.
—Evan— el príncipe escuchaba su nombre a lo lejos—. Evan por favor despierta.
Reconoció la voz de Coira pero no tenía fuerzas ni siquiera para abrir los ojos.
— Por favor, Isobel— hablaba la joven—, déjame curarlo.
— Hola, Evan— Isobel sonrió al verlo abrir los ojos lentamente.
— ¡Isobel!— gritaba Coira mientras lloraba—. ¡Deja que cubra su cabeza con algo!
No se escuchaba respuesta alguna, solo los gritos de Coira pidiendo ayuda.
— Estoy bien— le susurró Evan a Coira. Esas palabras hicieron que de alguna forma ella se tranquilizara—. Lo siento, Coira.
—¿De qué hablas, Evan?— preguntó ella—. No es tu culpa que tu ex novia haya sido una loca desquiciada.
De repente se sintió un golpe en seco, como una cachetada. Estaban enfrentados de espalda, atados por las manos a las sillas en que los habían sentado, por lo que Evan no pudo ver quién la había golpeado. Se sintió la puerta cerrarse de un golpe.
— Coira— habló Evan—, tengo una navaja en mi bota. Intenta estirarte y sacarla.
La chica hizo lo pedido; comenzó a agacharse hasta donde las ataduras le permitían y mientras Evan estiraba su pierna hacia atrás, ella logró alcanzar la costura de su bota. Estiró su brazo a más no poder, hasta que logró tocar la navaja, poco a poco fue sacándola de allí, hasta que de repente, la puerta volvió a abrirse, Coira escondió el arma debajo suyo.
— Te lo advertí— Coira se sorprendió al escuchar la voz del cocinero real—, te dije que Isobel era peligrosa. Realmente me gustabas, Coira— dijo acariciando la mejilla lastimada de la joven; ella corrió la cara con desprecio
El príncipe y Coira solo tenían una nube de confusión en su cabeza. Vieron a Isobel entrar y tomar a Lean de la mano.
— Es increíble lo que uno hace por amor, ¿verdad?— Isobel hablaba mientras se acercaba a Coira—. Ahora tendré que hacerle lo que tú hiciste con nosotros, Evan— tomó la cara de Coira—. Enviarla bien lejos.
Repentinamente, Lean tomó a Coira por los brazos y la desató para ponerla de pie, la chica largó un quejido por un golpe que había recibido en su pierna. Mientras llevaba a la chica fuera de la cabaña, ella logró pasarle la navaja a Evan sin que Isobel y el cocinero se dieran cuenta. Lean subió a Coira a una carreta y volvió a la cabaña para buscar a Isobel, pero se llevó la sorpresa de encontrar al príncipe sosteniendo a su cómplice con una navaja en la garganta.
— Trae a Coira y los dejaré ir —dijo Evan.
— ¿Y sino?— desafió.
— La mato.
— Ve a buscarla— habló Isobel—. Tráela ahora.
Lean salió de la cabaña lentamente.
— La quieres— susurró Isobel con lágrimas en los ojos—. Realmente la quieres— miró a Evan a los ojos. El príncipe no acotó palabra alguna.
El cocinero real volvió con la chica tomada del brazo y la soltó, dejándola caer al piso. Evan corrió hacia ella y se arrodilló para ver si estaba bien y en un abrir y cerrar de ojos, Lean e Isobel ya no estaban.
— Vamos, tenemos que irnos— le dijo el príncipe.
— Evan, tu cabeza está sangrando.
— Habrá tiempo para eso, ahora debemos llevarte al palacio.
Ambos caminaron dificultosamente hasta el caballo que Evan había llevado y volvieron al palacio.
— ¡Su alteza real!— gritó Isla cuando vio a Evan entrar con Coira en sus brazos.
— Estamos bien.
Los reyes corrieron hacia el príncipe y lo guiaron hasta su habitación mientras los criados llevaban a Coira hacia el suyo. Lavaron la herida de Evan y lo vendaron, mientras hacían lo mismo con los moretones que tenía Coira por los golpes que Isobel le había dado. Al otro día, la reina invitó a la familia de Coira al palacio para que pudieran ver a su hija.
—¡Carlton!— exclamó ella, mientras su hermano menos corría a abrazarla y a llenarla de besos.
—¡Coira! Lo siento tanto, hija mía— la madre de la muchacha le acariciaba la cabeza—. Maldigo el día en que te trajimos aquí.
—No fue culpa de ellos, madre— habló—. Quiero casarme con Evan.
El príncipe que se encontraba del otro lado de la puerta contuvo la respiración.
¿Será que ella también lo quería?
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Espero que les esté gustando! La novela va a tener 10 capítulos más el epílogo.
Isobel en multimedia.
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Castillo de Mentiras.
Science FictionSer mujer no es nada fácil; especialmente si tienes casi veinte años cumplidos y tu familia está en la ruina. Coira Baxter sabe de eso, y se verá obligada a contraer matrimonio con el hijo de un allegado de su padre para salvar el honor de sus relat...