Capítulo 18

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 "Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo".  Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.


     Una semana después Claudia seguía sin saber cómo había terminado haciendo ese tipo de tareas, Quinto le había sonsacado la promesa de que adquiriera en su nombre, los víveres que escaseaban en el campamento, y al final había accedido pensando que podía ser de utilidad ¡Qué equivocada estaba!

     Era cierto que en el campamento se consumían enormes cantidades de provisiones que había que reponer constantemente. Los legionarios, atareados en reconstruir los elementos defensivos de la ciudad, disponían de menos tiempo para negociar con los comerciantes, y Quinto, recuperado, salía todos los días del campamento intentando encontrar los atacantes.

     La casualidad, había querido que esa mañana se encontrara en el almacén donde guardaban los víveres, y sin querer, había escuchado la conversación entre varios soldados jactándose de cómo su jefe había engañado a su mujer para que no saliera con él a recorrer los bosques. Enfadada, no delató su presencia a los legionarios pero su enfado creció por momentos. Todo había sido una estratagema para tenerla entretenida. La había engañado por completo.

     Pero no había problema alguno, si víveres quería, los tendría, pensó Claudia mientras caminaba por la calzada hacia el macellum.

—Buenos días ¡Que ilustre visita! —dijo el comerciante cuando descubrió a la mujer que entraba en su puesto.

     Claudia, acompañada de varios soldados, había entrado en uno de los puestos, de los muchos que había en aquella calzada y, observando a su alrededor, comprobó que el hombre vendía lo que andaba buscando. Pero, ¿por qué se refería aquel comerciante a ella como ilustre visita? Irremediablemente no estaba acostumbrada a que la gente la tratara con tanta deferencia. El hombre tenía apariencia de astuto y ladino, encorvado y con mirada taimada.

—Buenos días. He visto desde fuera que tiene lo que ando buscando pero le advierto que voy a comprobar los precios en todos los almacenes y puestos del macellum.

—Por supuesto señora, no esperaba más. Pero solo aquí encontrará la mejor mercancía.

—Dígame una cosa —preguntó Claudia con suspicacia—. ¿Qué es este olor tan fuerte? Jamás lo había olido.

—Es lúpulo, fabricamos nuestra propia cerveza. Como comprenderá, traerla desde otros lugares encarece demasiado su precio y al final nadie la compra. Llevamos alrededor de dos años produciéndola y creemos que por ahora es la mejor cerveza de todo alrededor. Cuando uno lleva un rato aquí, termina acostumbrándose al olor.

—¿Cerveza? No sabía que por esta zona fueran capaz de producirla —volviéndose hacia los soldados les preguntó— ¿Queréis probarla? Vuestro jefe me ha encomendado que compre todas las provisiones que se necesitan y necesito saber si es tan buena como dice el comerciante.

     Uno de los soldados sorprendido por la petición le contestó rápidamente:

—Las órdenes son de acompañarla y ayudarla, no nos está permitido beber mientras trabajamos señora. Pero si me permite contestar, he de decirle que los legionarios somos unos grandes bebedores de cerveza.

—¡Vaya, no sabía eso! —Claudia se dirigió hacia los legionarios y les preguntó— ¿Y cómo vamos a saber qué producto es el mejor? No pienso pagar por algo que no lo merece y por supuesto, yo no pienso probarla, eso es cosa de hombres. De aquí no nos vamos a mover hasta que no consigamos la mejor cerveza así, que ustedes dirán. O la prueban ustedes o a lo mejor prefieren que mande a por su jefe y venga a probarla él mismo.

TARRACO (Completa) @ 2 Saga Ciudades RomanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora