Capítulo XVIII

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No le dí apenas importancia, pero quise dejar las cosas claras.

-Bueno, mi chica y yo vamos a pedir algo.

-Ah, es tu chica? Qué gusto tienes hija..

-Lo sé, vamos.

-Te vienes tú también? -Intervino María Lucía. Preferí restarle también importancia, no quería más líos con ella.

-Claro, yo invito. -Vaya, ahora es generoso y todo.

Pedimos ron con cola para los tres y volvimos a la pista de baile. No me despegué de mi novia en todo el rato, no me fiaba ni un pelo de mi antiguo amigo. Tuvimos, bueno, tuve que aguantarle toda la noche. No le había quedado claro que era mi chica? Se ve que no. Y se ve también que a Malú no le molestaba su presencia. Si ella tenía derecho a pasárselo bien, yo también. Me alejé de ellos para no pensar en qué estaba ocurriendo y fui a bailar con mis amigas. Cuando pensé que era hora de volver a casa fui a la zona donde dejé a Marilú, pero no estaban. Ni uno ni otro. Salí corriendo fuera para buscárles y tampoco estaban. Pregunté a todo el que se me cruzaba por delante, todos decían haberla visto con alguien pero nadie recordaba adónde iban. Conseguí escapar por la puerta trasera y salí a un callejón, esta muy oscuro, daba hasta miedo. Estaban allí. Él sentado en el suelo. Ella a su lado. Demasiado cerca, estaban demasiado cerca. Entonces él intentó besarla, pero ella se apartó dándole un bofetón. Sonreí al ver aquella escena, sin poder moverme. Entonces él apartó sus brazos y la besó mientras ella se movía sin escapatoria alguna, espalda contra la pared y acorralada por un cuerpo musculoso y bastante más alto que ella. Empecé a correr, corría con más fuerzas que nunca. Me abalancé sobre Luis apartándolo de Malú y encajé mi puño en su cara de porcelana. Lo dejé en el suelo y tomé a mi novia en mis brazos.

-Cómo se te pase por tu estúpida cabeza volverte a acercar a ella te mato, hijo de puta!

-Déjalo Marta, no merece la pena. Vámonos de aquí.

-Sí, será mejor que nos vayamos. Cabrón, más te vale mantenerte alejado.

-MARTA -Me alzó la voz, encima me alzaba la voz. Apart3 su brazo de delante de mi cara y seguí recto con paso firme. -Espera, espérame.

Subimos en su coche. No me apetecía mencionar palabra alguna de lo ocurrido. El silencio protagonizó la vuelta casa. Cuando porfin llegamos a su casa puso el seguro del coche bloqueando cualquier salida al exterior. Ninguna de las dos abrió la boca, ni siquiera para respirar. Al escuchar el ruidito de seguridad suspiré y me dejé caer en el asiento delantero. Puse mi brazo en forma de ángulo recto sobre la ventanilla y apoyé mi cabeza sobre éste.

-Lo siento.

-Vale.

-Sabes que yo..

-Sí, se que no querías ir allí, con él, pero fuiste. No quiero saber el porqué, vi el bofetazo que le diste.

-Lo viste, de verdad?

-Sí, podemos bajar ya?

Al fin abrió las puertas del coche y volvimos a casa. Mi madre dormía des de hacía rato. Subimos a mi habitación. Sin decir nada nos pusimos el pijama. Entonces, torpe de mí, perdí el equilibrio poniéndome el pantalón para dormir y caí sobre el suelo patas arriba. Nos miramos y estallamos en risas pudiendo despertar al lueblo entero. Descargamos toda presión en aquella interminable risa, terminamos riéndonos de nuestras propias risas. Todo muy normal. Dormimos abrazadas, conciliamos el sueño sobre las seis de la mañana.

A las dos de la mañana del día siguiente despertamos empapadas en sudos, y eso que no hicimos nada... Nos duchamos rápidamente y bajamos a comer sobre las tres. Hambre no teníamos, yo al menos. Mi madre había cocinado una gran olla de macarrones para alimentar a todo un ejército. Comimos lo que pudimos y subimos a hacer la maleta.

-Oye, la caja de condones casi que me la llevo, no? -Muy graciosa ella. Pero toda convencida los metió en su maleta.

-Tú cógelos, por si acaso. Igual un día de estos uso alguno, el tropical era mi preferido.

-Vale, vale. Mejor los voy dejando.

-Te pasa por idiota.

-Pero a esta idiota la tendrás que aguantar toda tu vida.

-Sí, por desgracia me he enamorado de tí.

-Que pena eh..

-Te callas?

-No -No lo dudé, pero en vez de darle un beso, como en las películas, le lancé el cojín más grande que encontré directamente a su cabeza.

Como pudimos y entre risas termunamos nuestras respectivas maletas y las guardamos en el coche. Nos llevamos también unos pastelitos que había hecho mi madre. Ya la habéis conocido, es pueblerina como ella sola. Mientras me despedía de mis amigas, sobre todo de Maria y Jesús, una llamada entró en mi móvil. "José cuñado" me llamaba.

-Marta, estás con mi hermana? -Estaba nervioso, algo parecía no ir bien del todo.

-De acuerdo, no le digas nada pero venid en cuanto antes a Barcelona. Nuestra madre está ingresada, le ha dado un pequeño ataque al corazón y al lerder el conoimiento se golpeó la cabeza.

-No puedo llevarla al hospital sin excusa alguna, algo le tendré que decir..

-Marta, porfavor, piensa algo.

-De acuerdo, enseguida estamos ahí. -Colgamos a la vez. No sabía que decirle. No sabía cómo llevarla al hospital sin darle ninguna explicación.

Simplemente tiré de ella.

-Bueno, nos vamos que se nos hace tarde. Ya hablaremos. -Y sin dejar hablar a nadie la metí en su coche, lo arranqué y a la máxima velocidad permitida puse rumbo a Barcelona.

-Qué haces? Es mi coche, sabes?

-Lo sé, pero tenemos prisa.

-Porqué, ha pasado algo?

-Luego te lo cuento...

No respondí a ninguna de sus preguntas. En una hora y media llegamos a la capital de Cataluña. Puse rumbo inmediato al hospital.

-A dónde vamos?

-Al hospital?

-Porqué, que pasa Marta?

-Tranquilízate vale. Es tu madre, ha sufrido un golpe en la cabeza a causa de un pequeño infarto.

-Qué? Y me lo dices ahora?

-No quería asustarte, ya estamos llegando.

Agua de mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora