Un hombre de apróximadamente 35 años, se encontró brutalmente asesinado en un callejón por el centro; con el rostro desfigurado, una pierna amputada, heridas en el cuello y brazos y un hueco en el abdomen. Las heridas parecen haber sido hechas por u...
Y si el pecado tuviera nombre, definitivamente llevaría el tuyo.
≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
Abrí los ojos sorprendida ante el contacto de sus labios con los míos y una chispa me recorrió entera. Pronto relajó el beso y de chupar y succionar mis labios como si quisiera comerme, pasó a ser más suave, un movimiento acompasado sobre mis labios, una sensación extraña y torpeza de mi parte, apenas pudiendo seguirle el ritmo.
—Desconcertada, por fin reaccioné del embelesamiento en el que estaba sumergida y lo empujé —¡Me besaste sin permiso! Eres un... —A punto de abofetearlo, me detuve en seco al ver su expresión llena de tristeza y bajé poco a poco el brazo.
—¿Tanto... te cuesta entender qué te amo?... Sé que probablemente yo no soy el príncipe de tus sueños, pero eres mi vida. Es irritante que trates de juntarme con alguien más, como si mis sentimientos no valieran nada, como si lo que siento por ti fuera volátil.
A cada palabra que decía mi corazón sentía un nuevo pinchazo.
¿En qué estaba pensando? Tiene razón, lo traté como algo que podía regalar sin más.
—¿En serio tú no me has tomado ni un poco de aprecio en este tiempo? ¿Tanto deseas deshacerte de mí? Si es así sólo dilo y prometo no volver a aparecerme frente a ti...
—Tragué saliva con fuerza al escuchar sus palabras llenas de dolor y bajé la mirada apenada —Jimin... no sé qué decir... tienes razón, no pensé en tus sentimientos y bueno... tal vez deberías alejarte de mí.
«No me gustaría lastimarte más, además de que dudo que mis sentimientos por ti cambien, aún así, estas semanas me has dado recuerdos que sin duda atesoraré siempre. Pero no puedo darte esperanzas por eso.
Una sonrisa forzada tiró de sus labios y al verlo así, mis ojos se llenaron de lágrimas.
—¿De verdad quieres eso princesa? —preguntó de tal forma que parecía rogar desesperadamente un "no" como respuesta, solo me limité a asentir y su mandíbula comenzó a temblar, reflejando sus ganas de llorar —ya veo... Supongo que es hora de irme. Por favor dile a Odille que me sentía mal y tuve que marcharme. Me encargaré de rechazarla como se debe luego.
Así pues, una vez completada su sentencia se marchó y solo me quedé mirando su espalda hasta que se desvaneció a la distancia, con el brillo anaranjado del atardecer como único testigo de la que sin saber por qué, parecía haber sido la estupidez más grande que había hecho en mi vida —y vaya que de esas he cometido muchas—.
Con unas terribles ganas de llorar volví con Odille, ella inmediatamente se percató de mi estado y trató de saber el motivo de mi malestar, pero me negué a hablar y ella no insistió mucho más. Aún así, seguramente supo que estaba relacionado con Jimin debido a su ausencia repentina.
Estuvimos un rato más juntas mientras ella trataba de hacerme reír con chistes tontos y me contaba anécdotas curiosas que había escuchado por ahí en un intento de animarme, esto funcionó un poco, pero de igual forma al cabo de unos minutos volvía a recordar su rostro rojo por el inminente llanto a punto de aparecer y mi corazón volvía a doler, como si pequeños fragmentos de cristal se incrustaran en lo más profundo de mi ser.
Algo que nunca comprendí era el hecho de que representaran el amor con un corazón, si técnicamente los sentimientos y emociones venían del hipotálamo. Pero ahora comprendía que seguro era por el fuerte dolor en el pecho y tal vez en un futuro pudiera saber las otras razones.
Al cabo de un par de horas el sol se ocultó por lo que decidimos volver a casa, hice mi mejor esfuerzo por fingir normalidad y me despedí de ella en la parada del autobús y al subirme a uno, nuevamente al mirar la ventana, el rostro lloroso de Jimin aparecía rompiéndome el corazón una vez más.
—Mi niña ¿Te encuentras bien? —preguntó una amable anciana a mi lado, de tez morena y pequeños ojos llenos de amabilidad. En su mano llevaba un lindo ramo de "no me olvides".
—¿Eh? Sí... ¿Por qué pregunta?
—Sonrió con calidez y sacó un dulce de su minúsculo bolso de mano —Ten come esto, te sentirás mejor —miré el dulce con algo de desconfianza ¿Qué tal si era como los roba niños que regalaban dulces para engatusarlos?
Pareció adivinar mis pensamientos, pues comenzó a reír —Tranquila, ¡no tienen nada malo y esta anciana no podría secuestrarte ni aunque quisiera con estos kg. demás que se carga! —enfatizó lo último sobando su barriga.
—Solté una carcajada y tomé el dulce, al instante lo abrí y al meterlo en mi boca un suave sabor a fresa me inundó completamente —Está muy rico, gracias...
—Su sonrisa se amplio mostrando sus pocos dientes —¿Ya te sientes un poco mejor mi niña? —Asentí y sonrió aún más —Bien, el viento me ha dicho que estás sufriendo por mal de amores, que seguro pusiste distancia frente a cierto chico, y déjame decirte que este chico es muy especial, por lo que no debes dejarlo ir. Apresúrate y trata de arreglar las cosas entre ustedes—El camión se detuvo de pronto y abrió las puertas en una nueva parada —¡Hora de bajar! Nos vemos mi niña, que Dios te guíe.
—Hasta luego —dije desconcertada mientras agitaba la mano en su dirección, y así, tan repentinamente como me habló se marchó también, desapareciendo tras aquel par de puertas.
Un par de paradas después bajé yo y comencé a caminar en dirección a mi casa sin poder parar de pensar ni un solo minuto en las palabras de esa mujer. ¿Cómo lo sabía? Eso del viento no sonaba muy creíble, por lo que debería de existir otra explicación que yo no lograba fórmular.
Más allá del modo, ella tenía razón en algo y es que debía arreglar las cosas con Jimin ¿Pero cómo debería de hacerlo? Realmente lo lastimé con mi imprudencia. En toda la noche no pude dejar de tocar mis labios recordando el beso que me había robado y sonrojándome cada vez.
Además, las ideas justo habían decidido abandonar mi cabeza cuando más las necesitaba, por lo que no podía fórmular ningún plan medianamente decente para arreglar las cosas y mi única opción ahora era acercarme sin pensar y que las cosas se dieran solas en la conversación... Sin duda este sería un fin de semana muy largo.
❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
El lunes llegó rápido como cada semana, con la diferencia de que esta vez sí quería que se apresurara. El radiante sol mañanero parecía animarme a tener coraje. Ese día me esforcé más por verme decente y me propuse nada más cruzar la puerta encontrar a Jimin y arreglar las cosas.
Así pues, mi plan comenzó sin ningún inconveniente y pronto ya estaba buscando a aquel atrevido chico entre cada pasillo y rincón de ese instituto pero había un sólo problema, el desgraciado hablaba en serio con eso de no volver a aparecerse frente a mí.
Ya lo había buscado hasta debajo de las piedras y no tenía éxito encontrándolo, hasta parecía la canción de Ana Bárbara. Ya había preguntado a sus profesores si no había asistido a clases pero ese no era el caso y parecía realmente evitarme.
La mitad de la semana la pasé exactamente igual, buscándolo sin cesar y sin poderlo encontrar como si el aire se lo hubiera llevado, pasaba largas noches en vela, tratando de pensar un plan, pero ninguno parecía tener éxito, y las ojeras bajo mis ojos eran cada vez más espantosas, además me saltaba varias comidas, pues al pensar me olvidaba completamente de cuidar de mí misma.
La segunda semana mi condición no mejoró, pero la motivación se transformó en ira y una especie de veneno protector llenó mi corazón de enojo hacia él, por despreciarme de esa forma. Si iba a buscarme, planeaba ser yo entonces quien lo evitara. Así, el viernes llegó deprisa y para entonces mi estado ya era deplorable, sin duda el insomnio estaba cobrando una cara factura y ese día no pude más, por lo que al finalizar las clases me quedé dormida sobre el pupitre.
Al despertar el reloj ya marcaba las 8 p.m. lo cual solo podía significar una dura reprimenda por parte de mi mamá. Debilitada comencé a correr por varios atajos entre callejones para llegar más rápido, sin embargo, luego de unos minutos mi cuerpo no pudo aguantar más y caí desplomada al piso.
Comencé a luchar por levantarme, pero todo parecía inútil si mi cuerpo no quería cooperar. Como pude me enderecé y me recargué en una pared, aún sin poder levantarme, resignándome de una vez a un feo castigo.
Un borracho que aparentaba al menos 20 años más que yo se acercó a mí de repente.
—Con esas curvas, seguro te alimentaron bien, preciosa ¿Necesitas ayuda? —Pronunció relamiéndose los labios y múltiples escalofríos recorrieron mi cuerpo —No tengas miedo, hace frío está noche así que yo mismo me encargaré de hacerte entrar en calor. —Traté de levantarme sin éxito y su mano derecha rápidamente comenzó a acariciar mi muslo.
—Quite sus manos —supliqué al sentir como serpenteaba ahora su mano izquierda en el interior de mi blusa con un único objetivo en mente...