La luna logra distintos efectos sobre cada persona que la viera en las noches en las que su silencio y brillo lucían eternos.
Ambos solían buscar compañía en la luna, esperando sentir el singular efecto que les causaba. Para uno, el inigualable resplandor que irradiaba, era lo que lograba consolar su llanto, mientras que el otro encontraba su inspiración en el hipnotizante silencio de ella.
Pero hay noches en las que nuestra luna se esconde, en las que su efecto desaparece y nadie puede lograr sentirlo. Noches donde ambos no soportarían la soledad y buscarían compañía, sin éxito alguno.
Las noches sin luna siempre eran devastadoras. En ellas, Jimin no podría parar de llorar al no sentir su brillo arrullador y Yoongi, extrañamente, sufriría de inacabables noches de insomnio.
Una noche de luna nueva se encontraron mientras intentaban encontrar nueva compañía. Ambos, en una desesperanzada búsqueda, pensando que, quizás, el frío viento de la noche podría ser de buena compañía, se dirigieron a la azotea del edificio sin saber que ese momento marcaría un antes y un después en sus noches.
Yoongi pudo ver el dolor en los ojos ajenos. También logró percatarse de que estos lo miraban con impresión mientras lágrimas seguían cayéndole por las mejillas.
Jimin sintió calidez en aquella mirada que halló sus ojitos tristes y buscaba alguna explicación a su llanto.
El mayor se lo llevo a su habitación, esperando poder hablar sobre las lágrimas que había visto caer por su rostro. Esa noche, el pelinegro le contó que, desde hacía tiempo atrás, sufría en silencio, que se odiaba a sí mismo por creer no ser suficiente para los demás.
El rubio decidió que no permitiría que el menor siguiera sufriendo solo. Él no dejaría que volviera a llorar en silencio, sin permitir que alguien le ayude.
Había sido su peor noche, la oscuridad lo hacía sentir más solo que nunca. El abrumador silencio logró que los malos pensamientos sobre sí mismo volvieran a él rápidamente, con mucha más fuerza. Pensó que, tal vez, no había fin para su sufrimiento, que nunca nadie sabría sobre su dolor. Pero cuando sintió cómo lo jalaban y tomaban de su mano, supo que lo harían hablar sobre las lágrimas que caían por sus propias mejillas.
Esa noche hubiese querido no decir nada. No porque no confiara en el rubio, sino porque no quería dejar en descubierto su lado débil. Aun así, se permitió sentirse un poco feliz, pues por fin podría desahogarse, dejar de luchar solo.
Y así lo hizo. Contó cada uno de los pensamientos que no lo dejaban dormir, las críticas, sus inseguridades, los malos comentarios, todo. Yoongi escuchó atentamente las palabras del menor y, de vez en cuando, limpiaba algunas lágrimas rebeldes que caían de los pequeños ojos contrarios.
También se encargó de desmentir las palabras dichas, recordándole cada uno de los aspectos que lo hacían él mismo, aspectos que no debería odiar, sino comprender y valorar. Acompañando sus palabras con dulces caricias en el rostro del contrario, quien no pudo evitar sentirse adormilado y, por fin, conciliar un sueño tranquilo.
El mayor se permitió observar detenidamente el rostro que hallaba tan cerca al suyo. Pudo sentir cómo la inspiración se adueñaba de su cuerpo, inspiración que dejaría pasar al sentir que el sueño también se apoderaba de él.
Con el pasar del tiempo, el que ambos se buscaran en las noches se convirtió en su rutina, con la diferencia de que, después de varias semanas, en las que Yoongi se encargaba de limpiar las lágrimas ajenas, pudieron lograr que las pequeñas gotas desaparecieran por completo de sus noches, siendo remplazadas por cálidas sonrisas.
El rubio ahora podía disfrutar de escuchar la suave risa del pelinegro mientras hablaban de temas triviales o de experiencias pasadas. Y aunque Jimin dejó de mencionar sus inseguridades, el mayor nunca dejó de reconfortarlo con palabras suaves y dulces caricias.
Ambos eran conscientes de que cada vez estaban más cerca el uno del otro, de la corta distancia de sus rostros al hablar, pero no querían hacer algo para evitarlo. Porque el pelinegro disfrutaba de dormir acurrucado en el pecho contrario y al mayor le encantaba dormir teniéndolo entre sus brazos.
Todo se mantenía igual a excepción del sentimiento que crecía rápidamente en sus pechos, sentimiento que no podrían ocultar por mucho tiempo.
Tras tantas noches juntos, Yoongi pudo entender que el menor era su inspiración. Que sea de día, de noche o haya luna nueva, podría componer con solo pensar en él. También descubrió por qué su corazón latía tan fuerte con solo su presencia y los deseos que tenía de descubrir el sabor de sus labios solo terminaban de confirmar sus sentimientos.
Se confesó con palabras dulces y suaves caricias, como siempre había sido con el menor. Le dijo todo con determinación y esperanza de ser correspondido.
Jimin no pudo sentirse más feliz. La persona que lo había sacado del abismo, la que le gustaba demasiado se le había confesado. No pudo contener su sonrisa, tampoco sus ganas de besar esos labios que tanto había querido probar.
Se besaron lentamente, recordando la noche en la que se encontraron.
Eran solo los dos en aquella noche de luna nueva.
Eran los dos buscando compañía.
Era simplemente la luna causando un nuevo efecto en ellos.