Hoy fue el último día de escuela, algo para recordar toda la vida, feliz de principio a fin y con el alma rebosante de alegría regresé a mi casa, mamá había preparado mi comida favorita: Arroz con mariscos, uno de los platos que mejor le salía y una delicia total.
—¿Qué tal fue todo hoy cariño?—me preguntó ella mientras se llevaba mi mochila a mi cuarto y regresaba con una sonrisa de oreja a oreja—Ya puedo decir que mi niña es toda una adulta.
—Fue muy divertido, supongo que sí, empieza una nueva etapa en mi vida.
Había tenido una reunión previamente a mis últimos días en la escuela, mis papás había accedido a pagarme los cuatro primeros ciclos mientras yo me las ingeniaba para conseguir un trabajo de medio tiempo y poder hacerme cargo de los demás ciclos, cabe resaltar que pasé el examen hace dos meses y mi matrícula estaba asegurada hasta marzo, aún tenía chance todo enero y febrero para buscar algo que hacer.
—Hablé con Mari, mi amiga de la peluquería, ella me comentó de un trabajo de asistente que necesitaba de lunes a viernes, le dije que le avisaría cuando irías para una entrevista.
—Genial, mañana estoy libre—le confirmo posteriormente ella le envía un mensaje de texto para acordar la cita y me pide que vaya a lavarme antes de almorzar—Ma, en la tarde saldré con mis amigos para hacer la despedida oficial, ¿puedo?
—¡Claro! Me parece muy bien que salgas a divertirte sin descuidarte, además, ¿Va a estar Zoe, no?—asiento—Entonces está perfecto, ella es un ejemplo que deberías seguir, trabaja desde los quince y ya ha juntado para pagarse toda la carrera, increíble.
Otra vez entró Zoe a la conversación, debía haberlo visto venir. No repelo a mi amiga, pero mi mamá no deja de presumir siempre que puede por las habilidades excepcionales que tuvo para trabajar y estudiar al mismo tiempo sin descuidar sus notas y, encima, estar entre los primeros puestos.
—Si...eso creo.
—Deberías invitarla a cenar o almorzar, sabes que siempre es bienvenida, ¿Qué vas a ponerte?
—Un pantalón suelto y la blusa blanca que llevé para mi comunión.
—¡No! Hija por el amor al señor Dios, no puedes dejar que tus compañeros se lleven esa imagen de ti, debes estar presentable para la ocasión, ponte un vestido o un jean...¿A dónde van exactamente?
—A los juegos.
—Entonces unos jeans ceñidos a la cintura y tu top negro quedarían mejor, puedes usar las zapatillas blancas que te regalé la vez pasada...y también arréglate el rostro, puede ser la última reunión que tengas con ellos y no puedes dejar que se queden con esa imagen cinco años.
—Ma, ¿Si sabes que siempre me vestía como mencioné y nadie se hizo bolas?
—No permito objeciones, ahora, come y te vas a alistar.
[...]
—¡Hera! Llegó nuestra chica favorita—me saludo Zoe muy alegre y corre a abrazarme sin previo aviso, le devuelvo el gesto y saludo uno por uno a mis amigos, al parecer era la única que faltaba—Te tardaste un siglo como nunca...¿Y eso? ¿Nuevo estilo?
—Mi mamá insistió mucho en que me viera bien...lamento llegar tarde.
—Ya me parecía raro, nuestra Hera nunca llega tarde—comenta Darío pasando un brazo por mis hombros—¿Ya podemos ir a los juegos?
—Si—respondo con una sonrisa y elegimos la rueda de la fortuna como primera opción. Estábamos los mismos de siempre: Zoe, Darío, Mónica, Astrid, Carlos y yo. No éramos muchos pero si que sabemos cómo divertirnos.
—¿Qué tal el viaje de casa hasta aquí?—me pregunta Darío mientras nos sentamos uno frente al otro, acordamos que iríamos 2 por vagón ¿Se dice así?
—Tranquilo, al menos no hubo mucho tráfico como la vez pasada y pude encontrar asiento libre—eran las seis de la tarde y el sol ya estaba escondiéndose como era costumbre, la brisa ya se sentía por más que todo estuviera cerrado—¿A qué hora llegaste?
—Hace treinta minutos, me encontré con Mónica de camino.
—Ah, que chevere, vinieron juntos al menos.
—Hera, ¿Estás bien?
Lo miro confundida—¿Por qué me preguntas eso?
—Porque siento que estás llorando por dentro cada vez que sonríes.
¿Qué dices ahora Darío? Yo estoy perfectamente bien, sólo algo nostálgica, eso es todo.
—Creo que te fumaste algo antes de venir.
—Qué dices, sólo quería que te desahogaras conmigo como con Zoe, ¿Somos mejores amigos? Tú estás para mi ¿Acaso yo no puedo estar para ti?—tenía muchas ganas de huir de esta situación. No me preguntes sobre mí, háblame sobre ti.
—No es nada de eso, es porque es nuestro último día juntos, no se cuando los volveré a ver ¿No te sientes mal por eso?—suaviza su mirada y asiente levantándose para sentarse a mi lado.
—¿Abrazo?—no hacía falta decirlo, sólo hacerlo. Pero sí, necesito un abrazo justo ahora—Sea lo que nos estés ocultando, si necesitas un hombro donde llorar, siempre voy a estar para ti.
—Gracias.
Espero no lo necesite nunca.
—Hay algo que debo decirte y no se si sea el momento adecuado para hacerlo, pero no me rechaces tan feo ¿ya?—suspira—Me gustas desde hace dos años.
—¿Qué?—en mi cabeza volvía a repetirse esa pregunta incontables veces, no era un buen momento y él lo sabía, aún así lo hizo ¿Estaba siendo egoísta? ¿O yo era la egoísta? Arruiné su confesión.
—No me mires como si fuera la persona que más asco te da—comenta entre risas—Quería sacármelo de encima, aproveché tu vulnerabilidad para acercarme, lo siento.
Por eso Zoe nos impulsó a entrar solos en el primer vagón.
—No quiero ser mala contigo y tampoco quiero arruinar esto que tenemos...ya sabes la respuesta, lo siento—agradecí al encargado de monitorear el juego porque justo llegamos abajo y pude salir evitando un momento incómodo.
Esa noche me puse a analizar en todo, Darío actuaba como si nada, pero yo me sentía fatal por no sentir lo mismo que él, siento con certeza en cada parte de mi cuerpo que no los veré en muchos años. Él puede actuar como si nada, pero yo no, a mí sí me duele no poder corresponderle a la persona que me acompañó en mis momentos más difíciles.
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Cry.
SpiritualUhum, sí, he tenido malas épocas, como todos. Pero de eso aprendemos, así es como mejoramos, en esos momentos te das cuenta de todo, quienes están contigo y quienes no, si se fueron, no importa. Tu sigue, si te sientes mal, mejóralo, no te quedes es...