Capítulo quince: Pequeños actos, grandes consecuencias.

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No puede ser. ¿Eva? ¿Homosexual? ¿Enserio? En ella no te lo esperabas.

Tú: ¿Cómo?

E: Soy lesbiana, por eso te digo lo de mis padres.

Tú: Pero... Entonces... ¿Por qué tonteas con Jesús?

E: Es que... intento hacer ver que un chico me atrae... aunque no sea así. La gente lo primero que piensa al verme es que soy homosexual, y no quería que en el hospital pasase lo mismo.

Tú: Limpiándote los labios con la mano - Pero no me beses joder.

E: No he podido evitarlo, es que creo que me gustas.

Tú: Imposible, ¡si me odias!

E: Que diga lo que piense sobre ti a la cara no significa que me te odie.

Tú: Pues menudas cosas piensas sobre mí...

E: Pero me atraes igualmente.

Tú: Poniendo los ojos en blanco - No jodas.

E: ¿No eres lesbiana? Ah espero, que sales con el gemelo... - decía rascándose la cabeza.

Tú: ¡Sí hostias! ¡Y encima me besas!

E: ¿No te ha gustado?

Tú: Acercándote a la puerta e ignorándola - Ainhoa, ya puedes entrar.

Ainhoa entró.

A: Eh, no habéis comido nada.

Tú: Ya voy. -decías sentándote y empezando a comer.

E: Yo también - decía sentándote y guiñando un ojo - Pero solo un poquito.

A: Vale. - decía mirando a Eva muy contenta.

Ainhoa se acercó a ti.

A: Susurrándote - ¿Qué le has dicho para que cambiase de opinión?

Tú: Es... - miraste a Eva - muy largo de contar.

A: Pues haya pasado lo que haya pasado, ha funcionado.

Tú no estabas tan contenta. Dormías con una maldita choni lesbiana. No tenías nada contra los "chonis" o "canis". Ni contra la homosexualdad. Pero en este caso hiciste una excepción, ese beso no te gustó. Para nada.

Ainhoa recogió vuestros platos y se marchó.

E: ¿Quieres hacer algo?

Tú: Ni me hables, - mirando la ventana - que va, tengo que salir a tomar el aire.

E: ¿A dónde vas?

Tú: Quiero estar sola...

E: Pero Gabi...

Tú: ¡He dicho que quiero estar sola! - dijiste de un portazo.

Subiste a la azotea. Era la primera vez que ibas. Se podía subir solo los martes. La tarde se acercaba, y el cielo se tiñó de colores naranjas y rosados. Era una preciosidad.

Alguien subió. La pequeña y dulce Joana.

J: ¿Qué haces aquí arriba?

Tú: Verás, es que necesitaba tomar aire fresco. Ya sabes, relajarme.

Joana se acercó a ti.

J: ¿Sabes qué es lo que me tranquiliza a mí?

Te agachaste poniéndote a su altura y le sonreíste.

Tú: ¿Qué te tranquiliza a ti?

J: Señalando el cielo - Adivinar las formas que tienen las nubes.

Oh, ese juego. Siempre en las tardes de verano jugabas con tu hermana Noe.

Pero querías darle un poco de protagonismo a Joana, así que te hiciste la loca.

Tú: ¿Y cómo se juega a eso?

J: Es facilísimo, primero hay que estar en el suelo - decía mientras se echaba al suelo - miras las nubes y tienes que decir qué formas tienen.

Tú: Voy a probar. - decías mientras te echaba.

Te echaste, poniéndote al lado de Joana. Ese día era perfecto para jugar a ese juego, ya que el cielo estaba lleno de nubes de todas las formas y tamaños. Y 3, 2, 1... A jugar.

J: ¡Mira, esa tiene forma de conejito!

Tú: ¡Y esa tiene forma de helado!

J: ¡Mira, mira, esa es una margarita!

Tú: ¿Una margarita? Yo más bien diría que es un tulipán.

J: Mm... - sonriendo de forma pícara.

Tú: Riéndote y haciéndole cosquillas - ¡Estás haciendo trampas!

J: Riéndose - ¡Mentira!

Tú: Haciéndole aún más cosquillas - ¡Qué tramposa eres!

En ese momento Noemi (la enfermera de Joana) subió a la azotea. Joana y tú os levantasteis rápidamente.

N: ¡Joana! ¿Qué haces aquí?

Tú_ Relajase, sólo estábamos jugando.

J: Tirando del brazo de su enfermera - Noemi, Noemi, estaba jugando a adivinar las formas de las nubes con mi mejor amiga.

N: Haz el favor de volver a la habitación.

J: Espera que le voy a decir adiós. - Se acercó a ti, te abrazó y te susurró algo al oído - Otro día jugamos otra vez.

Tú: Vale, pero sin trampas, ¿eh?

Joana se fue mirándote y sonriendo. Si es que esta niña era lo más rico del mundo.

N: Dirigiéndose hacia Joana - Espérame allí - se acercó a ti - Y a ti, que no se te ocurra llevarte a Joana a ningún sitio sin antes decírmelo.

Tú: Oh, vamos. En primer lugar, ella vino por sí sola, y segundo, es una niña, déjela vivir tranquila - Decías mientras te ibas.

Bajaste por las escaleras y decidiste explorar más sitios del hospital.

Entraste por un pasillo que desconocías, giraste a la derecha y... ¿Qué era esto? ¿Una... una sala de baile?

Ah, sí, aquí se hacían las pruebas para probar las piernas artificiales. Pero es que había de todo: Una pista perfecta de baile, CDs, un reproductor...

Tú: Poniendo un CD en el reproductor - ¿Por qué no?

Una canción clásica sonó, te sonaba, ya que tu madre tiene ese mismo álbum desde hacía varios años atrás.

La música sonó, y como no había nadie, empezaste a bailar.

Todo lo que tenía que ver con la música se te daba bien, y eso incluía el baile. Las canciones pasaban y tus pasos fluían sin interrupción alguna.

Alguien entró, y no te diste cuenta, pero cuando ese alguien cerró la puerta, sí que te diste cuenta. Paraste de bailar, quitaste la música. Te acercaste a la puerta para abrirla. Estaba cerrada. Aporreabas la puerta descontrolada.

Tú: ¡Abridme cabrones! ¿Alguien me oye? Oíste los aplausos de alguien que estaba en el otro lado de la pista, y era la persona que supuestamente te había encerrado, en resumen: era Iván.

Danisu: Basto Porque Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora