Capítulo 5

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Ambientalista

Aquella mañana me desperté mucho antes que los chicos, a diferencia de ellos yo me había inscrito en una materia más aparte de las básicas, me gustaba mucho las criaturas mágicas y estudiarlas era algo que me agradaba hacer.

Sin embargo, desde el inicio de las clases había estado tan atrapada en la idea del mapa que no había asistido a ninguna de ellas. Ahora corría con destino a las afueras del castillo para intentar ajustarme a ellas, si es que el profesor me permitía agregarme.

Cuando llegue no había nadie, vacío, existía la posibilidad de que nadie más tomara la clase, muchos evitaban las clases extras después de pasar sexto año.

Pensé en irme, desde donde estaba podía oír a mi cama llamarme para volver a mi sueño, pero tenía que soportar un poco más, que se viera por lo menos un poco de interés

— ¿Esperas la clase de cuidado de las criaturas mágicas?

Lo que sinceramente no esperaba era que alguien me hablara en aquel momento¸ por tal razón mi reacción fue de auto defensa, apunté a la persona que me hablaba con mi varita antes de darme cuenta que era un estudiante. Y ahora él reía de mí.

—Lo siento, no creí que te asustaras tan fácil.

— Me tomaste por sorpresa y me excusare en que sigo dormida— Él sonrió de forma burlona, mientras yo utilizaba toda mi fuerza de voluntad para no reír también—. Eres de Hufflepuff ¿No?

— ¿Qué te llevo a esa conclusión? — Interrogó con sarcasmo.

Bueno, tenía cierta razón, él tenía el escudo de Hufflepuff en su pecho y la bufanda amarilla de su casa, había sido una pregunta realmente idiota.

— Lo siento, de verdad, suelo dormir hasta un poco más tarde. Jillian Evans— Me presente. Puede que estuviéramos en algunas clases juntos, pero sinceramente no sabía quién era.

— Lo sé, eres la merodeadora Evans, todos en Hogwarts te conocen. Aunque según recuerdo, eras pelirroja no rubia.

— Estás en lo correcto...

No quería ser descortés, pero no lo conocía y el parecía no querer presentarse.

— Oh, cierto. Soy Noah Goldstein—Él extendió la mano y yo la estreche con la mía.

— Es un gusto ¿Tomas la clase de cuidados del sexto?

— De lo contrario no me levantaría tan temprano— Respondió encogiéndose de hombros antes de acostarse en el césped, muy cerca del bosque—. Tranquila, el profesor llegara tarde, siempre lo hace.

— ¿Por qué?

— Olvida que da esta clase, y con tan pocos alumnos es más fácil de olvidar. Ven, siéntate, aún queda bastante tiempo.

De haber sabido acerca de la tardanza del profesor habría dormido una hora más, pues eso fue lo que tardó en llegar el pequeño maestro. Apenas completaba el metro treinta y le faltaban algunas partes del cuerpo, algunos dedos y una oreja.

— Siempre se me olvida, siempre— El hombre bajaba la ladera hacia donde estábamos mientras murmuraba palabras sin sentido. — ¡Oh señorita, Evans! Qué maravilla que se haya integrado a la clase de hoy.

— He estado algo enferma— Mentí—Prefería no exponerme al rocío de la mañana.

— Bien, bien, señor Scamander podría prestarle sus apuntes...— No lo habría notado tan rápido si Noah no hubiera movido los brazos, negando, detrás de mí.

Secretos de una MerodeadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora