El día que te conocí

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Sobre el atardecer de un día de verano cualquiera, mis emociones por encontrar a una persona se volvieron... en cuestión de segundos contra mi. Te encontré.

No recuerdo el día, ni la hora, ni la ropa que vestía, ni el olor de nada, ni en que parte de la casa estaba, quizá en mi habitación, o en la sala de estar recostado sobre el tercer sillón, ese que estaba a un lado de la gran televisión que nunca veía.

Por un momento solo paré, abrí una foto cualquiera, eso si lo recuerdo, tu sonrisa espectacular, tu color de cabello, tu mirada coqueta y tu típica foto tomada enfrente de un espejo con un teléfono, la vi, te conocí por primera vez y seguí buscando, aun creyendo que eras tú, pero con mis dudas. Luego... lo encontré y te olvidé. Solo por un momento.

No recuerdo si en el momento que contestaste te hablé instintivamente, o si esperé algunos días más cuando me aburrí de este chico que por cierto cabe recalcar que me aburrí por que estaba en una relación y sobre todo un poco problemática y a distancia. Recalco esta palabra porque... vaya que será un fuerte factor en nuestro futuro, quizá el único que nos impida estar junto, ese y... bueno, tú.

El verano más raro de mi vida, ese que me trajo las peores lágrimas, los más malditos enojos, y sobre todo la desquiciada desesperación y sentimiento de impotencia. Claro también trajo cosas lindísimas, bueno, solo una. Mi banda favorita, mi canción favorita.

Recuerdo de manera muy linda que la primera vez que la escuché me conecté a ti. No sentí ninguna fuerza de electricidad recorriendo mi cuerpo, ni nada por el destino. Estoy seguro de que, desde ese momento, la primera noche que hablamos, mi alma se conectó a ti.

Mi mente imaginó la letra y sin conocerla me transmitió todo, todo y contigo. Creo que jamás mi mente volvió a alcanzar semejante poder. Y creo que estoy bien así.

Aquella noche hablamos de tantas cosas, nosconocimos. Espera. Ya lo recordé.

Cartas A TiWhere stories live. Discover now