El extraño de la moto.

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Mis tíos metieron al chico a la casa, sentándolo en el sofá central de la sala. Mi tía Dinn, la cual era médico general, estaba tratando de ver que tan profunda y que tan duro había sido la herida y el golpe. Yo me mantenía alejada de todo, recargada en el margen de madera del umbral de la puerta de la sala, mientras veía a ese extraño, pero lindo chico a la vez. Tenía unos hermosos ojos , con largas pestañas, y unos lindos labios. Tenía entendido, gracias a la vaga conversación que había escuchado a lo lejos, se llamaba David. 

El tal “David” hablaba animadamente con mi tía Dinn mientras ella intentaba distraerlo de las puntadas que aparentemente tenía que darle en la cabeza. De Igual modo, por la vaga conversación, él decía que era de Brasil, pero que hablaba Inglés. Estaba en un tour en su motocicleta de costa a costa, y que huyendo de sus padres, decidió viajar en moto para conocer toda Grecia. Así mismo dijo que tenía 27 años, y que había perdido el control de la moto por un momento inverosímil. Casi cae en lágrimas cuando mi primo Omar le dijo que la moto estaba prácticamente destruida en la acera de la casa.

No quise ser aguafiestas, pero el cansancio me vencía. Había sido un vuelo de 15 horas sin escalas, y sentía como mis piernas seguían entumidas por haber estado tanto tiempo sentada. Calculando los cambios de horario, no había dormido prácticamente nada, en 24 horas, así que sin más, me despedí de mi pequeña prima Isabella, pidiéndole de favor que si preguntaban por mí, les avisara que ya estaba más que dormida, y que me disculparan. Ella asintió la cabeza, y sin nada de ánimos, fui hasta mi habitación. No tomé un baño ni nada por el estilo, porque sabía que el baño estaría siendo solicitado durante toda la noche. Muy a mi pesar, me fui a dormir justo así, solo me coloqué una pijama, el cual consistía en un short negro y una blusa de tirantes, y me tiré a la cama, solo para despertar al día siguiente, e ir inmediatamente a la playa, para ver si algo reaccionaba en mí y poder empezar a escribir.

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A la mañana siguiente, abrí lentamente los ojos, estirándome sobre la cama. Y lo comprobé: no había sido un sueño, de hecho estaba en Grecia.

Mi primer acto aquella mañana, fue un baño. Recorrí la habitación hasta salir al pasillo, y toparme con la puerta de enfrente. Allí, resbalé prenda por prenda por mi cuerpo, hasta quedar completamente desnuda, y entrar al caliente chorro de agua que quemaba mi piel de una forma raramente deliciosa.

Me quedé otros 10 minutos allí, sintiendo el agua chocar con mi cuerpo, hasta que decidí salir. El agua escurría por mi piel, desde mi cabello hasta los pies. Entonces recordé que no había tomado ropa antes de salir, solo estaba la toalla. Me envolví con ella para salir al exterior. El choque de caliente-fresco con la ligera brisa que entraba desde la ventana del fondo del pasillo, provocaron que mi piel se erizara, mientras que corrí en puntas hacia mi habitación. En la soledad de mi cuarto, me quité la toalla de mi cuerpo, y empecé a secar las piernas, deslizando la toalla por ellas. Los brazos, y al final, el cabello, el cual sacudía como perro mojado, escurriendo por mi cuerpo otra vez. Enrollé mi toalla en lo alto de mi cabeza, y la dejé allí para que se empezara a secar, mientras que buscaba que ponerme. Un short de mezclilla y una blusa verde, así como unos sandalias.

Una vez que estuve totalmente vestida, retiré la toalla, y comencé a cepillar mi cabello. Aun húmedo, salí de la habitación. Escuchaba voces, en total, 2, la de mi abuela, y una que no había reconocido. Crucé el comedor, y en la barra de la cocina, a espaldas hacia mí, se encontraba el extraño chico de la moto hablando alegremente con mi abuela.

- ¡Princesa Ven a desayunar - dijo mi abuela animada. El chico levantó la mirada, y me miró, examinándome de pies a cabeza sigilosamente. Yo fui y saludé a mi abuela de beso.

- Solo tomaré alguna fruta o algo por el estilo, quiero ir a la playa a escribir un poco, a ver si funciona.

- ¡Ah! Que idea maravillosa! - comentó ella. - pero no puedo dejar que te vayas con el estómago vacío __________! Tienes que comer algo, y una fruta no es opción. - se levantó de la silla donde se encontraba sentada, yendo directamente hacia la cocina, tomando un plato y cubiertos.

- Ah, David, ¿Me decías...? Lamento la interrupción. - agregó mi dulce abuela. Yo me senté frente a el, en una de las sillas que se encontraban vacías en la mesa del comedor. Mi abuela se encontraba sentada en la cabecera.

- Si, Sra. Giorgatos , le decía que buscaré algún lugar donde quedarme en Oia, para poder tener tiempo para arreglar yo mismo la motocicleta. No tengo mucho efectivo como para pagar un hotel y un mecánico.

- ¡Tengo una maravillosa idea! - mi abuela llego y se sentó, sirviendo en mi plato un pan recién horneado, con mantequilla y mermelada. Lo puso frente a mí, y yo le sonreí en agradecimiento. - ¿Por qué no te quedas con nosotros hasta que arregles tu moto? ¿Como hoy? - sentí claramente como me atragantaba al escuchar las palabras de Nina: ¿Está diciendo que ese chico había dormido allí? La miré perpleja, y él me miró apenado.

- Abuela, no hostigues al chico, quizás quiere irse de aquí. - comenté.

- Oh, no no no, no me malinterprete Sra. Nina, su casa es hermosa y su hospitalidad adorable, pero no puedo ser un acomedido, no con usted, mil disculpas.

- Si Tita, escúchalo, déjalo que se valla. - asentí con el chico. No quería ninguna clase de distracción en la casa, para que yo me pudiera enfocar totalmente en mi trabajo para la beca.

- ¡Estupideces de ambos! - exclamo mi abuela casi ofendida. – mira David, por mí encantada de tenerte en casa, no gastes tu dinero en hoteles baratos. Y __________, se más abierta ¿Está bien? No desconfíes tanto, que es por eso que los americanos no avanzan. No sé cómo sea en Nueva York, pero los griegos no nos fijamos en las cosas negativas. - me callé la boca, y miré hacia el mantel.

- Gracias, en verdad, no tengo modo de agradecérselo. - dijo David galantemente. Mi abuela le tomó una mano con ambas manos suyas, y le sonrió.

Kaló̱s í̱lthate sti̱n Elláda!  (Bievenido a Grecia, gracias traductor) – Exclamó mi abuela feliz. 

Una escritora sin amor [David Luiz y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora