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SEGUNDO ACTO • CAPÍTULO VEINTIDÓS: DADDY STEVE.
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—Cielos, esto sí que es un auto—, suspiró Steve al ver el vehículo estacionado frente a él.
— ¿Es un Toddfather?
—A la mierda, Todd—, respondió el azabache —. Steve es su daddy ahora.
— ¿Daddy?—, repitió Rosalie, sorprendida.
—Sí, así es como puedes llamarme—, le respondió en un susurro y, cuando se percató de lo que dijo, sus mejillas se volvieron rojas —. Perdón, fue la emoción.
—Ajá—, balbuceó la pelirroja, ocultando la carcajada que quería escapar de sus labios al cubrirse con su cabello mientras se sentaba en el lugar del copiloto.
— ¿Te referiste a ti mismo en tercera persona?
— ¿Se acaba de llamar daddy?
—Bien, ¿a dónde vamos?—, inquirió Steve, ignorando los comentarios de las chicas.
—A Amon Sûl—, respondió Dustin.
— ¿A dónde?—, repitió Steve.
—Sólo conduce.
—Está bien, ¡cielos!—, se quejó el azabache antes de arrancar.
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El grupo se encontraba en la señal de radio y Dustin guiaba a Hopper, Joyce y Murray dentro de las instalaciones rusas. Rosalie se había sentado en el suelo, mirando el pasto cuando Steve se levantó.
—Chicos—, llamó su atención y todos se levantaron para observar que las luces estaban fallando en la ciudad.
Dustin rápidamente volvió a agarrar la radio —. Familia Griswold, aquí Tropa Scoops. ¿Me copian? Cambio. Famila Griswold, repito, aquí Tropa Scoops. ¿Me copian?
Y la respuesta fue un grito por parte del Desollamentes.
Sin esperar otra respuesta, Rosalie se levantó y comenzó a correr en dirección al auto, pero fue detenida por Steve —. ¿Qué haces?
—Voy a ayudarlos—, contestó obvia la chica —. Mi hermana está allí. No importa lo que hagas, no me voy a detener, Steve.
Steve asintió —. Voy contigo.
—Esperen—, exclamó Dustin, pasándoles un walkie tolkie —. Manténganse en contacto.
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— ¡Acelera, Steve! ¡Acelera!—, gritó Rosalie antes que el chico pisara el acelerador del auto hasta el fondo. Llegando justo a tiempo a chocar el auto en el que se encontraba Billy y se dirigía a chocar al otro grupo.
Steve jadeó —. ¡Estamos dementes!
— ¡No me digas! ¿En serio?—, gritó Rosalie de vuelta antes de ver sobre el techo del mall, donde el Desollamentes se encontraba —. Mierda.
Jonathan aceleró y les tocó bocina cuando paró el auto a su lado y Nancy los apuró para que se suban mientras ellos bajaban de un salto del Toddfather. Ambos se subieron al baúl ya que era la forma más rápida de subirse y, al mismo tiempo, no había espacio en el resto del vehículo.
— ¿Están bien?—, preguntó la pelirroja, mirando a Lucas y Will.
—Sí—, asintió Will —. Gracias a ustedes.
— ¿Dónde está Max?
—Ella salió con Mike y El por detrás—, contestó Lucas —. No te preocupes, están bien—, aseguró el chico.
Y la chica sabía que su hermana no corría peligro porque el Desuellamentes los perseguía mientras Jonathan iba lo más rápido que el auto se lo permitía. Steve y Rosalie intercambiaron una mirada antes que el walkie comenzara a emitir voces —. Dustybun, ¿me copias?
—Te copio, Suziepooh. Ahora te escucho mucho mejor, gracias.
—Era real—, exclamó Steve.
Rosalie rió —. Te dije que era real, bobo. Deberías confiar en nuestro bebé.
— ¿Su bebé?—, inquirió con un tono burlón Lucas.
—Silencio—, advirtió la pelirroja.
— ¿Por fin están saliendo?—, aclamó Lucas.
Will abrió los ojos —. ¿Ustedes salen?
Las mejillas de Rosalie se volvieron rojas y se tapó el rostro mientras soltaba un gemido —. ¿Realmente estás preocupados por esto cuando el Desuellamentes nos está persiguiendo?
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La sangre de Rosalie Mayfield se congeló cuando vio a la enorme criatura darse la vuelta. Rápidamente Steve avisó al resto del grupo que el Desuellamentes ya no los perseguía y Jonathan dio un giro en U, dirigiéndose de vuelta al Starcourt.
Si la pelirroja antes estaba medianamente tranquila creyendo que su hermana se encontraba a salvo, cualquier rastro de paz se esfumó en cuestión de segundos.
