La conversación

870 25 1
                                    


Silvia tenía razón, no podía dejarse achantar y humillar por ellos, aún con miedo debía intentar superar las horribles horas sufridas en la DGS y tratar de seguir con su vida, con Luisita, de la mejor manera posible.

Sentía que no podía contarle todo lo que había sucedido entre aquellas paredes a su novia, que bien sonaba eso, pero a la vez sabía que sino lo hacía ese dolor, rabia o como quisiera llamarse se pudriría en su interior y nunca conseguiría ser del todo feliz con quien realmente quería serlo, Luisita, su amor, su fuerza y a quien quería proteger a toda costa. Sabía, también, que si se lo contaba ella no iba a parar hasta vengar todas las afrentas sufridas por ella a manos de esos carroñeros mal llamados médicos.

En esos pensamientos estaba cuando oyó abrise la puerta de la habitación del hotel. En la puerta estaba ella, con ojos llorosos, deseando abrazarla pero esperando su permiso para hacerlo. Cuanto habría sufrido ella también...

-¿Qué haces aquí?- preguntó temblorosa- No pueden vernos juntas Luisita y menos de noche, en una habitación y en el hotel ¿estás loca?-

-Si, estoy loca pero no podía estar en casa sin saber si estabas bien, mi padre no tenía ningún derecho a decir lo que te ha dicho y a echarte de casa, Amelia- contestó dejando el bolso en la mesa y acercando la silla a la cama.

-Tu padre tiene razón, es peligroso y además él sólo quiere lo mejor para ti- contestó apesadumbrada la vedette.

-Puede que si tenga razón en que es peligroso pero tú nunca has sido una mala influencia en mi y eso es lo que no entiende, que si estoy aquí, contigo, es porque quiero estar aquí, no porque tú me hayas hechizado, atrapado o atraído a esta locura y así se lo he dicho, soy mayor para saber lo que quiero y lo que quiero eres tú, por mucho que cueste, por mucho que nos cueste, cariño.

-Luisita- fueron las únicas palabras que le salieron a la morena antes de empezar a llorar desconsoladamente-

-Mi amor, me rompe el alma verte así- cogiendo su mano- Cuéntame que te hicieron, por favor-

-Cariño, quiero protegerte, saberlo no ayudará en nada y te hará sufrir- le contestó abrazándose a ella muy fuerte

-Ya estoy sufriendo por verte así e imaginando yo que sé las cosas que pudieron hacerte allí, mi amor- dijo con ojos suplicantes al deshacer el abrazo.

-Me llevaron a una habitación fría, húmeda y sin ventanas, había una silla cerca de la pared y una mesa en el lado contrario- empezó a contar mientras cogía un pañuelo del bolsillo

-Sigue por favor- dijo Luisita agarrando fuerte su mano y empezando a llorar también sabiendo que lo que estaba a punto de escuchar no iba a ser agradable.

-Había tres señores con batas blancas, me hicieron desnudar y me empezaron a obsservar no sin antes reírse un poco de mi

-Cabrones- soltó Luisita sin poder contenerse

-Cuando acabaron de mirarme me hicieron sentar y empezaron a tomarme la temperatura de todas las maneras y sitios posibles, sin limpiarlo, sin miramientos, sin cuidado- cerró los ojos intentando borrar esa imagen de la mente

-Mi amor- susurró Luisita que ya a estas alturas estaba en la cama junto a Amelia y la abrazaba

-Cuando terminaron me sacaron sangre, me auscultaron y me hicieron levantar. Me pusieron los brazos en cruz y las piernas abiertas y me... -no pudo continuar pues el llanto era demasiado fuerte y apenas si podía respirar.

-Cariño, shhhh, ya está, estás aquí conmigo, mi amor- susurró con el tono más amoroso y cariñoso que pudo.

-Luisita, fue horrible, nunca me había sentido así de humillada, me trataron peor que a un animal y mientras me hacían todas esas cosas se reían de mi, de nosotras. Yo no quiero que a ti te hagan lo mismo, quiero protegerte.

-No hemos hecho nada malo-dijo después de dejar un suave beso sobre los labios de Amelia

-Entonces, si no hemos hecho nada malo ¿por qué nos han tratado así?¿por qué tu padre nos ha dicho esas palabras hirientes?¿por qué tengo tanto miedo de mirarte en la calle?¿por qué?- preguntó Amelia entre sollozos.

-No lo sé, supongo que porqué tienen miedo de lo que no entienden o de lo que es diferente, yo te quiero y eso nunca puede ser malo.

-Tengo miedo, no quiero volver a pasar por lo mismo o que tú tengas que pasar por esto ¿qué vamos a hacer?- dijo la vedette mirando fijamente a los ojos de Luisita.

-Cuando empezamos, aquel día en el camerino me dijiste que no iba a ser fácil y que estar juntas serviría para ser más fuertes ¿recuerdas?-

-Fui una ingenúa entonces, no me imaginaba que pudiera ser tan cruel el mundo- respondió Amelia

-No todo el mundo es cruel, mira mi abuelo, Benigna, mi hermana, Silvia, Natalia, mi madre incluso tu madre a su manera... No es fácil y menos después de estos días pero no podemos dejar que nos arrebaten nuestra vida, nuestras ilusiones y nuestro amor. Porque yo puedo superar cualquier cosa pero si sé que estás a mi lado- dijo Luisita emocionada

-Sabes que te quiero más que a mi vida y tampoco quiero que me arrebaten mi ilusión, tú, pero ahora mismo no sé como hacerlo- dijo Amelia de nuevo abrazada a su novia

- Poco a poco mi amor, con cuidado, teniendo mucho más cuidado y esperando que en un futuro no muy lejano este país y su gente haya cambiado lo suficiente para que no importe con quien nos acostemos en nuestras casas.

-Abrazame fuerte, Luisita- mirádole a los ojos- Te quiero

-Yo también te quiero- contestó Luisita mientras pensaba en que podría hacer para intentar vengar la humillación de la persona que más quería en esta vida.

La conversaciónWhere stories live. Discover now