Capítulo dos: Desahuciado

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Josué,

—¿Te podrás ahogar sin siquiera necesitar una gota de agua? ¿Podrás crecer sin tener remordimientos?— preguntó aquella niña.

—Deja ya de mirar la luz Beatriz.

—¿Crees que esto sea parte de un todo?

—Beatriz...

—Responde

—No lo somos, no somos parte de un algo, sino de un nada. Somos infinitamente uno, individuales persistentemente.

—¿Qué es lo que somos, que nos hace ser tan desagradablemente inalienables?

—Las memorias Beatriz. Somos lo que somos, y cuando lo expresamos, no somos, sino fuimos.

—¿Quién te ha dicho tal barbarie?

Me aupé de la cama y tallé mis ojos levemente .

—Josué, ¿quién te lo ha dicho?

—Prepárate a dormir, en poco llegan tus padres.

—Josué, ¿ha sido el viejo?

Ignoré su pregunta para alzar las mantas e indicarle que se acomodara entre ellas.

—Quiero que me lleves con él.

—Beatriz, él no sabe siquiera su nombre.

—Entonces, no hará falta ninguna presentación.

Existir ¿acaso no perturba?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora