El agua que está en el balde es fría como el hielo y el sol está quemando la totalidad de mi cuerpo expuesto, sus rayos se proyectan sobre mi piel en parches calientes y desiguales.
Limpio el rastro de sudor de mi frente, haciendo una mueca al tocar, antes de volver a levantar la esponja y presionarla contra la ventana de cristal del Honda plateado de alguien.
A pesar de que el sol quema y se encuentra un aumento de temperatura gracias al clima bipolar, mis manos están absolutamente heladas.
Probablemente sería mejor opción el usar guantes en lugar de zambullirse con las manos desnudas, pero eso requeriría llamar a Mae y pedirle un par de esas cosas de plástico que probablemente terminaría abandonando de todos modos, así que lo dejo pasar.
Los niños en el asiento trasero evitan mi mirada y estoy un poco agradecida por eso, porque lo último que quiero es hacer contacto visual con alguien mientras uso un traje de baño que es dos tallas más pequeño que yo.
No estoy completamente desnuda, gracias a Dios, y debería estar contenta. Estoy usando el top del bikini de repuesto de Bailey y unos shorts que conseguí que Ashley me dejara anteriormente en la guardería, así como un par sandalias.
Sin embargo, no puedo evitar sentir los ojos de todos los que me rodean, ya que sé que tres adolescentes lavando autos en medio de un parque desierto, no es probablemente la parte más normal del día de una persona.
Suspirando, empapo el Honda con el balde de agua a temperatura bajo cero, su contenido, salpicando mi pecho en el proceso. Me estremezco, justo cuando el conductor me da un pulgar hacia arriba y saca la mano por la ventana para colocar algo de cambio en el frasco de galletas vacío que Mae nos hizo usar para las donaciones.
Le doy al hombre una sonrisa tímida mientras el auto se aleja al mismo tiempo que sus dos hijos en el asiento trasero me miran con ojos brillantes.
