-¿Y al final que ha pasado con Adam?- Pregunto David mientras encendía el cigarrillo.
-Sí...eso. Pues que estábamos borrachos, y se nos fue de las manos- dijo bastante pasota mientras que daba una calada a su cigarrillo. David rio.
-Sí, "estabais borrachos". Fue "solo eso".-dijo muy sarcásticamente, mientras que se apoyaba en la pared.
-Cállate- dijo Steve mientras que le golpeaba. Los dos rieron. Oyeron el timbre y los dos tiraron el cigarrillo. Salieron de aquel escondite detrás de la escuela y fueron rápidamente a clase. Para cuando llegaron todos estaban en clase.
- Me parece que vamos a tener bronca- dijo Steve mientras que entraba en su clase y dejaba a su amigo atrás.
-Siéntate, por favor. –dijo la profesora sin quitar los ojos del libro. Y siguió dando clase. Fue a su silla y vio a su amigo que lo juzgaba con la mirada.
-Apestas a tabaco-dijo este muy áspero. Había pasado una semana de la charla del parque, y Adam todavía estaba raro.
-¿Ahora eres mi hermano?- dijo sarcásticamente. Pero al darse cuenta de que el ojiazul se ponía más serio dejo de reír como un lerdo.
Ninguno hablo en las siguientes clases como solían hacer últimamente.
Yendo a casa todos hablaban como de costumbre.
-David, esta tarde tengo libre. ¿A las seis?- comento Steve.
-Vale, no pensaba quedarme en casa-
-Eh, ¿me puedo apuntar?-
-Pues claro- dijo David sin pensárselo.
-¿Y a qué se debe el honor?- dijo Steve sarcásticamente, totalmente extrañado.
-¡Es viernes! Y además no quiero quedarme en casa solito.- respondió mientras que hacia un puchero.
-Y ¿no puedes llamar a una de tus "amigas"?-
-¿No te has enterado? Están enfadadas con él- dijo Harthur riendo.
-¿Pero qué has hecho?- dijo Steve alarmado, porque sabía cómo era su amigo.
-Estuvo saliendo con tres a la vez, más las otras, y pues bueno que todas se han enterado y...-dijo Harthur mientras que juzgaba con la mirada a Gilbert. A lo que este simplemente se encogió.
-¿Qué, tú te apuntas?- pregunto Steve al grandullón.
-No, tío, no puedo-
-¿Y tú Adam?- Pregunto David como un lerdo, porque no se acordó para nada de lo que pasaba.
-No puedo- respondió lo más amable que pudo.
-Bueno, pues parece que nosotros tres nos vamos de juerga.
Eran las cinco y los tres andaban por la ciudad.
-Buahh, que sed. ¿Entramos en ese café?- se quejó David mientras señalaba un bar. Tenía un cartel grande en el que ponía: CAFÉ DESTINO. A Steve le hizo gracia. Quien le pone ese nombre.
Fueron a parar a una mesa al lado del gran ventanal. Cuando por fin sentaron sus traseros en aquellas butacas de cuero Steve se perdió en su mundo. Vino la camarera y no se fijó en ella hasta que la reconoció. La chica rubia de la discoteca. La chica de pelo dorado. La chica y Steve se quedan mirándose fijamente, sonrojados los dos hasta las cejas. Steve empieza a recordar, su pelo que cambiaba de color por las luces de la discoteca, su perfume, su voz angelical, sus labios... David y Gilbert miran al par de pasmarotes.
-¿Os conocéis o algo?- David fue el único que atrevió a cortar aquel silencio.
-Si... No... Igual... No se...- parecencia que les había dado un pantallazo. La camarera huye y el interrogatorio comienza.
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Dejarse llevar
Teen FictionLa vida de un chico delgaducho y enclenque que aparenta ser la mas sencilla del mundo , se vera afectada, todavía mas, por una decisión, una decisión que cambiara su historia y la de sus amigos. Y puede que esa amistad se convierta en algo mas, o al...