26.

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Ya estaban los cuatro en la casa nuevamente, Martín recién salía de bañarse, con un bóxer puesto. Pedro le dio unos cuantos besos y se alejó de él, metiéndose al baño debido a que tenía arena hasta en lugares que no conocía. Martín recordó a su hermano, no sabía nada de él desde que se había ido el día anterior, que desastre de hermano son los dos, sin saber nada del otro.

—¡Tomi!— exclamó Martín, una vez que su hermano le atendió.

—Ho—hola hermano, ¿cómo estás?— respondió en un tono sumamente nervioso que le pelinegro notó al instante.

—Bien, ¿y vos? ¿Qué onda?— preguntó, dudoso.

—Ah, yo... estoy con Pedro, estamos por ver un partido.

—Cheto, en un par de días nos vemos.

Cortó y se quedó con el móvil entre las manos unos cuantos segundos. Su novio salió del baño, frotándose la toalla por el cabello mientras veía a su novio concentrado mientras miraba un punto fijo de la habitación.

—¿Amor, pasa algo?

—Llamé a Tomás y me dijo que está por ver un partido con vos. ¿Debería sospechar que algo anda mal?

—Deberías— rió—. Qué raro, que yo sepa siempre que está con alguna chica te lo cuenta.

—Sí, por eso me parece raro. Estaba bastante nervioso, no sé qué onda.

—Podemos volver si querés...

—No quiero arruinarles todo, amor.

—Ay bebé, no arruinas nada, los chicos lo van a entender.

Los chicos comprendieron, pero querían darle su merecida despedida a Villa Gessel, por lo que lo que restaba de dinero se lo gastaron en un buen boliche y escabio. Se pusieron ropa como para salir y emprendieron viaje a l boliche que habían planeado ir. La música retumbaba en las paredes, y los tres jóvenes se sintieron en su ambiente natural, mientras Micaela sentía como volvía tres años en el tiempo. Pidieron para tomar, Pedro prendió un cigarrillo y se sentó en la barra mientras la otra pareja se iba a bailar. Martín aún se sentía algo tímido y como recién comenzaba la noche, aún no era momento para bailar.

Pero el alcohol le hace completamente vulnerable, y en especial porque pidió un vodka con licor de frutilla. Él sabe que nunca aguanta los tragos fuertes, ¿por qué había pedido semejante cosa? De pronto, volvía a ser un inútil. Su novio se dio cuenta de aquello cuando solo le quedaban dos tragos a su vaso, por lo que le quitó el vaso de la mano y lo atrajo hacia él, dándole un pico y haciéndole sentir su gusto a cigarrillos, a la par que Martín le pasaba su gusto a alcohol.

—Recién llegamos y ya estás en pedo, mi amor.

—No estoy en pedo, exagerado— rodó los ojos y lo tomó de la mano— ¿Por qué no bailamos un poco?

Pedro sabía que negarse a su novio que ya se estaba poniendo en pedo sería en vano, por lo que tiró el cigarrillo por cualquier lado y se dejó llevar por su novio. La música era un remix de DJ. Alex, y aunque nunca creyó conocer el lado provocativo de Martín, había llegado. Las caderas del pelinegro se movían de un lado al otro, llevándose la mirada de unas cuantas personas a su alrededor, y sobre todo, la de Pedro, quien se sentía hipnotizado por aquel vaivén. ¿Cómo aquel hombre esculpido por los dioses griegos podía sentirse insuficiente? ¿Cómo hacía para ser tan tierno y de un momento al otro ser tan provocativo? Si ya estaba enamorado, aquellos sentimientos se multiplicaban el triple.

Siempre había mantenido el pensamiento de que cuando tuviera un novio (novia no, ya que éstas nunca le habían atraído más que sexualmente) no sería para nada tóxico, dejaría que tuviera la misma libertad que cuando no estuviera en pareja. Y entonces se imaginó a su novio bailando de ese mismo modo frente a tantos otros chicos que jamás le interesarían, porque Martín sólo está enamorado de él. Recordó, entonces, las miles de veces que discutió con sus anteriores novios porque se vestían con ropa apretada, o por los comentarios en sus fotos. Y se dio cuenta d que no le importaría si hicieran lo mismo con Martín, porque tenía tanta confianza en que las cosas salieran bien esta vez, que no podía ponerse a pensar en aquello.

El antiguo Pedro se estaba muriendo poco a poco, todo lo tóxico que anteriormente lo caracterizaba, Martín lo había cambiado. Su charla había sido totalmente cierta, los dos habían llegado a la vida del otro con la sola intención de hacerse un bien, ser una solución para la otra persona. Y aunque no hace mucho tiempo estaban juntos, Pedro ya sentía como si Martín fuera su complemento. ¿En qué momento aquel Pedro que se acostaba con todo el mundo se preocupaba más por la otra persona?

Es muy divertido que se ponga a pensar en esas cosas cuando Martín le está bailando muy sensual, ni siquiera sabe cómo controlarlo, pero hay cosas dentro suyo que comenzaban a despertarse, y no tenía idea de cómo controlarlo. Tomó a su novio de la cintura, haciendo que chocaran sus cuerpos, y aunque Martín ya estaba cayendo a los efectos del alcohol, entendió lo que Pedro le quería hacer sentir. Se volteó, sin dejar las cercanías de sus cuerpos.

—No estoy preparado todavía...— susurró en su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja con deleite.

—Ya lo sé, solo quiero que sepas lo que me haces sentir— respondió Pedro guiñándole un ojo.

bebé ; pedrimente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora