–¡Ah, estoy tan cansada! –Dije entrando a mi casa, quitándome los tacones, tirándome al sofá y ante las risas de Gerard– no deberías reírte de mí –lo fulminé con la mirada pero el simplemente no podía dejar de reírse.
–lo siento, guapa. Pero es que te lo advertí. Imagínate si hubieras tenido que caminar todo el trayecto.
–Sí, Gerard. Tengo suerte de que mi hermoso novio me cargara la mitad del camino.
– ¿Así que soy hermoso? –preguntó con una mirada pícara.
–Claro que sí –dije y le soplé un beso desde el sillón. En un segundo, una imagen de lo ocurrido esta noche se cruzó en mi cabeza y automáticamente mi sonrisa se desvaneció. Gerard caminó hasta mi se puso en cuclillas.
–Perdón... –me desconcerté.
– ¿Perdón por qué? Tú no has hecho nada.
–Claro que sí, ese tipo –refiriéndose a su primo– te hizo lo que hizo por venganza de algo que yo le hice hace más o menos dos años. Y el simplemente no ha podido superarlo y si... Si él te llega a hacer algo... Si él pone un sólo dedo sobre tu cuerpo de nuevo, lo mataré. O si te hace algo peor por mi culpa yo no podría vivir. No sin ti, Ashley –me enternecí, nadie nunca me había dicho esas palabras antes y era tan hermoso cuando la persona que te las decía, era también la más importante. La persona por la que recibirías una bala sin dudar dos veces...
–Gerard, me gustaría saber la historia completa, pero primero debo sacarme sus el tacto de sus manos en mi cuerpo con una ducha –él asintió– espérame aquí.
–tómate tu tiempo, preciosa –1, 2, 3, 4, 5, 6 duchas y aún no iba la sensación pero ya no podía dilatarlo más, tenía que saber sus razones y lo que Gerard había hecho. No me gustaría enterarme por terceras personas y decepcionarme de él, aunque creo que nunca podría. Me vestí con un pijama de cuadros rojos y una blusa de tirantes. Busqué entre mis cajones una camisa lo suficientemente grande para él y un pantalón de dormir.
– ¿No te molesta dormir con un pantalón de chica? –le pregunté pues los había recibido dichoso.
–¡Claro que no! ¿Cómo me molestaría? ¡Son comodísimos! –solté una carcajada y él se unió a mis risas desde el baño en donde se cambiaba. Al salir, me dio un beso fugaz y nos acomodamos en el sillón, yo lista para oír la historia y él, listo para contármela.
–Todo pasó hace dos años –comenzó con hablar pausado–, yo estaba en el instituto y él estaba en algunas de mis clases. Nos llevábamos bien y era agradable estar cerca del otro. Pero un día, a la clase de historia, llegó una chica nueva llamada Scarlet... Era hermosa a los ojos de todos pero yo apenas la noté… Si, era hermosa –dijo ante mi cara de "Sólo lo dices porque yo soy tu novia"– pero muy superficial. Ya sabes, extensiones, maquillaje excesivo y estaba seguro que había tenido más de 3 operaciones –acomodé mi cabeza en su hombro y él me besó la frente. Prosiguió– Adam estaba fascinado con ella. Pero yo no lo sabía. Con mis amigos más cercanos apostamos quién sería la persona capaz de conquistarla y llevarla a la cama. El ganador recibiría $100 dólares por cada miembro de nuestra "pandilla" y sería mucho pues éramos 7 amigos compitiendo. Mi objetivo nunca fue el dinero, quería probarles a todos ellos que podía conquistarla, aunque todo fuera mentiras y engaños. Empecé poco a poco, pero aún así, estaba más avanzado que todos ellos. Ella jugaba con ambos. Con Adam y conmigo. Después de un tiempo me enteré de que al salir de una cita conmigo, se iba a una con él. Adam... Él estaba totalmente enamorado de ella, la tenía en el más alto pedestal, y cuando ella cayó de allí el más afectado fue Adam.
>>Un día, después de cumplir mi cometido, ella estaba nerviosa, quería que me vaya de su casa lo más rápido posible y por la puerta trasera. Pero ella estaba sola ese fin de semana, y yo con toda seguridad salí por la puerta delantera y me encontré con Adam que nunca antes había visto: llevaba consigo un peluche enorme, un ramo de flores de los cuales se desprendía globos. La impresión de los globos decía: Felices 2 Meses. Me sorprendí al verlo allí y con todo eso, pero el más sorprendido fue él al ver a la chica de sus suspiros asomarse por la puerta con una sábana como única vestimenta. Enloqueció, tiró todo al suelo y rompió lo que pudo. Nos maldijo a mí y a ella. Pero ella no se dejaría gritar por él. Sus palabras fueron fáciles "Estaba jugando contigo, yo estoy enamorada de Gerard. A ti nunca te quise" el rostro de Adam palideció y me miró esperando una explicación, yo solo balbuceaba y no lograba decir nada coherente. Él actuó más rápido que yo, se lanzó a mi cuerpo dispuesto a matarme por haberle quitado a su princesa. Scarlet miraba con malicia como intentábamos “pelearnos” por ella. Pero nunca se imaginó el desenlace que se avecinaba. Una vez Adam acabó con sus fuerzas se dejó caer en el suelo llorando y musitando “¿Por qué?... La amo… Ella lo es todo para mí… ¿Nunca fui suficiente?” yo casi no podía respirar, Adam había roto mi labio y mi cuerpo entero me dolía, pero ella intentó aprovecharse de la situación. Se acercó a mí y me plantó un beso que yo no correspondí, se separó y me miraba interrogante, sonrió y dijo –Yo sí te amo a ti, Gerard. –pero yo la aparté de mí, dispuesto a salir de allí y nunca más volverla a ver. Caminé hasta la calle y grité a todo lo que mis pulmones daban –¡Yo nunca te quise, Scarlet! ¡Yo jugaba contigo! ¡No eres más que una apuesta para mí! –su rostro estaba rojo de la rabia y se encerró en su casa dando un portazo. A Adam pareció no importarle pues desde ese día me guarda un rencor capaz de hacer estupideces. Y lo entiendo un poco, ahora. Ahora que sé que moriría si te llegase a perder de un momento a otro. Si te llegase a apartar de mi lado… siento mucho si esta historia te decepcionó de alguna manera, Ashley. Sé que piensas que no soy así y quiero que sepas que cambié. Juré nunca más hacerle eso a una mujer y lo estoy cumpliendo. Te amo con locura, mi reina –su relato terminó y yo lo miré sorprendida. No sabía muy bien que responder o cómo actuar. Adam de seguro intentaría algo en el futuro, estaba segura de eso y me aterraba saber lo que es capaz de hacer.
–Yo también te amo con locura, como ya no se ama. Y esta parte de tu vida no lo cambiará, agradezco que lo hayas contado y sé que no se repetirá. Y te lo prometo, nunca me perderás –sus ojos estaban cristalizados y nos unimos en un abrazo alentador…
