Cathaleya se asustó al sentir que alguien se sentaba a su lado y su reacción fue darle un puñetazo para desequilibrarlo y salir huyendo, pero cuando vio la gran figura a la que le había golpeado, se relajó.
- ¡Me tienes con el puto corazón en el suelo, sabes que he enviado a un grupo de hombres a buscarte, nuestros hombres están preocupados por ti y tu bienestar, yo estaba preocupado pensando en lo peor! - dijo mientras se daba un masaje en su nariz, el golpe había sido bastante fuerte.
- ¡Tú madre me odia! - fue lo único que ella respondió.
- No te odia, solo es territorial, dale tiempo hasta que se adapte a tu presencia! - respondío.
¡-Ojala se adapte pronto, mi carácter está a punto de estallar a causa de su despreció -
Michel no añadió nada, ella tenía la razón y no podía decirle algo negativo por tal cuestión.
Puso su mano en su mejilla y la acarició, dándole la promesa de que la protegería con su vida, a lo que ella respondió que no era necesario, ella podría cuidarse.
Esto último les causó gracia y sonrieron tímidamente.
+¿Entonces, piensas esconderte aquí para siempre? ¿ No sabía que eras cobarde, pequeña demonio? - dijo el mientras se recostaba en la cama.
- Ella torció los ojos y no respondió, solo tomo la misma posición de él y los dos quedaron mirando al techo.
-¡Solo esta noche, no quiero que tú madre interrumpa en mi habitación, tan solo por hoy! - respondió desenfadada mente.
Michel se tensiono, su madre estaba logrando sacarlo de quicio.
-Esperame un momento, ya vuelvo, avisaré a todos de que estás bien. - Dijo él mientras se levantaba.
- iré yo misma a avisar a todos, mis hombres desconfiarían si no me ven - respondió.
Y así los dos salieron del escondite secreto y fueron a avisar a todos de que estaba bien y a salvó, solo que estaba durmiendo y nadie la había buscado en las habitaciones de invitados.
Ella se fue primero que él, aprovecho eso y saco varias cosas de la cocina y se las llevo en una canasta.
No dio más vueltas y entró al pasadizo secreto, ella ya estaba allí, lo había dicho, pero no pensaba dejarla morir de hambre.
Ella lo miró y rodó los ojos, no iba a pelear con el hombre más terco del universo, además olía a estofado de ternera y el hambre ya estaba invadiendo su cuerpo, no había comido mucho en el día, así que le dio la bienvenida a su esposo.
Michel colocó todo fuera de la canasta y sirvió en dos cuencos el estofado, algo de pan y fruta, al igual que algo saco una pequeña tinaja con algo de beber.
Comieron en silencio y se miraron de vez en cuando, al terminar el retiro todo y lo puso en la canasta, dejándola lejos de donde estaban y se dispuso a acostarse a su lado, ella lo miró con los ojos abiertos.
- ¡Mujer, no te dejaré dormir sola en este lugar, ni lo sueñes!, O sales, o te aguantas. - dijo en su defensa, mientras se quitaba la camisa, quedando solo en su pantalón.
Bajo la luz de las velas a cathaleyle pareció el hombre más sexy que había imaginado, era peligrosamente atractivo y eso la ponía un poco insegura.
El solo sonrió al verla totalmente asustada y se acostó a su lado, acobijandola de paso y poniendo su brazo alrededor de su cuerpo de forma protectora.
Ella se relajó y se decepcióno un poco al ver que el no la tocaba como lo había hecho en su despacho, y se removió incómoda.
El frunció el ceño confundido y la miró.
- ¿Ahora que hice? Pregunto.
Ella lo miró y girando su cuerpo para quedar frente a él, le besó.
De una forma tierna, pausada, quería sentir algo de ternura, todo en su vida era tosco, agresivo, necesitaba suavidad y Michel lo entendió a la perfección, porque la beso con devoción y ternura.
El ritmo del beso siguio siendo el mismo, dulce y si pretenciones, ella reposo su cuerpo en la cama y el aprovecho para ponerse encima de ella, besándole y sostenido su propio peso con los brazos, la beso y acomodó entre sus piernas, ella estaba dispuesta a dejarle continuar y lo estaban disfrutando.
Era la primera vez en la que Michel se preocupaba por ser amoroso, tranquilo y devoto en la cama, era una experiencia nueva y la estaba disfrutando.
La beso por su cuello, su barbilla, la observó y beso nuevamente sus labios, su mano derecha comenzó a recorrer su cuerpo, cada centímetro.
Se movió al lado y comenzó a besarla nuevamente, la tocó, la observó disfrutar de su contacto, ella tenía una piel tan suave, que eso lo excitaba cada vez más, se contenía porque su misión era satisfacerle a ella, así que la toco, la beso, la masturbó y se maravillo al ver su expresión, justo cuando ella llegaba a un orgasmo la beso, absorbiendo su gemido, su clímax, lo volvió parte de el.
Cathaleya estaba maravillada por la sensación que provocaba en su cuerpo, ni ella misma lo lograba al tocarse; el la observó recuperarse y comenzó a besarla nuevamente, quitando toda la ropa que interrumpia entre ellos, maravillandose de el cuerpo tan perfecto, que estaba a su lado, absorbiendo cada curva, cada lunar de ella.
La besó nuevamente y disfrutó sentir su calor corporal en busca de más, así que se puso sobre ella, acomodándose entre sus piernas y puso su miembro en la entrada de su Vagina.
- creó que va a doler un poco al inicio, solo relájate que pasará después de un instante- le dijo intentando sonar tranquilo.
Ella asintió y lo besó nuevamente, el comenzó a introducirse en ella, mirándola fijamente, quería grabar sus gestos en su mente, quería verle disfrutar, lo hizo lento y justo cuando llegó al muro fino que separaba su virginidad, lo rompió y la besó, quedandose quieto, para que su cuerpo se acostumbrara a la intromisión, ella dio un pequeño gemido de dolor, que el cayó con un beso.
Segundos después, la sensación de dolor dio paso a algo mucho mejor, la excitación, el empezaba a moverse lentamente, nunca pensó que algo tan grande pudiera entrar en ella sin romperla, pero él había sido hecho a su medida.
Michel se movió suavemente, disfrutando de la sensación, totalmente excitado e intentando no llegar antes de que ella lo hiciese, aumento el ritmo un poco y la escucho gemir, a lo que decidió aumentar más el ritmo, haciéndole dar gemidos más fuertes, ella estaba llegando al clímax y lo tomaba más fuerte, a lo que él no pudo resistir más y la lleno completamente, en ese momento los dos habían quedado totalmente satisfechos y agitados.
Se hizo a un lado y la atrajo a su cuerpo, a lo que ella no opuso resistencia y acepto su abrazó, sonrieron, se besaron y el sueño les venció.
ESTÁS LEYENDO
MICHEL MANNK "EL TODO PODEROSO" la Orden De Cairan.
RomanceUn guerrero destinado a ser el grande, con todo el poder para poner al mundo bajo sus pies, pero inevitablemente el caerá a los pies del mismo demonio cathaleya o como todos la conocían "lucifer".