Capítulo 17

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"Todas las mentiras y cosas que dije durante todo el día
Todas las cosas estúpidas que hice
Estoy atrapado en ellas
¿No puede alguien sacarme?
¿Antes de que la noche termine?

Ayuda, alguien que me ayude

Alguien ayudeme
Alguien ayúdeme por favor, esta noche
Alguien ayudeme
Alguien ayudeme
Alguien ayúdeme por favor, esta noche"

- Help, 10cm.

☁☁☁

Mis pesados párpados se abrieron perezosamente cuando una conocida voz interrumpió el silencio en el que estaba sumergida mi habitación. La brillante sonrisa de mi madre quemaba mis retinas mucho más que la luz del radiante Sol.

-Buenos días, amor. -saludó tiernamente, como había vuelto a hacer desde hacía unos días.

Lentamente, un delicado vestido se apoyó en mi cama, invitándome a ponérmelo a pesar del frío de esa época. Mi progenitora se retiró avisando que en una hora debíamos irnos.

Mis pies se posaron en el helado piso. Mis temblorosas piernas comenzaron a dirigirme al baño, donde mi demacrado reflejo me recibió como si me hubiera estado esperando. Grandes ojeras causadas por noches enteras sin lograr conciliar el sueño y marcas que habían sido resultado de golpes adornaban mi cuerpo; mi rostro pálido y hundido hacían notar el peso que había perdido. No quedaba rastro de quien había sido dos semanas atrás, esa persona nunca volvería.

A pesar de todo el esfuerzo que hizo, Andy no pudo ser feliz porque nunca debió haber existido. De no haberlo hecho jamás, nada de lo que pasó habría sucedido. Por desgracia, me di cuenta demasiado tarde de que Samantha era la única correcta.

La incómoda prenda se sentía desconocida en mi cuerpo, como si no me perteneciera. Mordí mi ya lastimado labio al levantar la mirada y encontrarme con el espejo. Esa ropa resaltaba mis caderas, pecho y mi contextura que era delgada ante los ojos del resto. Se suponía que debía gustarme, no debería sentir incomodidad; pero no pude evitar sentirme repulsiva. Estaba poniendo todo de mi para conseguirlo, ¿por qué no lograba ser normal?
Gritos. En la planta baja una discusión entre Noah y mi mamá nuevamente se desataba. Al contrario de como solía hacer, no intervine ni siquiera cuando una bofetada resonó en el repentino silencio de nuestra casa. Porque eso era necesario.

"-Bien, Samantha. Las cosas van a volver a ser como antes si hacés lo que te decimos. Logramos salvarte y todavía no es tarde para tu hermano."

La voz de mi progenitor se destacaba entre todo el ruido de mi cabeza. No dudaba de la veracidad de sus palabras. Necesitaba hacer que Noah entendiera que debía comportarse como el resto antes de que nuestro padre llegara más lejos, y lo haría a cualquier precio. Tenía que comprender que él no estaba bien, ambos nos habíamos contagiado de una enfermedad transmitida por el mismo Diablo, sin embargo podíamos curarnos. Íbamos a mejorar y nuestras vidas volverían a ser como antes de que el caos se desatara. Seríamos nuevamente una familia.
L

as imponentes campana de la Iglesia sonaban de forma tortuosa, informando que era tiempo de irnos. Una hora había pasado en un parpadeo; únicamente esperaba que el resto de mi vida también transcurriera tan rápido como eso.
Bajé las escaleras y mis padres me recibieron como si estuvieran orgullosos de mi, su hija. Mientras salíamos rumbo a misa, la juzgante mirada de mi pequeño hermano pesaba sobre mi espalda como mil ladrillos. Pero yo sólo estaba demasiado asustada y cansada, ¿cómo iba a saber que dos semanas después me arrepentiría de mis actos?

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