—Lo se papá, ahí estaremos—dijo Justin guardando los contratos en el cajón de su escritorio.
— ¿Seguro Justin? Megan está muy entusiasmada con la fiesta y quiero que todo salga bien—dijo y Justin rodó los ojos. Se sentía como un niño regañado.
—Seguro papá, Emma y yo llevaremos el pastel y ahí estaremos, deja de preocuparte—rio Justin y Jeremy suspiró aliviado. —Hasta luego papá—se despidió antes de colgar. Salió de su oficina y miró a Diane; su secretaria. —Iré a almorzar con mi esposa, vuelvo en la tarde—le aviso y esta asintió con una sonrisa. Se montó en su auto y manejó a la tienda de su chica. Necesitaba hablar con ella y saber que le pasaba. Esta mañana se había levantado molesta y lo había tratado mal. Incluso le había gritado y le había tirado las llaves del auto antes de irse. El intentó hablar con ella y defenderse, pero había sido peor. Aparcó al lado de la camioneta de su chica y se bajó a la tienda encontrándose con Sofia; la ayudante de su chica. —Sofia—sonrió al verla y esta negó pálida. —¿Qué pasa? —preguntó confundido y esta miró al final del pasillo donde estaba la oficina de su chica antes de volverlo a mirar.
—Me temo señor que si ella sigue de mal humor, perderá dos clientes más—respondió preocupada y Justin suspiró. —Lleva toda la mañana de mal humor, ya perdimos a dos clientes por ello, me temo que si sigue así no tendremos clientes al final del día—suspiró y este asintió con la mandíbula apretada. Tenía que arreglar lo que sea que le pasara a su esposa cuanto antes.
—Iré hablar con ella, entretiene a los clientes y pide almuerzo, corre por mi cuenta para mantenerlos contentos—dijo y esta asintió con una sonrisa. Si él podía calmar a su esposa, entonces no tenía nada de qué preocuparse. —Estaré con ella—dijo antes de caminar a la oficina de su esposa. Abrió la puerta encontrándose a su esposa haciendo bolitas de papel y tirándolas al zafacón. Por la cantidad de bolitas de papel en el piso debía llevar mucho tiempo haciéndolo. —Nena—sonrió y esta rodó los ojos ignorándolo. —Ahora si me dirás que te pasa—dijo acercándose a la silla de su chica que bufó tirando otra bola de papel al piso.
—No me pasa nada—contestó Emma molesta y Justin alzó una ceja. ¿Qué no le pasaba nada? ¡Era más que obvio que le pasaba algo!
—Nena mírate, estas molesta por algo y quiero saber que es—dijo Justin arrodillándose a la altura de la silla. —Ni siquiera me has mirado o me has dado un beso—dijo y esta rodó los ojos.
— ¿Acaso debo darte un beso cada vez que te vea? —preguntó molesta y este la miró mal. Odiaba cuando se ponía así. — ¿Qué? ¿El bebé necesita un beso? —se burló molesta y este bufó. Estaba actuando como una niña pequeña haciendo berrinche. —No me toques—bufó empujando su mano y Justin la miró.
—Dime que mierda te pasa Emma—dijo Justin molesto y está por fin lo miró. —He estado teniendo paciencia, pero esta se está agotando, así que dime que mierda te pasa y porque estas tan molesta—dijo y esta rodó los ojos.
— ¡Ya te dije que no me pasa nada, déjame! —gritó molesta y este apretó la mandíbula.
— ¡Claro que te pasa algo, mírate! —gritó el devuelta y esta lo miró mal. ¿Por qué diablos él le estaba gritando? ¿Acaso no podía dejarla en paz? No quería ver a nadie, no quería hacer nada.
— ¡Si no quiero besarte, no lo hago y punto, no significa que me pase algo! —gritó molesta y Justin suspiró. Si seguían gritando no iban a resolver nada; lo mejor era dejarla sola y esperar que se le pasara. Ya luego le contaría lo que le pasara.
—Bien, mejor me voy—dijo el y esta lo miró. De lejos se notaba que estaba molesto, pero se estaba aguantando. Siempre hacia lo mismo; prefería callar como se sentía que expresarlo por miedo a lastimarla y lo odiaba. Odiaba que hiciera eso. —No te saltes el almuerzo, no quiero que te enfermes otra vez—dijo antes de salir de la oficina.
Por su parte, Emma volvió a hacer bolitas de papel y frunció el ceño al escuchar su teléfono sonar. ¿Quién diablos era? Bufó cogiendo el teléfono y abrió los ojos de golpe al ver que se trataba de la notificación de la aplicación que monitoreaba su ciclo fértil. Rápidamente se puso de pie y corrió fuera de oficina encontrándose a su esposo a punto de salir de la tienda.
— ¡Justin! —gritó y este se giró a verla. — ¡Mira! —gritó emocionada dando pequeños saltitos y este frunció el ceño.
— ¿Qué pasa? —preguntó y esta sonrió dando pequeños saltitos emocionada. Hoy era un día fértil; uno de los días más fértil y tenía que aprovecharlo.
—Es hoy, es hoy—sonrió emocionada y Justin frunció el ceño confundido. ¿De qué estaba hablando? —Justin, hoy es el día—dijo dando saltitos y Justin finalmente entendió. Hoy era uno de sus días fértiles en donde podrían intentar quedar embarazada.
—Lo siento pero debo irme, tengo un caso pendiente—dijo y esta frunció el ceño. ¿Acaso él la había rechazado?
—No puedes irte, ven aquí—dijo y este negó dándose la vuelta. Tenía que irse; aún tenía casos pendientes en la oficina, además de que lo menos que quería era tener relaciones con su chica como si nada. Ella estaba molesta y el seguía sin saber por qué; lo menos que quería era actuar como si nada pasara. —Justin ven aquí, ahora—exigió y este negó sintiéndose avergonzado. Los clientes lo estaban mirando con burla. Mierda.
—No puedo, tengo que irme—dijo y esta negó molesta. —Nena—protestó y esta negó haciéndole señas para que se acercara.
—Aquí, ahora—exigió ella y este apretó la mandíbula siguiéndola a la oficina dejando atrás las risa de burla de los clientes. Esta cerró la puerta detrás de ello y empujo a su chico al pequeño sofá que tenía la oficina donde lo besó apasionadamente. Justin gimió al ver la desesperación de ella aflojándole la corbata y la empujó levemente. No iban a hacer nada hasta saber que le pasaba. Realmente estaba preocupado por ella; solo rogaba que no fuera lo de Megan otra vez.
—No haremos nada hasta que me digas que te pasa—dijo y esta negó volviéndolo a besar tratando de soltarse el vestido.
—No ahora Justin—dijo y este la cargó dándole la vuelta colocándose sobre ella. Él no iba a continuar hasta saber que tenía a su chica tan molesta. Esta lo miró y suspiró aflojándole la corbata. Ahora mismo no quería verlo a los ojos porque se sentía avergonzada. —Esta mañana recibí un mensaje de Marisa contándome que estaba embarazada y que fue lo más fácil, no como a mí que me da trabajo—susurró y este trago saliva abrazando a su chica. Marisa era una enemiga de su chica; por mucho tiempo se pelearon entre sí por la atención de Justin. Él había tenido un romance fugaz con Marisa y desde entonces su chica se sentía intimidada por ella. Incluso a veces se comparaba con ella porque era hermosa; toda una miss universe y se sentía insegura. Y ahora más con esto del bebé; ¿Cómo la persona más fría y superficial se le daba la bendición de ser madre y a ella no? Eran preguntas tontas ella lo sabía, pero no podía evitar que le doliera.
—Lo siento—susurró él y esta negó con los ojos aguados. Era una tontería sentirse mal por ello.
—No importa, sé que lo hizo a propósito—dijo y este asintió. Era más que obvia las intenciones de Marisa en hacerle daño a su chica. – Lo siento Just, me comporte como una niña—dijo y este rio besando sus labios.
—Pero eres mi niña—dijo y esta gimió al sentir las manos de chico bajarle sus bragas. Rápidamente se quitaron la ropa entre sí y Justin gimió al entrar en ella. — ¡Oh, Justin! —gritó entre gemidos mientras su chico bombardeaba dentro de ella rápidamente. Sabía que debía controlarse si no quería que sus clientes la escucharan, pero era imposible cuando su chico le hacia el amor con firmeza.