Noche de placer (editado)

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Nuestro beso va aumentando más en su nivel de intensidad, al igual que mi cuerpo está aumentando su respuesta a este contacto.

Pablo me alza colocándome encima de su pelvis. Como acto reflejo envuelto mis piernas en su cadera. No se como puede caminar si tropezar, pero de lo que sí es seguro es que nuestras lenguas están en una guerra constante para mostrar quien es el vencedor.

Siento como poco a poco va dejándome lentamente a lo que yo siento es la cama.

— ¿Estas Segura de lo que puede pasar? —dice Pablo y yo asiento— Te deseo mi Medicina, te deseo como ninguno —dice dando besos desde mis labios hasta llegar a mi mandíbula y cuello—.

El cosquilleo que sentía hace poco es más a comparado con lo que siento ahora mismo.

Intenta bajar mi vestido para tener acceso a mis senos, pero este se lo impide por lo pegado al cuerpo que es.

Yo río por lo bajo y me gano un gruñido de su parte.

— Y eso que tú fuiste quien me lo dio —digo levantándome un poco para tener acceso a la Corredera que lleva en mi espalda —.

— Para la próxima será un vestido fácil de quitar —dice y yo ruedo los ojos aguantando mis ganas de reír—.

En ese momento el se quita la chaqueta y se desabotona los puños de su camisa recogiéndosela hasta sus codos.

Pablo al ver como el vestido cae quedando en mis caderas me dice —eres perfecta, Paulina— y después de eso me besa apasionadamente acostándome por completo en la cama.

Poco a poco va bajando desde mis labios hasta en el medio de mis pechos.

Aspira y mirándome a los ojos dice —hueles increíble —.

Siento me vuelvo la copia viva de un tomate y el sonríe.

Aparta su mirada para enfocarse en mi seno derecho, primero da círculos alrededor de mi aureola. Haciendo que mi cuerpo se estremeciera y sin poder controlarlo se me escapara un gemido.

El sonríe satisfecho y de un momento a otro mete mi pico en su boca, llevando succiones en este mientras que con la otra mano comienza a hacer círculos alrededor con su dedo índice. Lo que al principio sentí como un leve corrientico se convirtió en algo para perder la razón.

Me estremezco ante el contacto, pero Pablo no para su tarea, después de varios segundos succionando y gimiendo, cambia de seno haciendo lo mismo que había hecho con el anterior.

Esto es una tortura —pienso— una tortura que me encanta.

— Dios, Pablo —digo estremeciéndome—.

Pablo toma su mano derecha, la cual tenía agarrando mi pecho libre de su genial boca. Bajando delicadamente por mi abdomen llegando a mi vestido arrugado, dice — creo que ya no necesitamos este vestido —.

— Ni tampoco esa camisa —digo reincorporándome de la cama para desabotonar su camisa —.

Mientras estoy liberándolo de la camisa Pablo aprovecha para darme un beso al nivel de pasión en el que nos encontramos. Después de tirar la camisa a cualquier dirección me dispongo a desabotonar su pantalón. Pablo se levanta de la cama para bajarse la Corredera y por ende el pantalón como los zapatos y medias.

Contemplando a un Pablo vestido con una sola prenda, su ropa interior. Inconscientemente muerdo mi labio inferior ante tal panorama.

— ¿Te gusta lo que vez? —pregunta Pablo mirándome a los ojos—.

— Mmmmm, quizás —digo fingiendo confusión —.

— »¿A quien no le gustaría este hombre magnífico? —me dice mi conciencia — si este hombre esta como el café en las mañanas, caliente, perfecto y necesario para mantenernos activas «

Y por primera vez estoy de acuerdo con mi conciencia, este hombre supera todas mis expectativas.

Antes de burlarme por su rostro indignado el logra posicionarse encima de mí.

— ¿Hahn si? —Pregunta Pablo tomando mis manos a los lados — déjame quitarte todas las dudas está noche dice mientras con su lengua roza mis labios, mentón, cuello hasta llegar a mis pechos—.

»si sigue así nos vamos a correr antes de que cante un gallo —dice mi conciencia en la sima de la lujuria —«

Yo río ante su comentario y antes de darme cuenta el se baja de mi y con sus manos se lleva el vestido que estaba recogido en mis caderas. Dejándome solamente en mis bragas.

— Ahora si estamos iguales —dice acercándose a mí —.

Se acerca más a mi y siento como su cuerpo cae sobre mi mientras me besa apasionadamente en los labios.

Siento como un gran bulto está sobre mi pelvis y siento como mi entrepierna se vuelve agua.

Dios mío, este hombre va a ocasionar un infarto en mi —pienso—.

— ¿Te gusta lo que sientes? —Pregunta refregando su bulto en mi pelvis —.

»¡Por todos los dioses! —grita mi conciencia—«

— ¿Quieres que pierda la cabeza? —comento entre gemidos y el sonríe triunfante —.

Yo beso apasionadamente sus labios y en cuestiones de segundos rodamos en la cama, quedando yo encima de el.

El beso que había comenzado en sus labios comenzó a descender hasta su pecho. Mi lengua marcaba un camino en su cuerpo haciendo que se estremeciera.

— ¿Te gusta? —pregunto—.

— Quizás —dice sonriendo—.

— Mmmmm quieres jugar —digo sonriendo— me gusta.

Y comienzo a mover mi cadera para rozar su bulto con mi entrepierna haciendo fricción entre ambos.

— Eres mala ¿Lo sabes? —dice entre gemidos cuando el intenta parar mis movimientos y yo no lo permito—.

Antes de responder siquiera una palabras él me hace bajar de el para quedar encima mío nuevamente.

— Eres mala —comenta — pero yo también lo soy —dice e inmediatamente vuelve uno de mis senos prisionero de su boca, haciendo la placentera tortura en el que el es ya un profesional —.

Poco a poco baja su mano derecha hasta llegar a mis bragas, comenzando a rozar de manera circular mi clítoris quien sólo tiene la fina tela de encaje que tengo coló braga.

— Si sigues así, no podré aguantar —comento al ingresar un dedo en mi interior —.

— Al parecer tu punto débil son tus hermosos senos —dice introduciendo un segundo dedo en mi interior— estas muy mojada.

Y el simple hecho de sus palabras hacen que mi cuerpo quedé aún más a su merced —si es posible—.

Pablo toma el otro seno como prisionero mientras sus dedos entran y salen de mi lentamente para después aumentar su velocidad.

— Pablo —digo para llamar atención — si sigues así no podré aguantar.

— Déjalo salir —dice bajando hacia mi entre pierna dejando un leve camino con su lengua hasta llegar a mi clítoris— no te contengan.

Y antes de siquiera preverlo mi cuerpo alcanzó el orgasmo dejando mi cuerpo con leves palpitaciones.

Pablo ríe satisfecho.

— Mi turno —dice bajando su ropa interior—.

Ella es mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora