-Asqueroso...
Se quejó el hombre que observaba con una mirada fría los restos de el sujeto al que acababa de arrebatar sin escrúpulos el aliento de vida.
-¿Cómo puede hablar así de alguién que le sirvió durante tantos años?- Preguntó fingiendo indignación, y chasqueo la lengua mientras meneaba la cabeza.
-Enciende el auto.-Ordenó ignorando su comentario, y se dirigió firmemente a el carro que aguardaba estacionado frente al callejón.
El otro lo miró serio, y distrajo su mirada en el hombre que yacía sin vida en el frío pavimento del callejón sin salida. Realmente no sabía que sentir en esos momentos, no era la primera vez que le tocaba ver algo como eso, pero el hecho de que fuera con una persona a la que él consideraba un compañero... le hacía adoptar indeseables sentimientos encontrados.
Por ello no era bueno encariñarse con nadie si tu trabajo era de esos. Eso hacía que se preguntara silenciosamente: «Si yo muriera ¿Alguién lloraría mi muerte?» pensó con un toque de preocupación. ignoró sus pensamientos sacudiendo su cabeza, y se dirigió rápidamente a abrir la puerta de su jefe, siendo preso de sus pensamientos.
Abrió la puerta, y cuando el hombre hubo entrado la cerró con un leve portazo, rodeó el auto y accedió por la entrada del conductor. Suspiró pesadamente intentando olvidar lo que acababa de preseciar, acomodó cuidadosamente el espejo principal, y arrancó sin pensarlo dos veces.
-Llevame a el aeropuerto.-Ordenó firmemente.
-A sus órdenes.- Contestó.
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................................................................................-Y eso es todo.-Concluyó amablemente.-Estoy aseguró de que nos volveremos a ver pronto. Llevemonos bien.
Luis asintió y se dirigió a Jesús.
-Nos veremos pronto.- Afirmó Pepe.
-Claro...-Respondió inseguro.
Estaba comenzando a anochecer, y mañana sería oficialmente su primer día llendo a las clases de esa plantación, no eran muchos los que estaban en ese lugar. En total había aproximadamente 300 alumnos de edades que rondaban entre los 11 y los 18 años, aunque había uno o dos eslabones perdidos, que eran mayores, en su mayoría eran los que ya llevaban años ahí.
Se despidió con el puño, y caminó escaleras arriba en busca de su habitación para poder ordenar sus materias para el siguiente día. El uniforme se le sería entregado a más tardar mañana. Subió las escaleras, y entró rápidamente a su habitación.
-Hola otra vez Saimon.-Saludó amablemente, sabía que ese niño era de los que se tenían que tratar con pincitas.
El joven ojeroso se alteró por su repentina llegada, y ocultó rápidamente el cuaderno que estaba empleando y lo cambió por otro.
-Hola...-Saludó.
José levantó una ceja y se acercó lentamente a el chico.
-¿Qué hacías?.
-Nada..-mintió.-Sólo termino mi tarea.- Tomó ambos cuadernos como si fueran uno y los guardo en un cajón.-No toques mis cosas.
Luis pasó por alto su esfuerzo por ocultar el cuaderno, y se sentó en su cama de golpe. Había escogido la cama de arriba en la litera derecha, porque según Simón, la otra parte superior era de "Hugo".
-Asi que... ¿Ya cortaron tu cabello?.-Cuestionó distraido mientras accedía a otro compartimento y sacaba un libro de historia.
Luis alzó la vista a su cabeza, y afligido asintió. El corte militar no era el peor de todos, a decir verdad, no cambiaba demasiado a el estilo que pedían en las preparatorias. "Con el pelo no se aprende" recordó con melancolía aquellas discusiones que solía tener con los prefectos cada vez que lo paraban en la entrada.
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La muñeca de José Luis
Mystery / ThrillerLa vida de José Luis nunca fue fácil. Desde su niñez, su madre empeñó la vida en surtirse de hombres y alcohol, pero, aquello no había sido obstáculo para que el pequeño Pepe la amara con todo su inocente corazón. Su vida dió un giro de °180 grados...