Capítulo XIII

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                Volví a recaer en esta jodida enfermedad que me consume poco a poco ¿en qué momento paso? Ya tenía un buen tiempo comiendo relativamente bien… ¿bien? a quien pretendo engañar nunca en mi vida he comido bien, desde niña he escondido la comida, evitándola en cada oportunidad que tengo, sirviéndome menos cantidades de las que necesito consumir y dejando la mayoría en el plato.

                Pero desde que conocí a Esteban no lo había hecho, pero la maldita anorexia fue más fuerte que yo… y volvió a invadir mi cuerpo y principalmente mi cabeza, creo que nunca se ha ido. Solo que con el tiempo he aprendido a controlarla.

-        Eres una Anoréxica, saco de huesos

-        Te vez horribles, nada te queda bien.

-        ¿te quieres morir? Mírate

                Quizás si esas palabras me las fuera dicho un desconocido, no le fuera tomado mucha importancia pero el hecho de que fuera mi propia madre cambia todo. Quizás en ese momento no pensó bien lo que decía, ella cambio después me pidió disculpas y hiso un esfuerzo porque yo comiera bien.

                Poco a poco ha dejado de hacer comentarios de mi peso y yo empecé a comer más quizás sea el hecho de que Esteban me hace sentir bien. Mamá en ocasiones hace comentarios de mi peso, pero no como lo hiso un tiempo a otras.

                Me siento débil… Mis ojos se hunden.

                 Mi piel está seca

                 Mi cabello se ha empezado a caer.

                En Mis senos, mi espalda, mi abdomen… se ha comenzado a formar una fina capa de vellos. Estuve investigando el porqué de esto, es una manera de mi cuerpo de sentir calor por la falta de calorías.

                Siento frío en las piernas

                Se me olvidan las cosas importantes.

                Estar sin comer te pone de mal humor lo que ocasiona que quieras pelear con todo el que se te atraviese. Ganas de comer muy bajas, ganas de pelear MUY ALTAS.

                Me canso muy rápido, después de caminar un trayecto corto y me duelen las piernas rápido luego de caminar un poco…

                Aún me falta mucho, tengo miedo de no poder con esto. Necesito a alguien a quien contarle lo que me pasa, que me salve de mi misma… se que la puedo controlar solo que en ocasiones decido que quiero jugar con ella. Quizás para no sentirme tan sola. Que alguien me salve…

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                –Permiso –fue lo único que logre formular en la puerta de mi salón de clase y sin esperar una respuesta entre.

                Y ahí tan atenta estaba Isabel, perdida en una clase de Biología que me pareció más aburrida de lo común, quizás ah algunas personas les parezca interesante esta materia a mí en cambio se me hace aburrida y tediosa, después toca Educación física aprovechare para hablar con ella en esa hora. No sé cómo le contare lo que me pasa, pero necesito hablarlo con alguien… me siento en la última fila en el segundo puesto, no sé porque me gusta sentarme hay. Es como mi lugar favorito, en esta clase.

Un amigo en comúnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora