Siete.

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Mateo

Maldije por última vez a Daniel Ribba en mi mente cuando me acabé de atar los cordones de las deportivas y me miré al espejo. Al menos estaba presentable para la cena, teniendo en cuenta que sería en un McDonald's.

La noche anterior terminé estudiando en mi casa, porque no había podido concentrarme en la de Sara teniendo delante semejante obra del señor.

Y aún así me había pasado más de la mitad del examen admirando su belleza y perdiendo el tiempo, así que tampoco me dio tiempo a contestar a todas las preguntas. Aunque más que perder el tiempo, admirar a Sara me parecía una buena manera de aprovecharlo.

- Marcho, pa.- Avisé haciendo que Emi corriera a darme un abrazo. Besé su cachete mientras mi padre salía del salón.

- No llegues muy tarde, mirá que mañana tenés escuela.- Advirtió y rodé los ojos.

- Lo que vos digas, pero no me esperes.- Finalicé y cerré la puerta de casa antes de darle tiempo a contestar.

Caminé nervioso hasta el orfanato y le mandé un mensaje a Sara cuando llegué a la puerta. Esperé unos minutos apoyado en la pared mirando el celular y alcé la vista al escuchar el sonido de la puerta. Sonreí al verla acercarse con unos vaqueros y una chaqueta idéntica a una que tenía Mauro.

- ¿Esa chaqueta es de Mau?- Reí cuando asintió sonriente, apartándose el pelo rubio de la cara.

- Se la robé o algo así.- Rió.- Me la dejó y nunca me la pidió de vuelta.- Se encogió de hombros empezando a caminar y la seguí poniéndome a su lado y guardando el móvil.

Caminamos entre risas hasta el McDonald's, hablando de cualquier cosa, sobre todo de aquellas relacionadas con la escuela.

- ¿Qué vas a hacer este sábado?- Cuestionó dándole un sorbo a su Coca-Cola. 

- ¿Aparte de jugar al Mario Kart con mi hermano?- Bromeé haciéndola reír. Juro que tenía la sonrisa más bonita del mundo.- Supongo que nada.- Informé encogiéndome de hombros y mordiendo mi hamburguesa.

- Es que se celebran los cincuenta años del hogar de acogida y han organizado una fiesta, Pedro dice que puedo llevar gente.- Explicó, y me emocioné; me estaba invitando a la fiesta.- Te lo digo porque quería invitaros a los pibes.- Finalizó.

- Ah, yo si puedo, me encantará ir.- Dije decepcionado, alzando la vista y encontrándome con su sonrisa.- Avisales por el grupo de Whatsapp, si no.- Sugerí y asintió con la cabeza sacando el celular.

Suspiré cuando fijó su mirada en la pantalla, llevándose la pajita de la Coca-Cola a la boca y quedé hipnotizado como tantas otras veces con el movimiento de sus labios.













ahhhre.

Pibes; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora