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Antes.

No sé por cuánto tiempo me mantengo en silencio, sólo mirándolo directamente a los ojos bajo la luz ultravioleta e intentando idear una respuesta inteligente. El problema es que estoy atónita y pensando en más de una cosa a la vez, pero mucho más que eso, me siento como anestesiada. Paralizada. Incluso con la música aún reproduciéndose a mi al rededor y la sonrisa de Niall expandiéndose muy lentamente, siento como si el tiempo estuviera congelado.

—No me dijiste que tú también cantabas —musito. Y es todo de lo que soy capaz, al cabo de quién sabe cuanto rato.  

Su ceño se frunce en medio de la confusión. Probablemente está pensando que he perdido la cordura al cambiar de tema tan abruptamente, pero no me importa, sólo estoy siendo espontánea. 

—No lo preguntaste. 

—Estabas cantando hoy por la tarde —explico—. En tu casa. 

—Sólo intentaba sacar algunos acordes. —Por primera vez en mi vida veo a Niall Horan descolocado y nervioso. Y no puedo comprenderlo del todo. 

—Suenas bien —digo. Me siento como hipnotizada por el ambiente. 

—Gracias —murmura e intenta esbozar una sonrisa. Sus mejillas adquieren un poco de color y ¡Maldita sea, cómo lo estoy disfrutando!—. Oye ¿Por qué no volvemos afuera? 

Sonrío de medio lado, completamente satisfecha por haber volteado la situación casi tan bien como él puede hacerlo siempre. Camino muy erguida hacia el exterior sin siquiera tratar de averiguar si Niall viene conmigo o no. 

Ahora

Connor está ahí al día siguiente, tocando la puerta a la misma hora en que nos encontramos ayer.  

Camino a paso rápido hasta la puerta, preparada para tener una considerable mejora en este día perezoso y deprimido que he tenido hasta ahora. Tom no ha salido de su habitación desde que llegó de sus clases hace una hora, pero supongo que me gusta así, porque hoy no tengo ganas de relacionarme con nadie más que con Connor. 

—¡Connor! —Su sonrisa reservada aparece al instante al otro lado de la puerta y me hago a un lado para dejarlo entrar. Lo primero que hace es dejar que su mochila se deslice desde sus hombros hasta sus manos y soltarla en el suelo junto al sillón. 

—Me he venido directo desde el colegio —dice.  

—¿Tienes sed o hambre? 

—Un vaso de agua estaría bien. 

Asiento y voy a la cocina por agua para ambos. Saco tambien un paquete de galletas de la alacena y las pongo en un pocillo plástico y colorido que mamá nos dejó traer desde su casa cuando recién nos mudábamos.  

—¿Sabes algo de historia? —Me mira suplicante cuando termino de poner las cosas sobre la mesa y los dos tomamos asiento.  

—Depende de qué sea exactamente. 

—¿Etapas de la Revolución industrial? 

—Tom es experto en eso. Déjame pedirle ayuda. 

—Oh, no. No importa, no quiero molestar. 

—No, a él le fascina. ¿Es tu tarea? 

—Sí. 

Me pongo de pie para ir a buscar a Tom, pero me detiene la idea de poner música.  

—Oye ¿Te concentras con música? 

—Sí, siempre lo hago. 

Entonces, antes de ir en mi camino hasta la habitación de Tom, me dirijo al reproductor sobre nuestra mesa junto al ventanal y lo enciendo, sabiendo que mi pendrive está conectado a él. Connor me sigue con la mirada hacia el pasillo hasta que ya no puede verme. 

Yo invito (fanfic n.h)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora