Sakura creció en medio de un mundo brutal y sangriento, aprendiendo a matar sin piedad. Ella, Vanquish, la que pelea.
Les quitaron lo que por derecho era suyo. La convirtieron un arma letal al servicio de Braznia. Le quitaron a los que más amaba. L...
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XX. Receptáculo de memorias
Desde el momento en el que llegó, Hinata supo que BIOMEDICS-R escondía secretos. Las apariencias no la habían engañado en todo ese tiempo y ella solo era una observadora de todo aquel desastre. De todas las cosas que había visto en esa organización particularmente le llamó la atención el origen de Hope, aquella niña que siempre había estado bajo el cuidado de la doctora Karin. Hope había crecido en BIOMEDICS-R. La había vigilado por mucho tiempo, durante todos esos meses y supo que esa niña escondía un secreto bastante turbio: su edad, crecía a un ritmo acelerado y no parecía tener dos años de edad, sino cinco. La criatura caminaba y hablaba y parecía tener una madurez excepcional a pesar de que apenas era una niña que poco o nada debía saber del mundo. Fue entonces que a Hinata se le ocurrió un pensamiento que inició como algo que no podía ser posible y que poco a poco se convirtió en una alta posibilidad.
El hecho de que Hope fuera un experimento.
¿Quién era esa niña? ¿Por qué era una esperanza? ¿Por qué nunca se separaba de la doctora Karin?
Y supo que esa niña estaba teniendo problemas, lo supo en el momento en el que Hope buscaba ayuda para salvar a Karin. Bastó con ver sus ojos negros. Curiosamente la niña no lloró, no gritó ni hizo berrinches. Simplemente asentía y la miraba de una manera bastante peculiar, como si sus ojos comunicaran lo que no decía con palabras. Esa mirada había conmovido a Hinata Hyuga y supo que tenía que dejar de ser una simple espectadora y entrometerse más, posiblemente en otro tiempo habrían reprimido sus deseos pero ahora estaba convencida de que ayudaría a esa niña, tenía motivos de sobra para intentar hacerlo.
El mundo se iba a consumir y ella quería ayudar a que eso se evitara.
En parte, le recordaba a su pequeña hermana pero también le recordaba lo frágil que podía ser el ser humano. Llegaría hasta el final de las consecuencias solo por descubrir la verdad.
La cicatriz de su mano era un recordatorio de que el mundo exterior era un lugar cruel y misterioso y que nadie conocía a ciencia cierta lo que ocurría. A veces pensaba en el rostro desencajado de Karin. Su vida había cambiado desde ese entonces. Antes de ese suceso, Hinata se describía a sí misma como un ser inferior que siempre obedecía órdenes, una persona débil de carácter y frágil —demasiado— que solo vigilaba las entradas y salidas hacia el exterior.
Una persona que se había dejado manipular. Pero ya no más.
Su vida pudo haber continuado de ese modo de no haber sido por ese fatídico día, cuando Karin llegó con Hope en brazos, fue ese preciso día que descubrió que el nivel de metales superaba la cantidad segura en la sangre y que Karin podía morir por ello. Nunca olvidaría la piedra roja que la doctora escondía entre su bata y cómo al tocarla su mano ardió. Tampoco olvidaría cómo salió sangre de la boca y nariz de Karin y la manera en que incluso hasta el último instante se aferró a Hope, como si de verdad se tratara de la última esperanza.
Ese día, la vida de Hinata cambió. No necesariamente por la cicatriz que le quedó en la mano, sino porque a partir de ese momento supo que debía dejar de ser esa persona obediente y frágil, que tenía que cambiar eso y abrirse alas al mundo. No era fácil. No para ella quien siempre estuvo doblegada a lo que dijeran los demás.
Había visto a Hope en cada una de sus etapas y supo que la niña era observada por muchos otros pero a diferencia de ella, los demás querían dañarla. Ciertamente el mundo era un lugar cruel.
Las cosas se aclararon y encontró la oportunidad perfecta en el momento en el que observó a Suigetsu espiar la habitación 345, aquella que era prohibida, la habitación que nadie osaba a abrir. Lo observó de lejos, como una sombra pequeña y frágil. Suigetsu subiendo hacia el sistema de ventilación y quedándose ahí por alrededor de media hora. ¿Qué había visto ahí? No sabría precisarlo pero algo era seguro: debió haber sido algo impactante ya que después de salir, el rostro —siempre cínico y burlón— lucía desencajado y preocupado. Días después se lo encontró en BIOMEDICS-R, deambulando.
—Eh, con permiso—Suigetsu la apartó y pasó de frente.
—Espere—Hinata lo alcanzó y su mano tocó el hombro de él, provocando que por inercia el volteara—, yo... me preguntaba si...—pero las palabras se quedaron atoradas. No era así como imaginó abrirse al mundo. Suigetsu la miró de forma burlona y aquello solo provocó que algo en el interior se removiera, una fina capa de coraje que de algún lugar decidió vestir—, necesito hablar con usted—aclaró.
Suigetsu había alzado los hombros.
—¿Y tú quién eres?—la miró, de arriba abajo. Odiaba cuando hacían eso—, ah, ya te recuerdo. Te vi una vez, en el control de entradas y salidas.
—Yo... ¿sabía que la doctora Karin está grave de salud?
Entonces el silenció inundó a Suigetsu. Le parecía curiosa la manera en la que su rostro cambiaba de un instante a otro e incluso así se esforzaba por seguir luciendo cínico.
—Ah sí, sí—pero Hinata supo leer la mentira—, espero se recupere.
Él quiso huir de ahí pero ella lo detuvo.
—Hasta donde sé, usted y ella son cercanos. Ella es su líder y usted él subordinado, o algo así—Hinata se acercó a él para susurrar al oído—, hay muchas personas que intentan dañar a Hope. Estoy seguro que usted no lo permitiría, ni mucho menos Karin.
Suigetsu la tomó del brazo, con fuerza. Las marcas de su agarre quedaron en la blanca piel de Hinata. Ella no dijo nada, solo resopló.
—Mira bonita, aquí hay "reglas"—enfatizó la última palabra para darle importancia, cosa que notó Hinata—, nadie se ha metido contigo así que podría fingir que no escuché nada de lo que dijiste y dejarlo pasar. ¿Vale?—él sonrió mostrando sus afilados dientes y le guiñó el ojo a manera de cerrar un rato. Hinata pudo haberse ido en ese preciso momento pero no lo hizo.
—Hay personas que quieren dañar a Hope...y no, yo no quiero dañarla. Lamento si me di a entender mal.
Suigetsu negó con la cabeza.
—Niña bonita, dije que podría fingir que...
—... Vi que usted entró al sistema de ventilación de la habitación 345—Suigetsu abrió sus ojos sorprendido mientras que Hinata se tocó el corazón. Sentía que latía con una rapidez bestial—, yo... no es una amenaza, no. Solo quiero ayudar.
—Espera, espera, espera—Suigetsu se recargó contra la pared y se jaló los cabellos—. ¿Qué es lo que quieres niña? En estos tiempos, creo que las cosas mundanas ya no son importantes y si para ti lo son, lamento informarte que soy un pobre vago. ¿Quieres algo más?—miró esa zona, esa parte que Hinata odiaba que miraran: sus pechos—, si quieres eso...