por Charlotte Brontë
«Algunas de las mejores personas que han existido en el mundo han estado tan desposeídas como yo estoy ahora.»
«Nunca encontré a nadie como tú, Jane: me complaces y a la vez me dominas; pareces someterte y me gusta la sensación de docilidad que emana de ti, pero cuando acaricio un mechón sedoso de tus cabellos, siento un escalofrío que me sube por el brazo directamente hasta el corazón. Me has conquistado, me has dominado, y ejerces sobre mí un poder más dulce del que soy capaz de expresar. Me dejo llevar por tu hechizo, la muestra de una brujería a la que no sé resistirme. [...]»
—Edward Rochester
«Es a usted, criatura extraña y sobrenatural, a quien amo más que a mí mismo. A usted, pobre, sencilla, menuda, es a quien pido que me acepte como esposo.
[...]
A usted, Jane. La quiero para mí, sólo para mí. ¿Será mía? Diga que si, rápido.»
—Edward Rochester
«Nunca antes me había llamado tan a menudo, nunca había sido tan amable conmigo y nunca, ¡Dios lo sabe!, lo había amado yo tanto.»
«[...] No hay mayor felicidad que ser amado por quienes te rodean y notar que tu presencia contribuye a su alegría.»
«Estoy extrañamente contenta de volver a su casa, porque cualquier lugar donde usted esté es mi casa, la única que tengo.»
«Para mí, Jane, vivir es mantener el equilibrio sobre un cráter que en cualquier momento puede entrar en erupción y escupir fuego.»
—Edward Rochester
«Lo miré, obteniendo un penetrante placer al hacerlo, un placer exquisito y a la vez doloroso, era puro con un acerado punto de agonía: un placer como el que debe sentir alguien que, a punto de morir de sed, descubre que las aguas del pozo están envenenadas, pero no puede resistirse a beberlas y calma su ansia de líquido con amargos tragos que le saben a gloria.»
«El exceso de prodigalidad favorece el descuido y la pérdida.»
«Hasta los mejores planetas presentan manchas, pero los ojos de la señorita Scatcherd sólo podían advertir esos defectos menores y estaban ciegos al brillo de su órbita.»
