«Veintitrés.»

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No sé cuanto tiempo ha pasado exactamente, pero, lo que sí sé, es que me siento muy feliz. Mi felicidad, estado anímico, o lo que sea, ha subido más que nunca este año. Es un año lleno de cosas que nunca pude haber pensado. Estoy siendo muy feliz, y la verdad se me nota en mi actitud, por lo que me han dicho. 

No lo sé. 

Yo sólo disfruto la felicidad que tengo actualmente. Supongo. Hablando de felicidad...

Mi cumpleaños está sobre mi...

Odios los cumpleaños, ya sea mío, de un familiar, amigo, lo que sea. 

Los detesto.

Son ridículos. Entiendo que quieres "Celebrar un año más de vida" o querer celebrar la vida, o esas mierdas que siempre escucho cuando digo que odio los cumpleaños. Pero son aburridos, no les encuentro gracia. La mayoría de mi vida, mi corta vida, la he pasado casi sin celebraciones. Ya sea de pequeño, más grande o qué sé yo. 

Por lo que generalmente eran obligaciones de mi madre, para pasar un buen rato. Pero como es de esperarse, nunca venía nadie a mis cumpleaños, a parte de la secundaria, que me las pasaba con Jeonghan. Quien por cierto no he sabido de él hace rato. Creo que cada uno tiene su vida encaminada...

Es hoy, y no quiero organizar nada. No me gustan y no tiene sentido que las haga de todas formas. 

Desperté, solo, con una almohada sustituyendo el cuerpo de el pelinegro por aquel objeto insípido y sin gracia, esperando que fuera con aquella persona que me trae la felicidad a la puerta de el departamento. 

Me levanté suspirando, era sábado, estaba aburrido con sólo despertar y no me gustaba esta sensación de aburrimiento.

Vi mi móvil, y esta opción de divertirme con este, lo tomé, y lo desbloquee, viendo la gran cantidad de mensajes, algunos de mi madre, de Min y de Cheol, quienes me preguntaban que quería para hoy. 

No les contesté, sólo les dije que no quería un cumpleaños. 

No tardé en bañarme. Min no estaba y desconocía su parada, por lo que decidí ir a comprar cosas, ya que mi despensa, junto a su gran amigo refrigerador estaban vacíos, agregando que no es agradable pararse con hambre a la cocina y no encontrar nada que comer.

Por lo que obviamente, compré lo necesario y me vine caminando de vuelta con aquellas bolsas en las manos  y mis audífonos puestos. 

Iba caminando, con esas bolsas pesadas, mis oídos retumbando de música, cosa que me encanta y me relaja. 

Llegué cansado por las pesadas cargas que traía en mis manos, guardé todo, y me retiré a acostarme, porque sí, me había cansado con sólo llevar esas bolsas comunes y corrientes. 

Mi día era aburrido, y la verdad estaba ansiando que acabase, no quería nada más que sólo estar durmiendo, o jugando, lo que sea. 

Y terminé haciendo la segunda, por lo menos por tres horas. Sí, he comprado otro juego, de una serie de juegos que llevo pasando desde que soy pequeño, la verdad no me canso de ver como se sacan nuevos. Y a eso me dedico ahora, estoy por la mitad de aquel juego de la infancia, me lo estoy pasando en modo difícil, pues nunca lo he intentado, me ha costado, pero vale la pena. 

Estaba en medio de una importante misión del juego, hasta que el timbre sonó. Suspiré pesadamente, resguardé a mi personaje, le puse pausa y me levanté de la silla, con pesadez, pereza y sin ganas. 

Abrí la puerta, estaba con pantuflas o zapatos para andar en casa, ¿Me explico verdad? Y la persona que estaba en frente de mi, era Min, con un cuerpo más alto y corpulento que ella. Una caja en sus manos, era lo que cargaba, mientras que yo, con rostro serio, los dejé entrar. 

Mi hermoso amuleto «Jicheol»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora