Capítulo 8

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Camila y Lauren iban a bordo de un vuelo con destino a Alaska. Camila se encontraba junto a la ventana, no estaba muy feliz, su rostro la delataba, estaba cabreada. Sus brazos estaban cruzados a la altura de su pecho. Bufo de forma molesta al ver la enorme sonrisa de la mujer de cabello negro. Su venganza se había excedido más de lo normal. Había excedido los límites. Y todo ocurrió en el bendito bar, aquella noche que se suponía que era disfrutar y olvidar el estrés del trabajo, las largas horas de desvelo y sobre todo la explotación.

Pero no seria así. Todo estaba planeado por obra del destino y Camila se maldecía por a ver aceptado la propuesta de sus amigas quien después de lo sucedido las maldijo de mil maneras y les puso en la ley del hielo.

FLASHBLACK.

Lauren se encontraba descansando en aquella mesa vip y lo compartía con unas cuantas celebridades. Todo estaba yendo a la perfección, Normani se había encargado de solicitar al joven stripper quien era la distracción mayor de Lauren. El ambiente era agradable, la música era muy buena. Las bebidas estaban de deleite. Todos gozaban con euforia.

Todo parecía marchar a la perfección. Cada quien se encontraba en su mundo disfrutando a su manera. Sin embargo, Lauren tuvo que alejarse para ordenar una botella de champan, pero sin cuidado tropezó con alguien al querer llegar a la barra.

—Deberías fijarte por donde caminas— comento con molestia. Se acomodo el vestido y se cruzó de brazos, su sonrisa se borro en un instante, —esto no puede estar pasando.

—Señorita Jauregui, buenas noches. Que sorpresa verla por estos lugares— sonrió de manera sarcástica.

—¿Que hace aquí señorita Cabello? — la miro detenidamente.

—He venido por insistencia de Dinah, además necesitaba un poco de distracción— frunció el ceño, —¿hay algún problema?

—No, claro que no. Esta en todo su derecho—, suspiro. —Creo que no disfrutare mi noche— susurro.

La tensión entra ambas eran bastante notables. Sus miradas retadoras lo decían todo. Se querían asesinar entre sí.

La polinesia y la pequeña rubia se acercaron con sonrisas coquetas. Ella había demorado demasiado. Al verla sin pensarlo la giraron bruscamente para que notara su presencia, ninguna de las dos había notado la presencia de su jefa.

Para ellas era una persona cualquiera, le reclamaban y reprendían al notar su tardanza, ella creía que la chica ya había encontrado su distracción nocturna.

Lauren por otro lado observaba y escuchaba con claridad la escena de las tres mujeres frente a ella. Su molestia era notable, sus empleadas la estaban ignorando a tal grado de crearla insignificante.

Estaba agotada, sin duda alguna su noche se había arruinado, estaba a punto de marcharse hasta que Camila la señalo. Ambas mujeres voltearon con rapidez.

—¡Oh!, Mmm... Señorita Jauregui, que sorpresa encontrarla aquí— comento la polinesia con un tono de nerviosismo.

Estaba apunto de responder su no fue porque su amiga la interrumpió comenzando a reprenderla por su repentina desaparición. Lauren simplemente se acerco a susurrarle al oído el motivo de su retraso. Y de forma lenta y con discreción miro hacia el frente prestando atención a las tres mujeres.

—La de en medio es Camila, ¿cierto? — pregunto de forma "secreta".

—Si, ¿cómo lo supiste? — pregunto con desconcierto. Ella nunca la había descrito y mucho menos platicado sobre ella.

El rostro de las tres mujeres cambia a sorpresa al mirar a la joven modelo e inversionista Normani Kordei. Además, nunca llegaron a imaginar que entre ambas mujeres podía existir algún tipo de amistad. Eran polos opuestos, una era la ira y la otra era la alegría. Así de sencillo.

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—Bueno, porque es realmente sexy y hermosa. Joder, no puedo dejar de mirarla, además su amiga polinesia también es demasiado caliente— le guiño el ojo.

—Hay Mani, no sabes ni lo que dices, creo que el alcohol te esta afectando demasiado. Mejore regresemos a nuestro lugar.

Y así lo hicieron, se retiraron a su mesa. Normani se presento y se despidió con una sonrisa. Mientras que Lauren caminaba sin prestar atención alguna.

Normani no iba a perder la oportunidad de conocer aquellas chicas

Camila disfrutaba bailar con aquella rubia con cuerpo atlético y rostro perfecto. Ambas gozaban, sentían la sintonía en sus cuerpos. Se sentían extasiadas.

Lauren observaba la escena atenta. Su mirada cambio a una vengativa. Su plan estaba más que ideada y se la iba a plantear en aquel momento tan perfecto. "Me las vas a pagar maldita Cabello".

—Mani, ¿me puedes hacer un favor?

—Claro, ¿qué necesitas? — pregunto dándole otro trago a su martini.

—¿Crees poder pedirle el número de Camila a Dinah? Se que ella a quedado estúpida por tu belleza.

—Claro, ¿pero para qué? — frunció el ceño. —Espera, ¿qué no se supone que deberías de tener su número? Ella es tu asistente y sobre todo tu empleada.

—Claro que lo tengo, pero mi teléfono a sufrido varias fallas borrando algunos contactos y archivos. No te pido nada más. ¿Por favor?

—Bien, espera un momento.

Dejo su copa y camino hacia polinesia quien ni en dos segundos le entrego el número de su amiga sin alegar y cuestionar. Se alejo, sin antes agradecerle con pequeño beso en la mejilla. Camino de nuevo hacia su amiga y le entro el papel quien la acepto. Se levanto sin dar explicaciones, camino hacia el DJ a quien le pidió un pequeño favor, este lo hizo.

El joven tenía una pequeña impresora. ¿Raro? Si, pero era mejor prevenirse que lamentarse.

Lauren imprimió una foto de la castaña con su número de teléfono en la parte superior de la imagen. Le agradeció al chico y camino hacia el baño de mujeres donde le pidió al guardia que pegara la foto. El hombre acepto el pedido sin rechistar. Lauren sonrió de forma maliciosa. Planto un beso en la imagen y se alejó desbordando felicidad. Algo muy raro en ella.

¿Y qué paso después? El celular de la castaña no dejaba de sonar, le mandaban miles de mensajes. El aparato estaba más que saturado, propuestas indecorosas, packs, citas, propuestas de amor, etc., y ahí no para todo. En la oficina encontró su lugar de trabajo un desorden. Todo estaba regado, su silla estaba destruido.

La resaca la estaba matando, no había desayunado, había descansado pocas horas y sobre todo estaba agotada.

La ojiverde le estaba asesinando lentamente. Se estaba excediendo. En primera no le había permitido comprar algún alimento. Su ropa estaba hecho un desastre; estaba rociada de pintura adornada plumas falsas y con cascarones de huevo encima.

Claro que estaba siendo demasiado inmadura, pero sin aviso no hay engaño. Lauren siempre lo decía.

FIN DEL FLASHBACK.

La castaña le arrebato de las manos la revista con miles de preguntas básicas de parejas. Lauren bufo y tomo sus documentos para comenzar a revisarlos.

—¿Aun sigues molesta? — pregunto con un tono divertido.

—No, solo hago eso cuando pienso— respondió con amargura.

—Ya está, pero quiero dejar en claro que fue tu culpa. Y cabe aclarar que en ningún momento me pediste alguna disculpa— aparto la mirada para observarla detenidamente.

La castaña la ignoro y comento, con un tono más relajado cambiando el tema. Estaba agotada y no quería discutir. —Así que, todo esto es lo que hay que contestar. Lo bueno es que yo lo sé todo sobre ti, pero lo malo es que tienes cuatro días para saber todo sobre mi así que...

Le arrebato la revista de mala gana y la miro con ese semblante frío.

La ignoró y fijo su vista en la pequeña ventana que mostraba una imagen impresionante, —probablemente debas estudiar— cruzo sus piernas recargando sus manos.

Lauren busco una sección de preguntas un poco difíciles, mantenía la vista fija en la página y sonrió con malicia. —¿Entonces conoces todo sobre mi? —desvió la mirada hacia la joven.

—Te asusta, ¿o no? — no apartaba su mirada de la ventana.

—Un poco— regreso la vista a la revista. —A ver. Mmm, claro, esta es perfecta. ¿A que soy alérgica?

—A los gatos y todo el espectro de los sentimientos— comenta sarcástica.

—Eso es gracioso, ja ja. Amm, a ver— busco otra pregunta difícil. —Esta te gustara, ¿sabes si tengo cicatrices?

La castaña giro un poco la cabeza y la miro. —Estoy segura de que tienes un tatuaje.

La pelinegra la miro con el ceño fruncido. —¿Estas muy segura?

Asintió con la cabeza. —Si, muy segura. Hace dos años tu dermatólogo llamo para tu cita láser de rubí, yo lo busqué en el internet y de hecho encontré que...

—Elimina tatuajes— respondieron al unisonó.

—Pero tú lo cancelaste después—

La miro molesta.

Elevo su ceja. —¿Qué será? ¿Nativo? ¿Una serpiente? ¿Un libro blanco? ¿Caligrafía japonesa?

—¿Sabes? Es emocionante para mí experimentarte así— la miro con una mueca.

—Gracias, pero p tendrás que decirme donde esta— la observó fijamente recargándose en él apoya manos.

—No te voy a contestar esa pregunta,

—Pero hay que contestar todo.

—Ya he dicho que no voy a decirte en donde esta así que cambiemos de pregunta— su tono otra vez mostraba molestia. —Siguiente, a ver a ver, ¿cuáles? — busco y busco hasta que le intereso una en especial. —Oh, aquí hay una, ¿en qué casa vivimos, tuya o mía?, sencillo en la mía.

La castaña la miro indignada. —¿Y porque no en la mía?

—Ah, porque yo vivo en una zona privada— la miro por unos cuantos segundos y regreso la vista a la revista. —Y probablemente tú vivas en un escuálido y pequeño departamento y uses vasos de plásticos.

—Damas y caballeros por favor abrochen su cinturón, iniciaremos nuestro descenso en Yunno.

A la castaña le molesto el comentario de la empresaria, tomo su cinturón y lo ajusto de forma violenta a su cintura. Miro hacia la ventana estaba nuevamente tratando de resistir sus ganas por asesinar a su jefa.

La pelinegra abrocho su cinturón desconcertada, —¿Yunno?, pensé que iríamos a Sitka.

La castaña la miro por unos segundos, —así es.

—¿Y cómo llegaremos a Sitka? — cuestiono dudosa

La propuesta. (Camren g¡p) [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora