Dolor de amor

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Lo sé, tardé mucho. Ya saben mi situación: aunque oficialmente ya terminé la carrera, me falta la titulación; acabo de entregar mi tesis para empastar, estoy trabajando en la defensa, el examen de ingreso al servicio profesional (porque es el último año que se hace examen para ingresar como maestro al sistema educativo). Ya tengo fecha para mi defensa, faltan dos semanas, si todo sale bien ya podré volver a escribir con tiempo.

Este capítulo tiene sus giros, pero advierto, aunque la viene en la descripción de la historia: VIOLENCIA SEXUAL y FÍSICA.

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Robert le leyó por casi un par de horas a Jimmy. Únicamente levantaba la vista del libro para observar el rostro entusiasmado del pelinegro que escuchaba atento cada palabra y durante los versos más románticos para recitarlos especialmente. El pelinegro cerró los ojos para percibir sólo la bella voz de Percy.

—Continúa— pidió Jimmy abriendo los ojos cuando Robert hizo una larga pausa.

—Ya no puedo seguir o me quedaré sin voz— comentó.

—Pobre Percy.

—¿Qué gano si continúo leyendo?— preguntó Robert sonriente.

—Nada— respondió Jimmy tranquilamente.

—¿Entonces por qué debería seguir?

—Porque yo te lo pido.

—¿Quieres que termine afónico? Qué egoísta.

—Está bien— se acercó Jimmy y lo besó en los labios sin prisa. Despacio y profundo. Con sus salivas mezcladas y el roce de sus lenguas navegaron hasta perderse en ellos mismos, olvidando dónde estaban y porqué.

A algunos metros de distancia un vestido adornado y un uniforme de criada eran testigos del romance.


El príncipe entró al palacio por el mismo lugar que siempre, con suma precaución.

—Alli— susurró Robert al entrar en la biblioteca. La chica se levantó de su asiento.

—Tienes suerte de que madre haya salido y aún no haya vuelto— comentó manteniendo su papel.

—¿Ha salido? Estupendo— sonrió de inmediato. Caminó hacia la salida, pero la voz de Allison lo detuvo.

—No piensas ir mañana otra vez, ¿o sí?

—Le he prometido que así será y no pienso romper mi promesa— aseguró girando para observarla.

—También has prometido desposar al príncipe de Escocia— le recordó.

—Es diferente. Me han obligado— remarcó y salió de la biblioteca.


Durante la noche la reina golpeaba el suelo debajo de su trono con su tacón en movimientos constantes. Se podía apreciar la preocupación en su rostro y su semblante aparentaba procesar ideas.

—Catalina— habló con voz firme y aguardó a que la mujer cruzara la puerta y la cerrara detrás—. Ve a buscar a ese hombre que ayudó a la Baronesa Eva a deshacerse de su marido— ordenó.

—Con todo respeto, mi señora, no creo que matar al chico sea la mejor opción— protestó Catalina—. El primer amor nunca se olvida y si su hijo está enamorado...

—¡Él no está enamorado! Y no te atrevas a desafiar una orden mía— la interrumpió.

—Perdón, majestad; pero si no lo amara no pensaría siquiera en casarse con él, desobedeciendo su orden— agregó. Dado el silencio de la reina continuó—. Lo llamaré en seguida— se inclinó antes de abrir la puerta.

Jimbert -The man who sold the world- El hombre que vendió al mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora