44. Vieja locaaa

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/KEITHAN LOWER/

Keithan había estado inquieto toda la mañana. Sentía que algo para nada bueno se aproximaba y había tenido que atarse las manos para no llamar a su esposa e interrumpir su paseo por el centro comercial. Pero simplemente había algo en sus entrañas que le decía que no todo estaba en su lugar.

En el momento en que la limosina que ella se había llevado, aparcó frente a la mansión, Keithan cerró las cortinas de su ventana, con alivio. Había temido que algo le sucediera, pero al verla descender completamente gloriosa y con bolsas de compras en sus brazos, había soltado una exhalación que no sabía que había contenido.

Había analizado toda su situación con ella, y había llegado a la conclusión que estaba dispuesto a pedirle de rodillas perdón por todas las estupideces que le había dicho y que claramente no eran ciertas, cuando ella sólo buscaba hablar con él. Ahora, admitía que había tenido miedo. Sí, había estado asustado. Asustado porque creía que Ailani pensaba escoger esta visita a sus tíos como el momento adecuado para darle una patada en el trasero y decirle que ya no lo necesitaba más.

Por sus cavilaciones, fue que descendió de las escaleras con paso acelerado, sólo para ir al encuentro de su joven esposa, suplicarle perdón y arrastrarla a su cama, donde seguramente limarían cualquier aspereza.

Pero una visión interrumpió aquellas ideas, una visión que lo dejó paralizado precisamente en medio de las escaleras. Abrió sus ojos, con completa sorpresa y horror ante lo que su esposa llevaba en conjunto a sus compras.

Los chillidos de las aves no tardaron en hacerse oír, asegurándole que éste no era un mal sueño. Se vio muy tentado a pellizcarse, pero aquello no fue necesario. La expresión de satisfacción malévola en la cara de la rubia, le aseguraba que todo lo que veía era cierto.

En medio de su estupefacción fue capaz de hablar —¿Qué has comprado?-

Ella le sonrió con suavidad, quizás una sonrisa no del todo verdadera —Loros. Ropa interior. Maquillaje. Condones- Ella se encogió de hombros —No recuerdo qué más-

Keithan estaba demasiado furioso como para aceptar sus provocaciones. Con aire peligroso, descendió lo que restaban de las escaleras, y los pájaros, seguramente percibiendo el aura que ahora lo recubría, echaron a gritar cosas incoherentes.

Cuando estuvo a tan sólo un paso de ella, la aferró del brazo con más fuerza de la que habría usado normalmente —¿A qué diablos estás jugando, Ailani?- Keithan le echó una mirada furtiva a los animales, y esperó con poca paciencia la respuesta de su mujer.

—¡Contéstame, maldita sea!-

La satisfacción se le borró del rostro, pero un fuego mucho más poderoso se encargó de reemplazarlo.

—No entiendo lo que estás diciendo- Ella gimió cuando él aplicó más fuerza.

—No me mientas. Algo te traes entre manos y quiero que...-

Pero fueron interrumpidos, y Ailani no pudo haberse sentido más feliz con aquella interrupción. Nunca hubiera creído que ver a Tessa le trajera felicidad.

Keithan por su parte, aunque no la soltó se calló. El grito angustioso de su tía, no tardó mucho en perturbar la aparente calma de la mansión.

—¡Qué demonios es eso!- Mientras apuntaba desde las escaleras a las mascotas recientemente adquiridas de Ailani.

Keithan sólo pudo rodar los ojos, no antes de advertirle a la rubia con la mirada. Esto no termina aquí. Con recelo, la soltó. Ailani se sintió muy aliviada.

Unidos por un Contrato (UNIDOS #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora