~Cercanía~

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Dos semanas pasaron desde que los jóvenes habían regresado a Japón, los días transcurrían con normalidad, los jóvenes estaban a pocos días de iniciar nuevamente las clases, la albina, también asistiría en aquella escuela, a donde todos asistían, así que estaba mejorando su pronunciación del Japonés, ella tenía las bases, pero aún tenía aquel acento egipcio, lo que a veces le dificultaba que le entendieran, así que Yugi, fue quien ayudó a la joven, que por suerte, era bastante inteligente, así que... su mejoría en el idioma era bastante notable.

-Hemos regresado, abuelito- Dijo Yugi animado, mientras su abuelo corría a toda prisa para recibir a los jóvenes, quienes habían salido a dar un paseo para mostrarle la ciudad a la peliplateada.

- ¡Yugi! – Exclamó –Necesito que me acompañes, querido nieto- Aquel anciano lo sostuvo del antebrazo, lo giró y se lo llevó con dificultad, cerrando aquella tienda.

Aten y Hayami se observaron levemente, intentando asimilar lo que había ocurrido, pues únicamente ellos dos habían quedado solos en aquel lugar, seguramente el abuelo de Yugi, recibiría alguna entrega importante, o al menos esos pensó Atem en aquel instante.

-Bueno... ¿quieres cenar? – Preguntó algo tímida la joven, quien ya se llevaba muy bien con el pequeño Yugi, pues él era demasiado jovial y generaba demasiada confianza, a diferencia de Atem, quien era mucho más serio.

-Sí- Se limitó a responder, mientras esquivaba su mirada - ¿Deseas algo en específico? – Le preguntó la joven, Atem se puso un poco tenso –Lo que sea está bien...- Volvió a responder, después de eso se dirigió a la planta alta de aquel lugar y la joven por fin pudo respirar aliviada, pues también se había tensado, después de eso se dirigió a la cocina para ver que encontraba en la nevera de los Muto.

Hayami

Ya tenía casi dos semanas de convivir con los Muto, Yugi realmente me parece una persona impresionante y agradable, su conocimiento en el duelo de monstruos es realmente genial "Me pregunto si Atem será igual de bueno que Yugi" Pensé en aquel instante mientras empezaba a sacar las cosas que utilizaría para la cena "Me gustaría poder agradarle a Atem" Suspiré, pues desde que llegué noté que él era muy reacio conmigo, a diferencia de Tea, quien era una chica muy bonita y genial, él suele sonreír mucho cuando está con ella y de alguna forma eso me molestaba... pero aun no sé el motivo por el cual me sentía de esa forma.  

Me sentía bastante feliz, pues mi japonés había mejorado, había salido durante esta temporada, en compañía de Yugi y los demás para conocer la ciudad, realmente Japón me resultaba un lugar maravilloso, tal y como lo había imaginado.

Después de meditar tanto, por fin culminé de hacer la cena, llamé a Atem para que pudiera bajar, luego de unos minutos él se sentó en la mesa y yo me senté a su lado.

-Cielos, esto se ve delicioso- Fue el primer alago que le había escuchado decir, giré mi mirada hacia él quien había empezado a comer –Es un platillo típico de Egipto, espero sea de tú agrado- Le sonreí, el me observó un momento y luego esquivó nuevamente la mirada y siguió comiendo, era extraño, pero cuando él confrontaba mi mirada, yo sentía algo extraño, cómo una especie de conexión, sus misteriosos ojos violetas me llamaban mucho la atención, pero él solía esquivarme siempre...

-No sabía que eras tan buena cocinera- Empezó a hablar nuevamente, por mi parte empecé a comer también –Mi hermana me enseñó a cocinar- Le respondí.

- ¿Sabes? Esta comida me resulta extrañamente muy familiar, por alguna razón- Sonrió, era la primera vez que él sonreía cuando estaba conmigo, así que eso me puso muy contenta –Pues... sí quieres puedo enseñarte a prepararla- Murmuré levemente, de la nada nuestras miradas se cruzaron, pues yo seguía observándolo, de la nada aquella conexión se intensificó de alguna forma, yo era ahora la que quería apartar la mirada, pero no podía ¿Por qué...? El tiempo pareció detenerse y pude sentir que era absorbida por aquellos ojos tan misteriosos... de la nada escuchamos la puerta abrirse y se trataba del abuelo, eso hizo que ambos por fin apartáramos nuestra mirada.

Narradora

El abuelo de Yugi entró realmente emocionado mientras sostenía una valija realmente enorme, sin embargo, no había rastros del otro joven.

- ¿Dónde está Yugi? – Preguntó Hayami, mientras observaba con curiosidad aquella maleta.

-Oh, se ha ido a dormir, estaba demasiado cansado, con permiso, iré a colocar esto en el sótano- Después de aquella extraña bienvenida, los jóvenes se empezaron a reír levemente y nuevamente intercambiaron miradas, esa era el primer acercamiento que tuvieron desde que la joven había llegado a aquella casa.

Después de un rato, Atem se dirigió a su habitación y se despidió de Hayami, fue a recostarse y cerró sus ojos, era extraño, por alguna razón aquella barrera de frialdad que él tenía se había roto y le resultó realmente agradable.

~Sueño del faraón~

Como era costumbre, las memorias del faraón solían aparecer en sus sueños, era como si cada día soñara un pequeño fragmento de lo que había ocurrido hace tres mil años atrás, pero lo que no sabía el faraón, era que este sueño sería totalmente nuevo.

"No deseo casarme con una desconocida" Replicó aquel joven faraón, quien era observado por Atem, pues en sus sueños el solía mirar todo en las sombras, pues sus sueños solían ser lúcidos.

"¿prometida?" Pensó, pues realmente no recordaba nada acerca de haber tenido una prometida en el pasado.

"-Entiendo que deseabas casarte con aquella dulce jovencita, es normal, pero ella no posee las características que se busca para ser tu prometida, por favor entiéndelo" Después de decir aquellas palabras el anciano salió de aquel lugar y dejó a su nieto solo en aquella habitación, mientras tanto Atem intentaba asimilar aquellos nuevos recuerdos que estaban apareciendo, de la nada pudo notar un adelanto en el tiempo, cómo si todo lo demás no hubiera sido de importancia... apareció en el salón real, donde se ubicaba su trono, mientras que su antiguo yo se encontraba sentado, observando a una hermosa jovencita de cabellos plateados que se encontraba arrodillada del otro lado, Atem no salía de su asombro pues rápidamente reconoció a la joven "No puede ser... esa es ¿Hayami?" Negó rápidamente la cabeza, pues nada de lo que estaba sucediendo cuadraba con lo que vivió en el pasado ¿acaso sus recuerdos habían sido alterados? No, era inaudito, justo en ese momento aquel anciano iba a decir el nombre de la adorable joven, pero todo empezó a tornarse negro y borroso...

Fin del sueño

- ¿Te encuentras bien? – Atem despertó en un santiamén –Yugi ¿qué sucede? –Le preguntó mientras se sentaba en su cama y colocaba su mano en su cabeza, pues le dolía.

-Bueno... eso debería preguntar yo ¿estabas teniendo una pesadilla? – Volvió a preguntarle el ojivioleta mientras éste negaba –No, no era nada importante- Después de eso Yugi regresó a su cama y Atem por su parte observó durante un largo rato el techo de aquella habitación mientras meditaba sobre aquel sueño ¿Realmente había sido real todo aquello? ¿Eran recuerdos sobre su pasado? ¿Por qué de la nada habían aparecido? Y lo más importante ¿Qué hacía la pequeña Hayami en aquel lugar, realmente ella había sido su prometida? Muchas interrogantes inundaron la cabeza de Atem, después de un largo rato de estar pensando, logró quedarse dormido, pero ésta vez no había tenido ningún sueño...

Continuará...

La flor blanca de EgiptoWhere stories live. Discover now