Federico Díaz. Si, ese era el nombre del chico que provocaba mis desvelos. Era alto y su mirada era profunda como el fondo del océano y celeste como el cielo. Su pelo era negro como una pantera y su sonrisa brillaba como un diamante. Solía usar unos pantalones casuales cargo de color caqui, championes blancos, camisetas de colores sólidos y una campera deportiva por encima.
Definitivamente no estaba acostumbrada a que un chico volara mi cabeza de esa manera y nadie me lo advirtió. Siempre pensé que todo esto del enamoramiento era una exageración y ahora me doy cuenta de que no.
Federico tenía 17 años y era el hijo de los dueños del mini super de la esquina de mi casa. Fue ahí donde lo conocí, razón por la cual nos conocemos muy bien ya que nunca me he mudado y voy ahí desde que tengo memoria. Muchas veces he tenido la oportunidad de hablarle y es un chico bastante interesante. Por lo que he podido hablar con el se que le gusta cocinar, leer, mirar Netflix y filosofar sobre los secretos de la vida y el amor.Federico como ya dije, es la persona que me ha estado volviendo loca y no se como reaccionar a eso. ¿Debería decírselo? ¿Qué si no siente lo mismo que yo?. No. Definitivamente no debería decírselo. Debo darle tiempo al tiempo.
***
-Si papá, ya voy hasta el mini super por tu salsa de tomate. Solo déjame terminar de vestirme.-
Estaba ansiosa por ver a Federico. Agarro las llaves de casa, salgo y me dirijo hacia la esquina. Definitivamente hacía más calor de lo que me imaginaba. No tardo mucho en llegar a pesar de que la cuadra es larga. Entro, saludo al señor y a la señora Díaz (padres de Federico) y voy en búsqueda de la salsa de tomate. Me sorprendo al encontrarme a Federico besándose con la que supongo que es su novia en el pasillo de la salsa de tomate exactamente sobre la salsa qe yo necesitaba.
-Hola- me dice nervioso mientras suelta a la chica que sostenía por la cintura. -Hola- le respondo yo también nerviosa mientras les hago señales de que necesito la salsa de tomate sobre la que esta chica esta recostada.
-Oh, lo siento.- Esta vez habla ella mientras se corre.
-Sabrina, Agustina, Agustina Sabrina- nos presenta Federico.
-Agustina es mi nueva novia.- me dice como explicándome la situación.
-Un gusto.- le digo saludándola con un beso en la mejilla. Ella me sonríe y le devuelvo la sonrisa.
-Tengo buenas noticias.-me dice Federico sonriendo.-Me han transferido a tu liceo para mi último año.-Me dice sonriendo.
-Que alegría.- le digo con una sonrisa mientras intento no sonrojarme demás.-Espero logres disfrutar tu último año.- le digo mientras recuerdo todo el bullying que el había sufrido durante todos sus años de ciclo básico.
-Si, espero que sea así.- me respondió rascándose su nuca. Creo que el también estaba recordando todo su pasado.
-Asi que Agustina no?.-
-Si.-me-¿Tú también irás a nuestro liceo este año?.-pregunto curiosa.
- No, conocí a Fede en un campamento de verano y me enamoré. Ya es muy tarde para pedir una transferencia así que tendremos una relación a distancia.-me responde con una expresión de lamento.
-Ah que pena.-le dije intentando simular que lo lamentaba.-Bueno chicos, grandiosa nuestra plática pero ahora me tengo que ir. Mi padre está esperando la salsa.-digo mientras me río y los saludo.
-Adiós Sabrina.-me dicen al unísono.
Luego de pagar, ya en el camino a casa me doy cuenta de que nunca me había sentido como ahora. Nadie me advirtió que enamorarse implicaba otros sentimientos a parte de la felicidad. Esto definitivamente no es justo y en vez de descifrar mis sentimientos por mi misma, le preguntaré a Sami que seguro sabe que decir.
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Sabrina Brown descubriendo el amor
RomanceSabrina Brown, una simple adolescente de 14años. Dos amores muy intensos y una gran indecisión. #12locurasdeadolescencia 14/06/19