Nunca. Nunca fue suficiente, olerle el cabello por las mañanas, despertar viendo su espalda. Sentir su aliento en el cuello de madrugada, el asfixiante y reconfortante calor que le proporcionaba su permanencia. Su irritante insistencia, el baño con la puetra abierta o la toalla húmeda en su piso. Nisiquiera le molestaba encontrarse escondidos.
Porque no quería más, solo quería repetir de lo mismo todos los días... Quería algo ya no tenía.
— No me sigas — Escuho y no, abriendo los ojos lo mejor que pudo y volvió apretar los párpados para exprimir todo el torrente acuático que los llenaba.
Sabia que no estaba bien, estaba seguro de que su mente estaba insanamente dañada por el dolor y sus descuidos de salud.
Pero no tenía fuerza para negarlo, nisiquiera para aceptarlo.Con la garganta seca y labios húmedos, tenia la boca completamente abierta para poder respirar sin dificultad. Hace más de dos horas había notado que su nariz solo servía para chorrear tristes fluidos. Boqueaba cada vez que suspiraba y gemía bajito. Sus ojos le ardían y los párpados le pesaban lo que rocas. Sus mejillas pintaban calientes igual que todo su rostro.
Un fuego abrasador se extendía desde la punta de su nariz a todo su rostro hinchado y sonrojado.
Su cabello se pegaba totalmente a su frente, algo más largo de lo que acostumbraba y en mechones gruesos por sus suciedad, nisiquiera una ducha tibia lo movió de su lugar en días.Días largos, penumbrosos y ardoroso.
No era el mismo sujeto feliz que hace un par de semanas, nisiquiera recordaba sentirse feliz por completo. El momento fue corto, rápido y leve, nada solido se dio entonces.
Tenia miedo latente, nerviosismo desde hace cinco años que pasaron sin saber.
Pero no podía inmutarse, sus piernas y brazos flaqueaban y eran más delgados.
El dolor de su estomago se disipó, ya nisiquiera sentía hambre. Al principio comio algunas golosinas que escondía en su cuarto, ahora solo las veía sin verlas y sin poder tragarlas, su tráquea se encogió considerablemente, igual que su estómago, su cerebro y su corazón...La soledad jugaba sucio, pensaba ahora.
Si se levantaba a tocar aquella ilusión estaba seguro que se desmoronaria antes de poder acercarse lo suficiente.
Sabia que era una ilusión, muy colorida, muy hermosa, y muy viva.
Incluso ahora imaginaba un pecho en constante movimiento respiratorio, parecía que de verdad jalaba aire y se iban a sus pulmones creando una inflación pectoral que en realidad ya no existía.Apretaba los ojos muy fuerte, ya no queriendo ver, y temía más abrirlos descubriendo que en realidad el nunca estuvo ahí, frente a él.
Claro que no estaba, no podía no inmutarse de verlo llorarle, de verlo destrozado, dejándose morir. Porque era lo que Pete hacía. Se dejaba morir.
Incluso algunas veces se descubría aguantando la respiración sin intención alguna, solo que ahora el dolor quemante de todos su cuerpo y su alma le distraian de respirar, hace tiempo ya no parecía necesario.
Se mantenía distante de la realidad, no queriendo recordar y no quería tampoco encontrarse olvidando, solo quería olvidar que el ya era un recuerdo.Así ahora se debatía en acercarse, besar las paredes, tomar su edredón y fingir que era su mano, encontrarse solo y decir mil veces — Yo también te amo. — vivir una mentira dulce, dulce.
O volver, enfrentarse a el mismo, a su vacío, a su falta, a la resignación... y próximamente olvido.Pero justo ahora no tenía corazón para ninguno, no podía ser tan frío con sus sentimientos.
Sus pies descalzos por influencia de él también, tallaba la madera del piso con ellos, los sentía pegajosos por el frio. Sus manos sudaban helado y estaban húmedas, sus nudillos blancos, y sus uñas encajadas en la mano contraria, posadas por encima de sus rodillas, y estas junto a su pecho.
Todo encogido en una esquina de la casa en la tuvieron sus últimos recuerdos, una donde nadie nunca los molestó, una donde Tony podría volver a él libremente, donde nadie profanaria el amor que se prometieron, el lugar donde de verdad se amaron, donde el tiempo no pasaba, la magia no moría. Y ahora la casa reclamaba su dueño, llorando también, los árboles tristes y decaídos, tirando ojas antes de otoño. Esa fuerza tenía el amor que se respiraba, y daba fuerza a todo por ahí. Incluyendo a Peter, que moría de amor.
Porqué no quería otra cosa.
Aunque le doliera cada parte de su cuerpo, física y mentalmente no haría nada, porque se sentía más cerca de Tony. Haría lo que fuera por el.
Aún lo hacía, según su dañado criterio.Claro que a Tones no le gustaría que esto pasara y quizá por ello su inconsciente le gritaba que se alejara del el de su amor enfermo, de su dependencia, de todos sus deseos de permanecer a su lado. O podría ser que Tony fuera real, que esto pasara y por lo mismo Tony no lo dejaría perderse...
No sabía que pensamientos retomar ahora que estaba abatido, inconsolable y pesimista.
Su inconsciente, muy silenciosamente pero presente, le susurraba por alguna parte de su sórdido cerebro que se alejara corriendo de ese lugar, que únicamente tenía recuerdos dañinos que lo querían ahogar de dolor, que la casa lo consumiría y que Tony no estaría orgulloso.
Pero la otra parte, la fuerte, le mostraba a un Tony cada vez más nítido, que en realidad no debía incoherencias y trataba de alejarlo del dolor.Pero quizá nisiquiera su inconsciente entendería, nisiquiera el mismo Anthony lo haría...
Qué lo de Pete no era pasajero, nisiquiera desorden emocional, él estaba enfermo. Enfermo de ser humano. De que le doliera en verdad haber perdido el corazón.
Ya para ello no había remedio, no sería algo que se curaria como una gripa, este era un cáncer, y a él ya le llevaba lo más importante con el... su corazón.
Su cerebro terminaba solo consigo, y sus huesos eran cosa de tiempo que se hicieran polvo. Igual, ya le dolían.
Y miedo a nada. Perdió.Sus latidos cada vez más lentos. Y decidió abrir los ojos solo cuando una mano se posó en su oreja y parte de su mejilla derecha... pidiendo algo en un sonido lejano.
— Quedate... — Al abrir se topó con el holograma más realista que pudo haber. ¡Maravilla tecnológica! pudo pensar en algún otro momento, pero ahora no se concentraba en otra cosa que no fuera el sínodo lejano de su voz. Esa que hoy parecía un eco que se alejaba y acercaba a medida que el empeoraba.Quizo tocarlo.
Y lo hizo, con sus dedos delgados y débiles, nisiquiera parecía agarre, era más un leve toque.
Aún así lo sintió.
Quiso sonreír, pero era tarde, ese gesto ya se le había olvidado a su rostro y una cara de sufrimiento fue lo que penosamente apareció. Por costumbre y porque era la única línea que había sabido llevar durante todo este tiempo, que ya le parecía una inmerecida longevidad.Ya no había fuerzas en su cuerpo.
Quiso hablar también, logrando un vago y casi insonoro — Bésame — Seguido de su mirada al piso y lagrimas delgadas casi secas.Entonces escucho más fuerte que antes
— O ven... — Luego de ello sintio más cálido su agarre. Dejo de tener tanto frío, de sentirse helado.Tony dejó de estar agachado para incarse entre sus piernas ahora abiertas y extendidas en el piso. Tomo a Pete de la nuca y trato de acercarse a su mejilla. Peter con lágrimas en los ojos lo veía borroso pero distinguía también un camino húmedo en sus delgadas mejillas y un muy marcado tono doloroso en sus líneas.
De pronto lo que creyo que sería un beso en el cachete, fue un susurro caliente, con aliento y algo de... vida.
— También duele. — seguido de ello se tocó el lugar donde va el órgano primordial para la vida; el corazón.Peter se asombró de escuchar todo esto de su boca, sentirlo tibio y escucharlo vivo.
Estaba seguro ahora de que no era su jugada mente. Tony estaba ahí con el, llorando. Y le había pedido que se quedara y también ahora que fuera a el.
Nada le dio más felicidades que el permiso de su Anthony, pero dudaba de no saber a dónde ir en específico.
Cuando aún se encontraba acuñado en sus pensamientos y absorto e su fantasía vio al mayor acercarse y besarle lento los labios. Solo entonces dejo de sentirse como un témpano de hielo, dejo de doler, paro de arder, ya no sentía lava en sus venas. Nisiquiera encontraba sus ganas de llorar, ni siquiera de felicidad.
— Al abrir los ojos, solo estaremos tu y yo. No puedes arrepentirte ahora. — Oyo decir a Tony, ahora feliz. Nisiquiera se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados en ese instante.
De un momento a otro abrió sus ojos encontrándose únicamente con un resplandor blanco muy intenso, graduelamente pudo distinguir copas verdosas de árboles, en absoluto no eran los casi muertos de su casa de campo que recordaba.
Se sintió recostado en un lugar mullido. Toco con sus manos por encima de su cabeza y se encontró con unas piernas conocidas, abrió más los ojos impactado y miró solo un poco más arriba.— ¿Tony? — Preguntó el pequeño con una sonrisa inmensa y una conocida calidez.
Después de tanto dolor, el escozor de su alma, confunción y volatilidad mental, se encontró con el rostro que tanto deceo ver, asomándose para ver su rostro sorprendido con una sonrisa muy genuina, más feliz de lo que vio alguna vez...
— ¿Con que ya no me dices "amor"? —
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Amé esto y realmente me salió del corazón, espero les haya gustado y hayan podido canalizar todos los sentimientos de nuestro Pete. Espero no haber extra-utilizado la intensidad, igual no pudo se de otra manera. Es lo que quería al inicio, igual agradezco su apoyo de antemano.
Si hay alguna falta de ortografía la corregire, solo sean respetuosos por favor...🍎