Nunca es tarde para ser feliz.
— La señorita Emma Sthefany Javier —escuché mi nombre subiendo los escalones tomada de la mano de mi doctor para ir a recoger mi título.
Agradecí con un asentamiento al director que me lo entregaba y sonreí tocando mi ahora abultada panza mirando a las personas que me acompañaban esa noche. Mi amada Sofía que se veía hermosa sin nada de melo en su cabeza, por elección propia. Estaba muy grande, ya era toda una señorita que pronto tendría a alguien y se iría de casa. La extrañaría un montón, por el momento disfrutaría de su compañía.
Moisés iba agarrado de su ahora esposa mirándome con orgullo, levantando sus pulgares al lado de Brandol.
— Lo ha conseguido —gritaron al unísono haciendo que todos se voltearan a verlo. Siempre me hacían pasar vergüenza.
Miré a mi prometido asintiendo para que me ayudara a bajar del escenario improvisado que habían colocado para que los graduandos pudiésemos subir a tomar el título. Todo era básico, no había una decoración especial o algo que llamara la atención. Solo era una tarima con algunas cortinas de colores, de un lado los graduandos y del otro los familiares y amigos, pero había algo en el lugar que lo hacía especial y era estar con la familia el día más importante de tu vida.
— Me toca a mí — replicó Brandol mirando a su amigo fruncir el ceño en las escaleras como dos niños tontos.
— Tú la subiste al carro, Smith la llevó a la tarima y ahora me toca bajarla, no seas imprudente. — le regrese el golpe en el cabeza molesto. Las personas seguían mirando quien me ayudaría a bajar. Estaba en mi segundo trimestre de embarazo y me daba mucho dolor en los pies, por eso a veces requería de la ayuda de alguno de ellos para hacer algunas cosas. — Igual y yo seré el padrino del bebé, no sé por qué te apuras.
— Es obvio que seré yo.
Miré a mi doctor pidiendo ayuda. Lo hacía a posta, siempre se mantenía a la distancia cuando sus dos amigos peleaban por quién sería el padrino de mi bebé. Él quería Brandol, yo quería a Moisés. Todo era un caos. Bajé agarrada de la barandilla dejando a esos tontos pelear haciéndome que no los conocía.
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— Vez, nunca es tarde para ser feliz
—escuchó el susurro bajo de su niña más grande. Ahora tendría una más pequeñita.La revelación de sexo se había llevado justo en su casa, luego de salir de su graduación y consensuado de bodas. Había elegido el mismo día para hacer todas esas cosas que daban sentido a su vida. Al salir de su graduación, se había cambiado el vestido beige por uno color crema y sin saberlo, los conductores de esa noche la dejaron en el registro de boda civil. Se había sorprendido mucho. Lo habían hablado, pero con su esposo aún no habían llegado a un acuerdo. Él quería esperar a que su madre llegara al otro día.
Dos horas esperó hasta que al fin pido estar casada con el amor de su vida y saliendo del registro se encontró otra sorpresa en su casa. La decoración en dorado y plateado era todo lo que ella amaba en colores. Globos por doquier dándole una cálida bienvenida por su graduación, su boda y la revelación de sexo de su bebé.
El avión estalló con humo color dolado haciendo que todos estallaran de alegría. Todos los amigos que trabajaban con ella en el hospital, algunas chicas que conoció mientras estudiaban, Ana la madre de Sofía, la esposa de uno de sus mejores amigos y un montón de personas que ella no se acordaba en el momento. Todo era felicidad.
— Así es, hoy puedo decir que soy feliz — la abrazó agradeciendo por tenerla en su vida como parte de su familia. Ahora tendrás una hermanita de quien cuidar.
— Sí, ahora es cuando soy reemplazada por la niña pequeña —rio mostrando los alambres nuevos que colgaban en sus dientes, mostrando el reflejo del piercing en su nariz. — Descuida, puedo vivir con eso —la dejó con su esposo que se acercaba sonriente.
— Toma — le tendió una copa de champaña sin alcohol mientras la abrazaba por detrás dejando ligeros besos en el cuello. — agarró la bebida sin dudar. En esta vida, nadie los cuidaría más que él.
— ¡La mía no tiene algo! —gritó Moisés llegando empapado de la bebida que acababa de tirar por el rápido movimiento que había hecho para llegar a ella.
— Esa tiene, la mía no —lo secundó Brandol tirando la bebida en la espalda de su amigo por llegar rápido a entregarle la copa de bebida que ya su esposo le había entregado. — Ops, ya se nos adelantaron — se miraron avergonzados.
— ¿Le decimos que serán los dos o dejamos que peleen un poco más?
— preguntó a su esposo sonriendo al verlos marchar.— Un poco más.
— Eres tan malo. Te amo mi doctor — le hizo saber sintiendo lo que era un amor real, tocando su panza dónde su pequeña se movía al sentirse amada.
— Yo te amo mucho más, mi doctora. —le devolvió la sonrisa besando su mejilla, agradeciéndole a la vida por dejarlo formar una familia, por volver a sonreír cuando pensó que no volvería a pasar. Por lo visto Dios sí era real.
*
He decidido que este será el final de esta primera obra. La amé porque fue la primera que escribí. Fue quien me abrió las puertas para llegar más lejos. Gracias a todos por leer y comentar. Gracias a los que me siguen y los que no; nunca es tarde para hacerlo.
Cuando comencé a amarme es mi obra en físico, en Amazon.
Belleza Frágil es la obra que marcará sus vidas, aquí en Wattpad.
Génesis J. Herrera es mi Instagram. No duden en buscarme para saber más de mis obras.
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¿Queremos otro volumen del epílogo? Déjenme saber. <3
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Dr. Smith
Teen Fiction- Ya no quiero que me sigas haciendo daño Mario -refutó con espesas lágrimas brotando de sus ojos. - Lo intento Emma, créeme que lo hago, pero por más que quisiera no puedo dejar de hacerlo. ¡Dios! como odiaba a su primo, un primo que ni siquiera de...