Susurros en la nieve. Enero, 2019 (2)

182 9 15
                                    

Narra Sofía

Narra Sofía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Sofía

El trayecto de Madrid a Segovia se me estaba haciendo insufrible. Jésica se había empeñado a cambiar los planes. En lugar de marcharnos al jueves, lo hicimos el miércoles al medio día. Alquiló un coche por su cuenta, sin consultármelo. No me apetecía estar encerrada con ella, tantas horas, en un pequeño habitáculo. La fiesta Madrileña le había sentado mal y regreso su carácter borde. Me choco porque desde habíamos roto me trataba con afecto. A parte, no parecía satisfecha después de su momento erótico-festivo con Nadine. En definitiva, aquel rasgo de su personalidad le era inherente. A igual que mi tendencia a esconderme en mi caparazón cuando tenía problemas. Las dos podríamos esforzarnos en corregir nuestras imperfecciones.

Me apetecía narrarle el sorprendente encuentro con mi pasado, con la chica responsable de haber ennegrecido mi infancia. Amargamente me percataba de cómo aquella historia había marcado mi trayectoria vital. Tan solo era mi culpa, por haberle dado más protagonismo del que se merecía. Las mil y una lecturas de los hechos. No lo hice. La sentía tan lejos de mí, como si ya me hubiera arrancado de su corazón. Creía, francamente, que había perdido mi oportunidad. Debía de ser consecuente con mis elecciones. Había sido un grave error haberla echado a patadas de mi vida. Me estaba doliendo horrores mirarla, percibir su crispación y no poderla aliviar.

- Si te apetece, podemos pararnos a visitar la ciudad.- Me propuso tras tomar la salida de la autopista.

- No. Mejor que vayamos directamente a nuestro destino. Antes tenemos de pasar por la casa de Dora, para que nos de las llaves. Me gustaría hablar un poco con ella sobre mama. Luego, no sé el tiempo que necesitaremos para localizar su diario. ¡Queremos o no, se nos hará tarde!- Le recordé. La idea era regresar aquel mismo día. Tristemente, habíamos alcanzado una situación tan hilarante que éramos incapaces de permanecer solas unas horas.

- No te preocupes, me gusta conducir de noche.- Hizo un amago de sonrisa. Le agradecí que se esforzara para controlar su mal humor. Le devolví la caricia.- Mejor finiquitar esa gestión y cada cual a sus líos.

Asentí. Me hirió. Para ocultárselo rompí el contacto visual y contemple el paisaje tan típico de Castilla y León. Tierra de castillos, campos llanos, repleto de historia y leyendas. Encendió la radio y busco un canal musical. Todo valía para romper la lacerante tensión ambiental. Fui más consciente que aquel viaje sería nuestro punto y aparte definitivo.

Eran las cuatro de la tarde y ya empezaba a oscurecer. En invierno los días se hacían tremendamente cortos. El sol estaba muy radiante, generando un ambiente demasiado cálido por la estación que estábamos. ¿Efectos del cambio climático? No éramos lo suficientemente consientes de que nuestro planeta era una entidad viva, en continuo movimiento y con fecha de caducidad. Sólo nos acordábamos de ello, cuando lloraba de dolor por nuestros agravios. Nos fastidiaba con sus tremendas tormentas, o con sus altísimas temperaturas, como odas de protesta. Aún así el ser humano seguía padeciendo hipoacusia, ceguera crónica o un auténtico egocéntrico.

LA TERNURA QUE ME INSPIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora