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Newcastle, octubre 2019.

-La casa invita guapa – Kenzie miró al hombre que se había encargado de darle la más asquerosa de las margaritas que había probado en su vida. Pero claro que la casa invitaba, el alcohol era pésimo y había tenido que soportar el constante coqueteo de aquel hombre.

Obligándose a sonreírle de forma amigable, tomó su bolso y salió del lugar, ignorando completamente la servilleta que le entregaba, en la cual, supuso, se encontraba su nombre y número telefónico. En cualquier otra ocasión ella hubiera aceptado aquella invitación, el chico no era feo y, aunque no podía preparar cocteles ni para salvar su vida, suponía que no sería tan malo haciendo otras cosas con las manos, cosas más... interesantes.

Como era usual, las calles de Newcastle se encontraban un poco húmedas y solitarias, aunque a penas eran siete y algo de la noche ya abundaba la oscuridad, lo cual le encantaba. Sin duda sus meses favoritos eran los finales del año, había demasiada lluvia, demasiado frío y noches largas, la divina trinidad desde su punto de vista. Ajustando su abrigo, se dispuso a caminar y aminar, no había logrado planear algo para hacer esta noche y, sin duda, necesitaba un tiempo a solas, sin las locuras de Wen, ni la actitud soberbia de Circe. Necesitaba ser solo ella, aunque sea por una noche.

Lo curioso era que no sabía exactamente qué era lo que la hacía sentir así. Llevaba al menos algunos meses sintiendo como si no estuviera actuando de la manera en que debería, lo cual era extraño ya que ella siempre había hecho cualquier cosa que se le pasara por la mente, sin segundos pensamientos y sin preocuparse por las consecuencias, simplemente actuaba conforme se le diera la gana. Pero, ahora eso ya no parecía suficiente.

-Puta madre – Kenzie volteó extrañada. No era que las groserías fueran algo extraño para ella, era más bien que la voz le sonó familiar, lo que era estúpido pues, a demás de sus insufribles amigas, no tenía más gente a la que considerar cercana o familiar.

Un hombre, bastante alto, bastante guapo y... bastante borracho, la miraba como sí hubiera visto a algún fantasma.

-¿Disculpa? – se obligó a preguntar. Generalmente no le molestaba que la gente la mirara, mucho menos algún chico guapo y fortachón, pero había algo raro en aquel sujeto, no le despegaba para nada los ojos y esa extraña sensación no la abandonaba.

-Eres lo más hermoso que han visto mis ojos – el cumplido hubiera sido algo muy bonito por escuchar, de no ser que, tan pronto como las palabras abandonaron la boca del muchacho, comenzó a vomitar.

Asqueada se acercó al chico, le puso una mano en la espalda, tratando de tranquilizar sus feroces arqueadas y buscando algún pañuelo o servilleta dentro de su bolso. Cuando el hombre finalmente dejó de vomitar le tendió la servilleta que, de casualidad, había encontrado. Él la tomó enderezándose, ya de cerca fácilmente era unos 5 centímetros más alto que Kenzie, lo cual era impresionante ya que ella era bastante alta con sus 1.75 de estatura.

-Gracias – su voz seguía provocando esa rara sensación en su cuerpo, no le gustaba, para nada.- es una pena que me vieras vomitar, no son las circunstancias en las que hubiera deseado conocer a la futura madre de mis hijos, pero qué se le puede hacer-

¿Futura madre de sus ...? Este hombre en serio estaba chiflado, ni siquiera se habían presentado formalmente y este ya estaba pensando en embarazos. Pues bien, ella no quería hijos, mucho menos con alguien del cual solo conocía el olor de su vómito.

-Creo que deberías irte a tu casa, ya comienzas a delirar- y para sorpresa de Kenzie, él comenzó a reír y, para su doble sorpresa, era una risa espectacular, tan masculina y hechizante al mismo tiempo.

-Tal vez estoy muy borracho como para sostenerme en pie o para poder oler bien, pero reconozco cuando alguien vale la pena-

Sinceramente era muy lindo, admitió Kenzie, tenía unos hermosos ojos miel que combinaban perfecto con su cabello chocolate ligeramente rizado. Era alto y algo musculoso, con una sonrisa encantadora y unas pestañar que desearía para ella misma. Ah, era una lastima que estuviera tan borracho y oloroso.

-¿Necesitas que te pida un taxi?- preguntó ignorando completamente lo que había dicho, no tenía caso, sabía que no lo haría entrar en razón, al menos no en su estado.

-Tu cabello es impresionante, ojalá lo hereden nuestros hijos – inmediatamente se tensó y estuvo a punto de mandarlo a la mierda, pero no podía, sabía que el no lo estaba diciendo con mala intención, era solamente el alcohol hablando.

Suspiró nuevamente tratando de mantenerse en paz - ¿Dónde vives? –

-Northen Stage, 129. Entiendo que quieras ponerte a trabajar en cuanto antes en el tema de los bebés, yo igual estoy emocionado.

Ignorándolo, nuevamente, tomó el celular de su bolso y pidió un Uber, en cinco minutos el borracho lindo dejaría de ser su problema. Al llegar el coche lo ayudó a entrar, lista para poder reanudar su noche tranquilamente solitaria.

-¡Oye!- gritó el chico mientras intentaba cerrar la puerta del coche - ¿no piensas acompañarme?

Ella lo miró como si le hubiera salido una segunda cabeza - ¿por qué te acompañaría?

-Tal vez para cuidar de un pobre hombre que tiene los sentidos alterados por las sustancias alcohólicas que ha ingerido y del cual podrían aprovecharse fácilmente-

Kenzie lo miró impresionada, no podía creer que acabara de hablar de aquella manera, cuando ella se emborrachaba no podía ni decir buenas noches sin trabarse o comenzar a reír.

-Vamos mujer, me está dando sueño ¿qué hay con eso de igualdad de derechos? -

Sin pensarlo, casi de forma monótona se metió en el coche, principalmente para que cerrara la boca de una vez por todas, también para que dejara de sonreírle de aquella manera, tuvo que admitir.

-Después de un interminable viaje al lado de un borracho parlanchín y de tener que manosearlo, con su consentimiento, en busca de sus llaves consiguió meterlo por fin en la cama.

-Gracias por traerme- murmuró de forma calmada, sorprendente mente. Parecía que finalmente se le estaba acabando la pila.

-¿Por qué tomaste tanto? – el chico la miró sorprendido, aunque la más sorprendida de todos era ella misma, no tenía la menor idea de por qué había preguntado aquello, ni siquiera lo pensó, simplemente salió de sus labios, sin permiso alguno.

- Es lindo que te preocupes por mi-

- No me preocupo- contestó inmediatamente, no quería que esa sonrisa regresara a su cara – Me voy- anunció mientras caminaba hacia la puerta de la habitación.

- George – Kenzie sintió paralizarse de forma inmediata ¿qué demonios?, lo miró – mi nombre, pensé que deberías saber el nombre del futuro padre de tus hijos- aclaró, con los ojos cerrados y cayendo dormido.

¿Era posible pensar en todo y aún así tener la mente en blanco? Porque era, justamente, así como se sentía Kenzie mientras abandonaba la casa del chico.


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⏰ Last updated: Jul 12, 2019 ⏰

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Más allá de la muerteWhere stories live. Discover now