6: Conflicto

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Al llegar al Receso de las Nubes, las tres perlas suspiraron aliviadas. Todo parecía normal a su alrededor, unos pocos discípulos circulaban por la entrada, el viento soplaba ligero acariciando sus rostros, y las personas que se cruzaban en su camino los saludaban. Pero de alguna forma, tenían el presentimiento de que esta sería la última vez que podrían apreciar la paz dentro de su secta, lo que los hacía estremecer de miedo.

—¿Por qué traen esas caras largas, acaso perdieron la apuesta? —la voz con tono arrogante de Fao BiuPei, de pie cerca de la entrada, llamó su atención.

—Já, es obvio que ganamos. No es eso lo que nos tiene así —le contestó QiuGe.

—Entonces qué... —Fao BiuPei se interrumpió, pues una sombría posibilidad atravesó su mente—. No me digan que están regresando...

El rostro del chico palideció, y las tres perlas asintieron al unísono.

—Yo... ¡Debemos avisarle a los demás! —exclamó en voz baja Fao BiuPei, acercándose con temor a ellos.

—Te lo dejamos a ti, nosotros tenemos que ir a presentar nuestros reportes —explicó XiYue, mientras avanzaba con sus amigos hacia la sala de reuniones de maestros.

—¿Eh? Tienen que preparar sus informes primero.

Los tres amigos sacaron varios papeles enrollados de sus mangas y los elevaron en el aire. Habían pasado casi toda la noche redactando esos infames reportes, dentro del cuarto de QiuGe en la posada. Sabían que este día sería un desastre, así que, antes de que el detonador de la tragedia llegara, querían tener todos sus deberes en orden, para escapar tranquilamente cuando la tempestad se desatara. Fao BiuPei hizo una mueca de insatisfacción y preocupación, se acercó a los discípulos que estaban cerca suyo, lo más rápido que pudo sin correr, y les susurró algo. Pronto el rumor se extendió entre todos los estudiantes del Receso de las Nubes, que actuaban con cuidado para no ser descubiertos rompiendo las reglas. El rostro de cada uno de ellos, palidecía de inmediato al escuchar las palabras que eran transmitidas.

Wei WuXian está de regreso.

Las perlas actuaron lo más rápido que pudieron. Su disertación fue en extremo concisa y precisa, tanto, que algunos ancianos dejaron escapar ruidos de protesta. Los amigos intercambiaban miradas cómplices y hastiadas, frustrados por las reacciones de los ancianos, que eran más exigentes que el propio Lan QiRen.

La secta GusuLan, por generaciones, se jactó de ser la que más respeto profesaba a sus ancianos, haciéndolos partícipe en la administración de la secta. A pesar de que la palabra final siempre la tenía el líder, éste escuchaba con atención las propuestas y consejos de los ancianos al momento de tomar decisiones importantes e, incluso, realizar pequeñas actividades. XiYue era muy consciente de este hecho, y su respeto por esos hombres de numerosos años era genuino, al igual que el de JingYi, aunque eso no les impedía sentir animosidad hacia sus actitudes tan estrictas y conservadoras. Sin embargo, QiuGe, derechamente, los detestaba y, después de tantas disertaciones, no lo disimulaba en absoluto.

Más de un anciano quería castigar a QiuGe con una tabla, por su evidente falta de respeto hacia ellos, reflejada sin esmero en una expresión agria. Sin embargo, no tenían ningún motivo concreto para llevarlo a cabo. La misión recién realizada fue increíblemente exitosa, su desempeño personal, tanto en manejo de espada como en conocimientos, era alto. A pesar de su expresión desdeñosa y aburrida, era uno de los mejores cultivadores de su secta y no había cometido ninguna falta. Además, de un momento a otro, cambió su semblante a uno respetuoso, como si siempre hubiese sido un discípulo admirable y recto.

Despachados con rapidez y brusquedad por los ancianos, que ya no querían tratar con Lan QiuGe, las perlas caminaron hacia los dormitorios. En los pasillos, se toparon con Fa Ming, sonriendo con alegría al reencontrarse con sus amigos.

La Perla de GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora