Un casino

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Bogotá, mi escandalosa ciudad, dime, ¿cómo no amarte?, si tú me enseñaste el arte de amar, pero, ¿cómo no odiarte?, si de igual manera me obligaste a ver tu crueldad.

Me encuentro sentado en la plaza de Bolívar, observando como a kilómetros se evidencia la maldad de las personas hacia esas indefensas palomas, desde el más pequeño hasta el más grande. La gente que pasa me mira de arriba abajo como en una señal indirecta de que no pertenezco a este lugar, creo que esto se lo debo a mi atuendo, pues llevo puesto un traje a la medida tono azul rey de Kiton, corbata roja, zapatos Tom Ford muy bien lustrados, un Rolex suizo dorado, unos lentes oscuros de Dolce & Gabbana, un portafolio de Louis Vuitton y un corte de cabello perfecto, pero eso no tiene nada de malo, no tengo la culpa de poseer tan altas riquezas, de todas formas solo quería observar un rato las palomas, he tenido un día ajetreado, merezco un descanso, solo que no será aquí, no creo poder descansar con tantas miradas encima de mí. Camino hasta la calle novena donde está aparcado mi Porsche 718 color negro mate, reviso que no tenga ni un solo rasguño para poder subirme tranquilo, la última vez me subí pensando en un rayón de $800.000; una vez adentro consulte la mejor ruta para mi casa en el GPS y en el camino, tome un pequeño desvió hacia Bella Vista Occidental, más específicamente, me dirigía al Motel Las Ferias, allí había citado a Sara, mi cuarta dama de compañía en la semana, lo necesitaba, mi estrés de trabajo me está llevando al límite.

Aun me quedan $630.000 en el bolsillo, así que me dirijo al casino BROADWAY en Villa Claudia, ordeno los primero tragos de Jack Daniel's en las rocas e invierto alrededor de unos $200.000 en licor y los otros $430.000 decido apostarlos en el Póker, en el juego conozco a Raúl, estatura baja, casi calvo, traje barato, llevaba un sombrero, una pipa negra y una mirada demasiado desafiante para mi gusto. Falta una ronda y solo quedamos los dos, en mis cartas encuentro un Straight Flush, sinceramente no creo que me supere, que error al pensar eso, quede estampillado en mi propio juego, este tipo tenía un Royal Flush, un juego completo, pero, ¿Cómo pudo?, no obtener la escalera real sino, ¿Cómo pudo ganarme?. Es tanta mi frustración que tiro las fichas, me levanto de la mesa para irme y antes de salir, Raúl se dirige a mí:

- Buen juego ricachón, espero no haber ensuciado su reloj con mi victoria... por cierto, me llamo Raúl, nos veremos en una próxima ocasión, si no le ofende perder de nuevo claro está.

Debo admitir que me dio impotencia que una basura como aquel hombre me hubiera hablado así, pero mi respuesta fue más que clara:

- ¿Cómo dice?, claro que no ensucio nada, sería un poco desagradable ensuciar un reloj de $34'000.000, y no se preocupe por volverme a ver, claro que lo hará, le recuerdo que en mi forma de vida no se admiten perdidas, pero, ¿Qué tanto puede saber usted de eso?, pues su fachada me dice que no mucho, y mi nombre es Emanuel, no ricachón. Linda noche caballero.

Entro de nuevo a mi Porsche, con destino a mi casa en la cabrera. Cruzo la enorme puerta principal, sirvo un trago de Whiskey y me dirijo a la bañera, no puedo dejar de pensar en aquel tipo, debía volver a ese casino y ganarle, pero será luego, debo conciliar mi sueño.

5:10 a.m., mi rutina inicia de nuevo, esta vez luciré un traje negro, perfecto para una reunión, me dirijo a mi trabajo y en el camino no puedo sacar a ese enano de mi mente.

8:00 a.m., llego a mi trabajo, pido el ascensor para el cuarto piso y le ordeno a Dayana un café cargado mientras espero a los impuntuales de mis empleados, ni se porque están acá, son tan... incompetentes. Me quedo observando la proyección de mi recuerdo a través de la ventana, aun no lo asimilo, pero en ese trance de odio y venganza llega Alberto, uno de los bastardos del área de cobranzas:

- Buenos días jefe, lamento mucho la tardanza, pero usted sabe, los niños, la esposa... cosas del hogar

Lo veo hablar y mi sangre hierbe, no sé si por su impuntualidad o por su inoportuna interrupción...

¿Y mi segunda oportunidad?Where stories live. Discover now