XVI

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—¿Me puedes explicar por qué llevas llegando tarde una semana entera? —Escuché a Marina nada más cerrar la puerta de casa. —Estoy harta de preparar comida precocinada...

Reí levemente antes de tirar la mochila al suelo y tumbarme en el sofá.

Llevaba una semana viéndome con Natalia todos los días después de clase. Estaba mal acostumbrándome pero me daba bastante igual, me encantaba pasar tiempo con ella. Me sentía libre, completa.

Ni siquiera teníamos acercamientos físicos. Sí, había miradas, ganas, pero no avanzaba. Me resultaba extraño, ya que Natalia siempre había sido muy lanzada para esas cosas conmigo.

—Te pareces a mamá cuando tenía 15 años... —Puse el cojín en mi cara.

—No pretendo eso... —Marina se sentó a mi lado. —Pero siento que no me cuentas las cosas. Antes me contabas todo.

—Tú a mí tampoco me cuentas nada, guapa. —Contesté mirándole.

—Porque yo no tengo nada que contarte. —Suspiró.

Me sentí mal por ocultarle las cosas a Marina. Confiaba en ella, muchísimo, pero no era el momento. No sabía ni yo misma qué estaba ocurriendo, como para plasmárselo en palabras a alguien más.

—Habíamos quedado con Julia, ¿no? —Dije incorporándome.

—Me encantan tus cambios de tema. —Ironizó. —Sí. Anda, vamos.

Nos incorporamos en dirección a la puerta. Me dolían las piernas de andar, ya que habíamos dado una vuelta bastante larga por todo el campus de mi universidad, simplemente charlando. Poco después fuimos a la cafetería y me llevó a casa.

—¡Por cierto! ¿Has comido? —Preguntó Marina una vez estábamos en el ascensor. Era ya bastante tarde, estaría apunto de empezar a anochecer.

—Sí, mamá... —Rodé los ojos con una sonrisa.

Caminamos hacia el bar de Julia y vi lo que parecía ser la moto "de Natalia" en la puerta. El corazón se me aceleró al pensar que podía estar dentro. Eran muchas veces las que había visto a la morena: cuando estuvo en coma; cuando se despertó; todos los días en el hospital e incluso fuera del hospital... Pero aún así siempre parecía la primera vez.

Entramos al bar y busqué rápidamente a la morena con la mirada. La encontré al instante, apoyada en la barra prestando atención a su vaso lleno de cerveza.

Disimulé todo lo que pude para que no se me notase lo muerta de nervios que estaba. Natalia ni se giró ante el sonido de la puerta abriéndose, parecía sumergida en su propio mundo.

—¡Mira! Ahí está Julia. —Señaló Marina a la barra, por supuesto. Marina se acercó rápidamente y yo seguí sus pasos con más cautela. Nos sentamos en los taburetes contiguos a Natalia, ya que no había muchos más. Yo a su izquierda y Marina a la mía. No miré a Natalia, pero la veía por el rabillo del ojo. Natalia me miró rapidamente en cuanto me senté a su lado.

—¡Mis chavalas! —Dijo Julia limpiando la barra con una bayeta azul desgastado. —Termino ahora en unos minutillos y nos vamos, ¿vale?

—Sin problema. —Contestó Marina. —Ponme una Coca-Cola porfi. —Me miró. —¿Tú qué quieres?

—Ehhmm... —Aclaré mi garganta. —Tinto si tienes.

—Claro que tengo. —Rió. —Dame un segundito. —Nos dijo al ver a otra mujer apoyada en la barra para pedir.

—Bueeeno... —Marina se giró hacia mí. Noté una mano en mi rodilla y casi grito, pero sabía que era Natalia. —¿Me vas a contar entonces dónde te metes por las tardes?

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2019 ⏰

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