Tom paseaba por su habitación como si fuese un león enjaulado, había afinado sus guitarras hacía un par de horas, reacomodado sus discos, sus libros los cuales ahora estaban acomodados por colores y no por autor como solían estar, inclusos sus figuras de acción esas que, con tanto recelo cuidada, puesto que eran los únicos recuerdos de sus padres que aun conservaban también habían sido reubicadas en su habitación. Era consciente que esas actividades se debían a que estaba ansioso por saber que había sucedido entre su hermano y Alexandra. La curiosidad era una maldita perra que en ese momento estaba mordiendo su trasero.
Necesitaba salir de la habitación o estaría a punto de reacomodar el mobiliario y eso ya sería demasiado incluso para él. Abrió la puerta de su habitación tan intempestivamente que ni siquiera noto que alguien pasaba por ahí. Hasta que se encontró en el suelo, con la persona que pasaba debajo de su cuerpo. Lo primero que sintió fue un par de pechos debajo del suyo, su mirada subió por un rostro lleno de pecas hasta dar con un par de grandes ojos azules que le miraban con asombro.
La suave respiración de ella acariciaba su rostro, el roce de sus pestañas le producía cosquillas, su mirada viajó hacia esos malditos y atrayentes labios con los que soñaban desde el maldito beso bajo el muérdago.
—¡Tom que mierda! —la voz de Bill y el fuerte tirón que dio en su playera le hizo ser consciente de la realidad.
—Lo siento—se disculpó poniéndose rápidamente de pie, estiró su mano para ayudar Alexandra a levantarse—Lo siento—repitió—no me fije al salir, ¿Estas bien? —su voz sonaba realmente avergonzada.
—Estoy bien, no te preocupes, tengo la cabeza dura—dijo mientras llevaba su mano a la parte trasera de la misma —¡Ouch! Talvez no sea tan dura despues de todo, creo que me saldrá un chichón.
—Bill deberías traerle un poco de hielo, para bajar la inflamación—llevó su mano a la parte trasera de la cabeza de Alexandra, pasando sus dedos entre los mechones pelirrojos.
—Ya me encargo Tom—dijo Bill, tomando la mano de su hermano, para alejarla de la cabeza de la chica—Vamos Alex, te llevare a mi habitación y le pediremos a Igor que suba una compresa fría—dijo Bill, tomando la mano de la chica.
—Gracias Tom—le sonrió suavemente —de verdad estoy bien—dijo antes de seguir el camino de Bill.
Tom sintió cómo su estómago se hundió cuando vio ambos chicos desaparecer por el corredor rumbo a la habitación de su hermano. Tenía la respuesta que llevaba horas esperando desde que vio a su hermano partir esa mañana, estaban de nuevo juntos y sabía que debería alegrarse por su hermano, pero simplemente no podía hacerlo.
—Demonios—murmuró dando media vuelta y azotando la puerta de su habitación con fuerza.
....
Georg dio una mirada a su amigo que lucía realmente miserable con la mirada perdida y una botella de cerveza casi intacta en su mano.
—Deberías estar feliz, porque Bill arreglo sus problemas con Alex.
Tom desvió su mirada de donde sea que estuviera puesta, para mirar fijamente a Gustav quien estaba sentado frente a él, no sabía si esa sonrisa que le daba era por condescendencia o por burla, pero sabía que estaba comenzando a irritarlo.
—¿Qué estás insinuando? —su voz sonó demasiado tirante e incluso intimidante para cualquiera excepto para Gustav.
El rubio acomodo sus gafas de pasta negra antes de responder a su amigo—No estoy insinuando nada Tom, solo estoy diciendo lo que es obvio, que deberías estar feliz por él, arreglaron las cosas y de nuevo están juntos.
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Novia de Mentiras
FanfictionTom Kaulitz sabe que la única forma en la que su hermano acceda a su fortuna es que el se lo permita, lo que su hermano sabe es que solo tiene que presentarle una novia a su adorada abuela, una novia de mentiras, si eso hace que se salga con la suya...