Alba
-Bona nit, València!!
El griterío y la cantidad de aplausos que había en ese momento hacía imposible poder hablar con soltura. No me sorprendía después del tremendo Toxic que acabábamos de hacer, pues contra todo pronóstico había sido de los mejores de la gira. Durante toda la actuación había reinado la complicidad, la conexión y especialmente el tonteo, lo más destacado y lo que más había gustado de toda la canción, para qué negarlo. Se creó una burbuja de tanta tensión acumulada que dudo que alguien sobreviviera.
Menudo subidón.
Después del precioso discurso de Natalia acerca del día del orgullo y de presentar al cuerpo de baile, llegaba el momento de dar paso al solo de Julia, aunque parecía que la morena no estaba muy de acuerdo en eso. Inesperadamente, se acercó a mi oído para pedirme que le ayudara a decir algo en valenciano, causando que el griterío volviera a reinar en el recinto.
-Ola a totes -saludó- , com esteu?
Me miró insegura buscando aprobación y yo asentí transmitiéndole seguridad, lo estaba haciendo genial. De nuevo se acercó a mí para que le tradujese la siguiente frase.
-Estic molt contenta... -me miró asustada porque se le había olvidado y fui en su rescate para que pudiera continuar- d'estar ací. Bueno voy a parar ya porque esto no estaba preparado y no puedo ser más patética.
Que se llamara patética cuando estaba siendo la persona más adorable del planeta debería considerarse un pecado capital. Contener estas ganas que tenía de comérmela enterita merecían un premio enorme hacia mi persona.
-Espera, espera, no te puedes ir de aquí sin decir esto -hablé-. Es algo muy importante y tienes que decirlo super bien, eh.
-¿El qué, t'estimo?
La madre que la parió.
Mi cara debía de ser un cuadro ahora mismo, una mezcla entre sorpresa y ternura porque estaba muerta de amor. Puedo jurar que jamás en mi vida había escuchado tanto nivel de decibelios a causa de unos gritos, mañana estarían todos afónicos.
-Aquí se dice con la e, t'estime. Us estime, mejor dicho -corregí enseguida dándome cuenta que era mejor usar el plural-, pero no, no es eso.
Me acerqué a ella, poniéndome de puntillas para llegar a su oreja, ella empezó a reírse al verme y yo le pegué para que se agachara a un poco, volviendo a provocar la locura de los fans, a los que miré riéndome sin entender, sospechaba que había llegado un punto en el que gritaban por cualquier mínima tontería. Natalia al ver que no le decía nada me zarandeó para que reaccionara y cuando le dije lo que tenía que decir le hizo muchísima gracia.
-Visca la terreta ché!! -gritó bien fuerte volviendo a inundar todo de celebración.
***
No me llevó más de cinco minutos lograr convencer a mis amigos de que nos acompañaran a la fiesta. Me hacía tanta ilusión como a ellos que hayan venido y no quería que se marcharan ahora, quería celebrarlo también con ellos y eran mis invitados por mucho que ellos quisieran negarlo.
Sin embargo, no fui del todo consciente de las consecuencias que eso conllevaría, ya que mi grupo de amigos incluía también a Isaac y, aunque sabía que la situación iba a ser muy incómoda, no me veía en la potestad de decirle que se fuera, ni quería ni tampoco me atrevía a hacerlo. Había venido a verme como un amigo más y, como su propio papel indica, mis amigos estaban invitados.
Como era de esperar, a mi hermana no le pareció nada bien que estuviera invitado y no se cortó un pelo en dejármelo claro. Ver su cara de repugnancia cada vez que el chico se acercaba a mí o su mirada de despectiva simplemente por abrir la boca, aunque no fuera para hablar conmigo, no era plato de buen gusto y al final tuve que pedirle que se controlara porque no quería malos rollos, ningún tipo de espectáculo.
Pero la de Marina no era la única mirada presente aquella noche.
Todas las luces que adornaban la discoteca no dificultaron un ápice mi tarea de ubicar a la responsable de esa mirada persistente que notaba constantemente puesta en mí. Se encontraba unos metros más alejada, sola y oculta del resto de la gente, estaba en un sitio muy estratégico, no era difícil de localizarla, pero solo eras capaz de lograrlo si de verdad la estabas buscando, como era mi caso.
A Natalia tampoco le había gustado que él estuviera aquí.
La morena había desaparecido al ver por quién iba acompañada en cuestión de segundos, ni siquiera en la discoteca permaneció cerca de mí por más de dos segundos. La última vez que la vi había sido bailando sin freno con Sam y Marta, antes de desaparecer hacia la barra con el bailarín.
Mi cuerpo pedía a gritos ir a su encuentro y sospechaba que ella quería lo mismo. No iba a desaprovechar esa oportunidad. Sin dar ningún tipo de explicación acerca de mi destino, me disculpé con mis amigos y fui en su busca.
Apoyada en la pared en una pose de lo más relajada, bebía de su vaso de forma lenta impidiéndome ver con claridad la sonrisa ladeada que parecía querer disimular. Lo que ella no sabía es que conocía a la perfección los rasgos de su cara y sabía de sobra que estaba celebrando.
-¿No bailas? -pregunté una vez llegué a ella.
-Ya lo he hecho.
-¿Y qué haces aquí tan solita? Parece que te estás escondiendo.
-Eso es porque estoy jugando al escondite.
-Ah, mira qué curioso, ¿con quién?
-Contigo.
-¿Conmigo? -pregunté extrañada y ella asintió-. Ahora entiendo por qué no te he visto en toda la noche.
-Eso es porque no quería que me encontraras.
-¿Y ahora? Porque ahora sí lo he hecho.
-Ahora estaba deseando que lo hicieras.
En momentos como estos no era necesario hablar más, con mirarnos de la forma en que lo estábamos haciendo bastaba porque transmitía mucho más que cualquier palabra que pudiéramos decir. Fui yo la que no pudo aguantar tanta intensidad y me moví para colocarme a su lado, apoyada a la pared al igual que ella y de manera que nuestros hombros se rozaban mínimamente mientras ambas mirábamos hacia el frente.
-Oye -llamé su atención y ella giró la cabeza en mi dirección para mirarme-, que muchas gracias por lo del concierto, ha sido increíble, de verdad.
-No me tienes que agradecer nada, no lo he hecho por ti. -Al ver la cara que puse, sorprendida por su contestación, continuó-. No me malinterpretes, para mí este concierto también era especial, no quería por nada del mundo que se estropeara, quería disfrutarlo y para eso tú tienes que estar en la ecuación.
-Una ecuación se utiliza para resolver un problema... espero que ese no sea mi papel.
-Tú eres la incógnita principal, Alba, no un problema.
Si antes preferí no hablar porque no era necesario, esta vez el motivo era que no tenía la más remota idea de cómo hacerlo. Tampoco tuve el suficiente valor para aguantarle la mirada y volví a escapar de ella mirando hacia el frente, con la diferencia de que ella no la apartó y siguió observándome, en silencio, lo que me ponía mucho más nerviosa.