Capitulo Diez - Lágrimas de una estrella

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La expresión del rostro de mi madre no me dejaba ver lo que en realidad sentía, pero hablaba con tal seriedad que causo en mí un cierto temor, de pronto la lluvia azotó el techo de mi casa, como un presagio, los relámpagos sonaban cada vez más estruendosos que sentí miedo. Me levante de mi cama y camine hacia mi madre, quería saber que sucedía, o el porqué, tenía miedo.

Mientras mis pasos eran lentos y descoordinados, el tiempo a mí alrededor iba y venía de manera trágica, un golpe en la puerta de mi casa hizo que este tiempo relativamente avanzara a un paso apresurado, tan apresurado que el temblar de mis manos no se hizo esperar.

Una persona, débil, sin fuerzas, sin alma se alzaba en la entrada de mi casa, su cuerpo temblaba y de su boca se desprendía un leve vapor por el calor de su cuerpo, el agua había mojado todo su cuerpo que las lágrimas en su rostro desaparecía con facilidad, Erick llevaba en su mano una fotografía y un cuadro con su cristal destrozado.

Se arrodillo frente a mí y su llanto impacto tanto en mí que mis lágrimas descendieron por mi rostro, era la primera vez en tanto tiempo que lo veía como un niño débil. Sus palabras eran difíciles de entender pero supuse que algo terrible había sucedido con su hermano, ya que en su mano traía consigo su chaqueta y una fotografía donde los dos sonreían.

***

Mi cabello castaño caía como una cascada sobre mis hombros, sobre el vestido negro que opacaba mi corazón, mire mi rostro en un espejo, las ojeras apenas habían desaparecido, la noche fue tan larga que llegue a creer que jamás terminaría, Erick se marchó muy tarde.

Su hermano hace años atrás había decidido viajar al extranjero por una mejor vida, luego de varios intentos logro ir a Estados Unidos, Erick siempre hablaba de él con tal orgullo que de mí una sonrisa amable y cálida brotaba, como cualquier muchacho entro a la universidad y trabajo tanto para ser uno de los mejores estudiantes, llegando a destacar tanto que se graduó con honores, tiempo más tarde empezó a trabajar como profesor en una preparatoria de California. Pero el alma desconcertada de un muchacho le hizo tomar una cruda decisión, llego a su preparatoria con un arma y apuntando a todos sin razón alguna, el hermano de Erick quiso calmar al chico y entre una larga disputa hizo que el muchacho se calmara y bajase el arma, pero un movimiento en falso este cambio de parecer y mato crudamente a varios jóvenes, el hermano de Erick reacciono como un héroe a ciegas tratando de evitar que haya más heridos se abalanzo hacia el chico armado, deteniéndolo y así evitando que más gente resultada herida, pero en ello perdió la vida.

El hermano de Erick cumpliría un año en su trabajo, y varios muchachos le habían organizado una pequeña fiesta en el salón de clase. Globos, papeles de colores y varios vasos con gaseosa quedaron intactos, esperando el llegar de su maestro.

Salí de mi habitación y camine hasta la sala, mire el reloj de pared que marcaba casi medio día, los restos de Matías, el hermano de Erick habían llegado al país en la mañana así que para la noche a más tardar estaría en su hogar, con mis padres y mis hermanos iríamos al velorio y a rendir nuestras condolencias. La verdad, no quisiera ir, tengo miedo.

***

Aun trato de olvidar aquel día; lágrimas, desesperación y rostros llenos de amargura, un hijo, hermano, novio se despedía como un héroe. Un representante de Estados Unidos llego junto a una carta del presidente, dando a conocer sus pesares y a la vez reconociéndolo como un héroe innato que a pesar de a verse podido salvar arriesgo su vida por los demás, no solo había salvado a un grupo de jóvenes, había evitado un crimen mucho peor. Pero nada ni nadie puede devolverle la vida, nada puede reemplazar la alegría de una madre.

Cuanto más quería olvidar las imágenes volvían, tome mi almohada y la lleve hasta mi rostro, lo apreté con fuerza hasta casi quedarme sin aire, sentí el vibrar de mi teléfono que hizo que dejara de aprisionar la almohada contra mí, al tomarlo habían varios mensajes, tanto de Erick como de León, abrí y leí los mensajes de Erick pero todos ellos eran emojis de caritas tristes y otros como un mensaje cotidiano sí estuvo bien mi día.

Abrí los mensajes de León y todos ellos, eran sobre si me encontraba bien y otros si debía hablar con Erick para brindar sus respetos. No respondí ningún mensaje, me sentía hueca, vacía, sin hallar respuestas para ambos. Sabía que todo estaba mal. Que quería a uno más que al otro, pero no podía dejarlos, ¿o sí?

Debería olvidarse de aquellos chicos, y vivir una vida sin ellos, pero lo negaba, no sabía cómo continuar con mi vida. Erick estuvo en mis peores momentos, pero también se había vuelto un mal recuerdo en mi vida. León, bueno, él llego de una manera inesperada. Llego a mi vida con algo nuevo, con algo que jamás había sentido.

Pero mi alma se sentía culpable, había estado con León. Había hecho el amor con él pero me preguntaba, ¿lo hice con amor o solo fue por el calor del momento?

Varias preguntas venían sin cesar, que llegue a punto en salir a caminar, algo que poco hacia desde el accidente, pues aun sentía un leve dolor en mi pierna, pero decidí salir de mi casa con destino a lo desconocido.

Llevaba varios minutos caminando, miraba el pasar de los autos, personas llevando su vida más allá de la monotonía, parejas dándose calor y sonriendo como si su amor fuese algo eterno, por ultimo un chico de cabello largo me esperaba sentado en una banqueta, en su mano sostenía un libro y una barra de chocolate, se puso de pie y camino hasta mí. Con una sonrisa entrego el chocolate y ya con su mano libre llevo su mano a mi cabello, mi cuerpo se quedó estático por lo que hacía, no podía reaccionar, no podía impedir que hiciera tales cosas, me sentía abrumada y cálida a la vez. Sus labios de pronto se posaron sobre los míos, tomándome en un beso largo y dulce. Admito decirlo que con un toque a sabor a chocolate. Lo mire, y lo abrace sin percatarme de alguien que nos observaba con desolación. Erick se encontraba al otro lado de la calle, su mirada era casi sin vida y cuando quise ir hasta él se había marchado, León me miro desconcertado y apenado.

— Siento haberte causado problemas — respondió con timidez en sus palabras —, debo ir hablar con él —. Pero lo detuve, no quería más problemas.

Caminamos hasta llegar al centro de la ciudad, íbamos en silencio, hasta que tome de su mano, la lleve a mis labios y diciéndole torpemente — no me abandones —. 

EL LLANTO DE LAS ESTRELLASWhere stories live. Discover now